CRONICAS DE LA ARENA
CAPITULO 18
Eros se levantó del suelo, luego de haber sido arrastrado por esa enorme mano de arena. Tanto el como Ágape carecían de poder físico en esos momentos, lo poco que tenían lo habían usado para abrir el portal, el cual estaba completamente destrozado.
Busco en los alrededores a su menor, y la encontró a metros suyo, enterrada en el suelo, con solo los pies en descubierto, de una forma muy graciosa.
Se dirigió hacia ella y halo de sus pies, liberándola.
―Hummm… ese golpe sí que dolió bastante ¿Qué era esa mano monstruosa de arena que nos atacó? ―expreso Ágape, mientras se levantaba y sacudía sus ropas llenas de arena.
―No lo sé, pero ―Eros entreabrió los ojos, como si recordase algo muy importante―. ¿Dónde está Draco? Ann se molestara con nosotros si le pasa algo… ―termino diciendo con voz agobiada.
―Tienes razón, estaba en el círculo de sello, junto con los hermanos del Kazekage, pero esa mano bestial arraso con ellos y… ―su voz de niña se desesperó―, no puede ser ¿Crees que lo haya matado al grado de volverlo polvo? Yo se enojara mucho si se entera que el mocoso ha sido eliminado ―empezó a correr en círculos de los nervios, mientras alzaba sus manos con temor.
Eros la detuvo y con su brazo la boto al suelo, en un intento de tranquilizarla.
―Cálmate loca, Draco es nuestro hermano, a pesar de ser solo un niño, tiene sangre Taiyō corriendo por sus venas, lo más seguro es que…
―Así que ustedes siguen vivos ―interrumpió la voz del Kazekage, mientras se reincorporaba en la escena, seguidos por sus hermanos.
Eros y Ágape se mantuvieron en silencio, recién habían despertado y no sabían que había sucedido con Anngelius. Sus miradas más no se mostraban preocupadas.
―Puedo notar que están desorientados ―prosiguió hablando Gaara, al ver que no tendría respuesta por parte de ellos―. Anngelius-san ha sido derrotada ―dictamino.
Una fuerte brisa proveniente del océano se cruzó en escena, haciendo que los cabellos de todos los presentes revoloteasen como llamas danzantes.
Eros, quien siempre mostraba un semblante serio, esbozó una sonrisa tétrica.
― ¿Qué hemos sido derrotados? ―soltó una horrible carcajada de burla―. Kazekage… ¿Es que acaso no recuerda sobre lo que mi yo original le confeso?
Gaara frunció el ceño.
―Sé que ustedes son dos seres, subproductos de ella. Y que no necesitan del original para sobrevivir, aunque carecen de fuerza y poder, actualmente ¿no? ―respondió este con tranquilidad, mientras descruzaba sus brazos y extendía una de sus manos hacia ellos, para que la arena los atrapase―. Si saben lo que les conviene, no pondrán resistencia, serán capturados ―sentencio.
―Que ingenuo es el Kazekage, en pensar que todo se ha acabado ―agrego Eros, caminando hacia ellos sin ningún miedo.
―Detento ahí muchacho petulante, o probaras la furia de mi abanico ―hablo esta vez Temari, mientras ponía delante suyo su preciada herramienta ninja.
Kankurō la imito poniendo en modo de ataque a escorpión, quien había vuelto a sacar, guardando las anteriores marionetas que habían pertenecido a la abuela Chiyo.
Eros se detuvo. Pero no por miedo a las acciones de los hermanos del Kazekage, sino porque sintió que la ayuda que precisaban había llegado. Volvió a sonreír con algarabía, mientras fijaba su vista en el cielo oscuro inundado por la noche.
El pelirrojo también pudo sentir la presencia que se aproximaba a ellos de forma rápida, sintió una enorme presencia inestable de chackra.
―Temari, Kankurō, retrocedan ¡rápido! ―advirtió el Kazekage, mientras creaba una barrera de arena a sus costados para amortiguar lo que viniese del cielo.
Un resplandeciente destello, seguido de un monstruoso impacto en el suelo, provocando una enorme ventisca y un cráter el lugar.
Eros tomo a Ágape en sus brazos y salieron expulsados por los aires.
―Vaya susto nos dio, por un momento pensé que si estaba muerta ―dijo la niña.
―No seas tonta, si ella muere, nosotros simplemente desapareceríamos, el que estemos aun en este mundo significa que ella sigue prevaleciendo ―respondió Eros.
Por el otro lado, Temari y Kankurō fueron arrasados por el viento, expulsándolos a una considerable distancia del lugar, a pesar que su hermano menor había creado una barrera para debilitar el impacto.
En el fondo del cráter, se encontraba Ann-sama, si bien había perdido su transformación, su cuerpo emanaba una especie de chackra amarillo. Y en sus ojos se mantenían su pupila dilatada y esos bordes flameantes en su iris.
Fijo su mirada inexpresiva hacia arriba, donde se encontraba el pelirrojo que había frenado sus planes.
Corrió hacia el de forma rápida. Apenas llego, se enfrentó a fuerza de puños, los cuales rompían los enlaces de arena que protegían al pelirrojo, acortando la distancia entre ellos cada vez más.
― ¿Cómo es posible que aun pueda moverse? Tenía la fuerte certeza que mi anterior ataque solo la dejaría inerte…
Anngelius llego por completo a él, y con gran agilidad logro golpearlo en un costado, haciendo que este último retrocediera.
Editado: 19.01.2020