Crónicas de la Arena: El Kazekage, El Clan y El Misterio.

CAPITULO 26

CRONICAS DE LA ARENA

 

CAPITULO 26.

Corrían a gran velocidad.

Sus pisadas al ser tan rápidas, apenas y dejaban huella en la arena, desapareciendo en segundos. Habían estado así, durante casi todo un día.

― Esto… ¿falta mucho para llegar a nuestro destino? ―pregunto con un tono cansado, Shun, mientras se acercaba al anbu que los guiaba.

― Si, un par de horas más, llegaremos justo al anochecer ―le respondió con seriedad, el enmascarado, mientras aumentaba su velocidad, para alejarse de ella.

Niashi y Ann, los seguían detrás.

Esta última noto el cansancio que mostraba la castaña.

― Tomaremos un descanso ―dictamino, mientras dejaba de correr, siendo imitada a los segundos por sus compañeros de equipo.

El anbu que los guiaba, paro en seco, para luego volver hacia ellos.

― No podemos perder tiempo en descansos ―dijo con tono reprochante, mientras observaba el horizonte. Parecía que estuviese midiendo el tiempo con ello.

―Pues si tanto desea continuar, puede hacerlo solo ―sentencio la Taiyō con enojo, mientras sacaba una cantimplora de su traje y se la extendía a Shun, quien se encontraba sentada en el suelo, con la respiración agitada, y una expresión de cansancio extremo en su rostro―. Hemos estado corriendo por más de cinco horas seguidas. Tal vez, tú te encuentres en buen estado, ya que es parte de trabajo diario, estar en movimiento, pero, nosotros no somos esa clase de ninjas, los médicos como Shun, no cuentan con una gran resistencia física…

―Ann… está bien, ya podemos seguir… ―articulo la castaña, mientras hacia un sobreesfuerzo por levantarse.

Sus piernas temblaban debido al agotamiento, sin duda, no estaba bien.

Niashi, quien se había mantenido callado, decidió tomar parte.

― Sin duda, no estás bien Shun, deja que yo te lleve.

La castaña lo miro con asombro, para luego bajar la mirada con pena.

―Entonces ¿ya podemos continuar? ―objeto el anbu, con tono preocupación en su tono, al parecer por el tiempo.

Anngelius lo miró con molestia, para luego centrarse de nuevo en su compañera de equipo.

― Esta bien Shun, tu resistencia siempre fue limitada, deja que Niashi te lleve en su espalda ―la agarro de uno de sus brazos, para evitar que se desvaneciese de nuevo. Para luego ayudarla a subir en la espalda de su rubio compañero.

La marcha prosiguió en minutos, esta vez con mayor velocidad, para recuperar el tiempo perdido.

 

 

*~*~*~*~*~*~*~*

 

Kabuto recogía en una pequeña pala, los restos de la copa de vidrio, las cuales se habían quebrado en pedazos, al soltarla debido a la impresión.

Orochimaru seguía a un par de metros suyos, enfrascado en su copa de vino, mientras miraba de vez en cuando, el fuego incesante de la chimenea, la cual otorgaba al lugar, una cálida tranquilidad, a pesar de encontrarse en uno de los lugares más fríos del planeta.

Termino de recoger los vidrios, para luego volver a sentarse en el sillón. Sin duda, el cenizo quería saber más información de aquella confesión.

― Y usted ¿interactúa con esa hija que dice tener? Digo… ¿está completamente seguro que usted y ella son sanguíneos? ―enuncio con curiosidad y angustia este.

Orochimaru volteo a verlo. Si había algo que le desagradaba y a la vez admiraba de Kabuto, era su capacidad para recolectar información, no por nada se había vuelto su espía de confianza.

― Kabuto, antes de que te cuente los detalles, debo advertirte que solo seis personas en todo el mundo conocen este secreto mío, y tres de ellas ya están muertas. Y que si intentas chantajearme en un futuro con esto, o intentar vender esta información, no dudare en obligarte a hacerles compañía a esos tres últimos ―expreso con su grave voz, el viperino, mientras sacaba su extensa lengua como si de una víbora en modo de amenaza se tratase.

El cuatro ojos trago saliva y puso una leve expresión de miedo. Si bien ya era portador del modo sabio, en una pelea contra este, el terminaría perdiendo. Orochimaru lo superaba en ese aspecto, y que si este quisiese, matarlo no le sería difícil; era consciente de ello.

―Ha, tiene mi palabra que este será un secreto que guardare de por vida ―le respondió con sinceridad, mientras volvía a servirse vino en otra copa.

El sannin lo miro con satisfacción debido a su respuesta. Tomo otro pequeño sorbo de su copa, para luego proseguir con su confesión.

― No, ella y yo no tenemos comunicación desde hace tiempo ―ladeo su cabeza en forma negativa, mientras se llevaba su mano libre a esta, para tocarse la frente―. Aunque, ya sabe la verdad, las únicas dos veces que interactuamos, intento matarme…

― ¿Matarlo? ¿Por qué razón? No me diga que usted tiene algo que ver con la muerte del esposo de Daena-sama ― señalo el cenizo, deduciendo.

―Ah… yo le di fin a Igaku-san ―expreso con tranquilidad el viperino, mientras cerraba los ojos por unos segundos―. No voy a negar que sentí celos de aquel sujeto, en un pasado, ya que termino quedándose con la única mujer que amé, criando y amando a mi hija como si fuese suya ―bajo la mano de su rostro, mientras la cerraba en forma de puño. Al parecer, recordar esos detalles le producía cierto malestar emocional.



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En el texto hay: comedia, drama, accion con poderes

Editado: 19.01.2020

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