Todos estaba cansados de buscar, algo que ni siquiera sabían que era lo que debían encontrar. Gabriel, sólo estaba desesperado tratando de hallarlo.
El sol se colaba encima de sus cabezas y por la altura en la que se encontraba deducía que eran aproximadamente las 12 del mediodía. Cuándo tuvo la oportunidad, se sentó en una roca o tal vez era lo que quedaba de un pilar de aquella ciudad en ruinas.
Tomó un respiro, y se secó el sudor que escurría de su frente. Miró con recelo a su padre qué pateaba la caliente arena. Sus demás acompañantes se encontraban igual o peor de agotados.
—No vamos a encontrar nada en este montón de tierra—, rezongó.
—¿Cómo quieres encontrarlo si estás ahí sentada?
—¡Ya me cansé! —Gritó—¡Si tanto te interesa búscalo tú! No vine al otro lado del mundo sólo a ponerme a buscar algo en medio de la nada cómo un esclavo...
Su padre comenzó a reír a carcajadas, se retorcía y la intensidad en la que lo hacía, provocó que los demás le miraran extrañados.
—Claro que lo vas a buscar, —dijo aun riendo, —por qué si no lo encontramos no nos podemos ir de aquí.
—¿Qué puedes encontrar en un templo de Zeus en ruinas?
—No es de Zeus—, corrigió su padre posándose frente a ella. —Y ahora, debemos encontrar lo que venimos a buscar.
La levantó tomándola del brazo. Ella le dio una patada en la pierna.
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Editado: 05.04.2018