Crónicas de un soñador Il

Andén sangriento

 

Estación del metro al mediodía, andaba esquivando personas que bajaban de los vagones. Alexander y Keiser, se hospedaban en un pequeño departamento que estaba oculto entre uno de los túneles, había acceso a él sin dificultad; escaleras de hierro en forma de caracol.

 Subió las escaleras y la alertó dos policías que bajaban, luego se dio cuenta, que había una cinta amarilla con las letras keep out, dónde debía estar la puerta negra de hierro.

Los sujetos de azul le prohibieron el paso, sin embargo, exaltada los golpeó en el estómago dejándolos inconscientes; los recostó entre los escalones y siguió ascendiendo.

 Desde su posición vio sangre en la pared blanca; sintió nauseas. Levantó la cinta y al entrar a la habitación, la sangre estaba por todos lados; en el suelo, las paredes; todo yacía desordenado y destruido; buscaban algo. Olía la sangre coagulada y no evitó vomitar en el cesto de basura a su izquierda.

Un texto escrito con sangre que decía: “Tu eres la próxima”, le provocó escalofríos

 ¿Quién había matado a su hermano y a Keiser? Comenzó a temblar y no distinguió si era miedo, enojo, tristeza o asco.

Se percató que las ropas de ellos estaban en el suelo, sabía que eran suyas porqué las llevaban puestas ese día, mas no encontró una explicación; faltaban sus cuerpos. Tenía conocimiento, qué cuando había una escena del crimen, los cuerpos se quedaban hasta que llegaban detectives, pero sabía que esas personas aún no iban.

Encontró otro mensaje bajo la ropa de Alexander: “Voy a matarlos uno por uno.”

No pudo contener el llanto, dejó caer la ropa al suelo y salió disparada del departamento, se cayó de las escaleras de sentonazo. En su huida, chocó con muchas personas, a las cuales aventó del andén a las vías del tren.

 Fue tanta su ansiedad que los policías comenzaron a perseguirla.

Intentaban detenerla; ella percibía que aparte del cuerpo policíaco alguien más iba tras su cabeza, vio sombras que flotaban entre las personas que la miraban curiosas.

 

***

Estaba a salvo en el bosque. Llegó a la cabaña donde vivían unos familiares, entró y se sentó en el sofá; le ofrecieron té para calmar su ansiedad; lloraba y tiritaba.

Le preguntaron que le pasaba. Todos ya estaban enterados de la muerte de Alexander y Keiser; aunque nunca se percataron de los mensajes escritos en sangre.

—Soy la próxima. —, dijo.

 —¿Cómo lo sabes? —, preguntó su amiga de la infancia que había ido a buscarla.

—Lo escribió en sangre ¿no te dijeron?

—No había mensajes.

 —¡Yo los vi!

 —Pudo haber regresado… —, exclamó su amiga.

—Ellos no le hicieron nada…¿Por qué los mató?

—Para llegar a ti —, Gea la abrazó, fue un cálido y afectuoso gesto que la hizo sentir protegida. Extrañaba a Gea, llevaba años sin verla y no entendía por qué había llegado de la nada.

Gea, separóse de su amiga porqué fuera de los territorios de la cabaña, había un hombre encaminándose hasta ellas.

—Te buscan—, comentó la joven sonriendo.

Se giró, se sintió abrumada al ver a Hidan ¿Cómo la había encontrado? El mayor sonrió. Se quedó mirándola desde el árbol dónde se había detenido a tomar un descanso; era un alivio observarla sana y salva.

La fémina se encaminó hasta él, y al tenerlo cerca lo abrazó. Lo apretó con fuerza y recostó la cabeza en su hombro.

—Hola—, saludó Hidan.

—Hola —, respondió — ¿Cómo me encontraste?

—Siempre te encontraré —, él la rodeó. La extrañaba; le besó la frente y se separó —Alexander y Keiser están vivos.

La sangre se le fue a los pies, las náuseas la invadieron ¿Escuchó bien? Ella había visto sus ropas ensangrentadas y el departamento hecho un desastre.

 —¡Yo vi su sangre regada por todos lados! —, gritó.

El mayor negó y volvió a abrazarla; procuró tener sus labios cerca de su oído. Debía ser precavido.

—Fue una trampa—, contestó—regresó y supo que la engañamos; con su sangre escribió el mensaje que iba para ti. Llegué un poco tarde, vi cuando escapabas y cerraron el metro con toda esa gente ahí. Fue por eso que te busqué aquí…En el metro murieron muchas personas.

—Yo no los maté…Es una bruja.

 —¿Cómo escapaste?

 —No lo recuerdo.

Una pregunta le cruzaba en la cabeza, era un poco extremista, mas debía saberlo. Él significaba mucho en su vida; lo amaba, pero no sabía sí era correspondida. Por su mente se formuló la pregunta: “¿Hidan me amas?”



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 05.04.2018

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