NOTA DE LA AUTORA:
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CRONICAS DE LA ARENA, CAPITULO FINAL, PARTE 1.
Un día más comenzaba, y con ello una nueva torre de papeles para revisar.
Tomó su tasa de chocolate y le dio un gran sorbo.
― Con que ya estabas acá ―emitió su rubia hermana entrando en escena, seguida de Kankurō―. Bueno, supongo que es mejor madrugar, ya es final de año y el calor se empieza a sentir más temprano…
Ambos hermanos se acomodaron frescamente en el sofá que había en la oficina.
― Ah, ciertamente… ―le respondió el pelirrojo, mientras seguía inmerso en sus documentos.
Un silencio largo inundó el lugar.
― ¿Se les ofrece algo? ―preguntó Gaara al ver que sus hermanos lo miraban de forma un tanto inquieta.
―Oh… no, no es nada ―respondió Temari con un tono de voz un tanto nerviosa.
―Sí, cierto. Solo venimos a ver como estaba nuestro pequeño hermano ―agregó Kankurō con el mismo nerviosismo―. Estas últimas semanas apenas y nos hemos visto los rostros en casa…
― ¿Seguro que es esa la única excusa por la que están hoy acá? ―inquirió el pelirrojo, mientras los miraba con un aire de desconfianza, arqueando un poco su ceño inexistente de cejas.
Temari y Kankurō abrieron los ojos, dando a entender que habían sido descubiertos, en sus segundas intenciones.
―Bueno, queríamos ser sutiles, pero veo que eso no funciona contigo ―articuló la rubia de coletas―. Hace un par de semanas atrás, fuiste a esa “misión” haciéndote pasar por un anbu. No nos comentaste nada de cómo te fue con esos Taiyō. Tal vez no lo notaste, pero Kankurō y yo no pudimos pegar ojo de la preocupación en tu ausencia…
―Cielos… ustedes no dejan de sobreprotegerme, ¿verdad? ―le interrumpió el Kazekage, mientras se levantaba de su asiento y se disponía a sentarse con ellos en el sofá―. La misión se ejecutó con éxito…
― ¿Y encontraste tu respuesta a eso que tanto te aquejaba? ―esta vez el castaño lo interrumpió.
Gaara guardó silencio por unos segundos, unos largos segundos.
― No del todo… aun me inquieta muchas cosas… ―expresó un tanto disconforme, mientras en su mente recordaba varias escenas vividas con la jefa médico.
“Ya no guardaré mi sufrimiento y lágrimas para mí misma, he decidido que el mundo sufra y llore conmigo…”
Esa frase en particular, le producía un nudo en el estómago.
Ann-sama parecía liderarse por su propia justicia, y no la impartida por la sociedad en la que vivían. Eso no era del todo malo, mas no podía confiar ciegamente en ella.
Entonces decidió comentarles su inquietud a sus mayores. Si bien era el Kazekage, Temari y Kankurō eran sus manos derechas. Y más que eso, eran las dos personas en la que más confiaba.
―Ya veo, tu preocupación es entendible ―expreso Temari―. Y comprendo por qué no avisaste de ello antes… ¿Quieres que vaya donde esa parca blanca y haga que revele sus intenciones? Déjame torturarla un par de horas y veras como le hago cambiar de convicción…
Tanto Kankurō como Gaara la miraron con los ojos entrecerrados y unas gotas de sudor en sus frentes.
― Debes estar bromeando…
― No creo en lo absoluto, que eso sea una buena idea, todo lo contrario, eso empeoraría las cosas…
Temari sonrió de forma ruda.
Sabía que Gaara jamás aprobaría su idea, mas eso no evitaba que sintiese atracción por cumplirla.
Pero la ayuda a tal dilema, les llegó días después, de quien menos lo esperaban.
*~*~*~*~*~
Los tres se encontraban en la entrada de aquel lugar, una vez más.
― Sus entradas por favor ―emitió el guardia con un tono serio.
― Aquí tiene, somos tres ―respondió la voz varonil y enérgica del rubio alto y corpulento, quien tenía una enorme y larga cabellera dorada en una desaliñada cola baja.
Detrás de él, Gaako y Kanra miraban expectantes.
― Todo en orden, que disfruten el concierto ―el guardia abrió la cinta de seguridad para dejarlos pasar.
El rubio tomó de la mano a sus “hermanas” para pasar rápido por el extenso pasillo, que llevaba directamente al lugar donde estaba empezando el evento.
―Temari, no camines tan rápido ―objetó Kanra con molestia―. Estos zapatos de chica son difíciles de usar, estoy que me caigo…
―Deja de quejarte ―gruñó el rubio con voz gruesa― Gaara no es tan quisquilloso y puede seguirme el paso…
Se detuvo en seco, al ver que su hermano menor en realidad iba arrastrado de puntillas en el suelo, en silencio, a pesar de lo incomodo que iba.
―Oh, disculpen, no sentí la diferencia de fuerza… no estoy acostumbrada a este cuerpo… ―soltó sus manos.
― ¡Pues claro, usando el jutsu inverso, se te sale la fuerza de gorila rubio que llevas siempre dentro! ―exclamó molesta Kanra, mientras levantaba del suelo a Gaako y le sacudía el polvo de sus ropas.
Editado: 19.01.2020