Azul esperaba fuera de una casa color naranja con barandal blanco. Hacía mucho aire y frío, había nieve en el suelo y crujía a sus pasos. Le gustaba ese sonido porqué en la región donde vivía, cada invierno era muy frío, pero no había nieve; ese invierno fue la excepción.
A pesar del clima, en la calle se encontraban muchos chicos practicando skateboard. Azul vivía cerca de un parque.
Entró a la casa con su amiga, ella la seguía y fueron hasta la sala; era estrecha, tenía muebles viejos con estampados de flores color café, un librero de color caoba, dónde había televisión y muchos adornos. No había libros. Olía a dulce; tomaron asiento en el sillón más largo, luego Azul tomó un álbum de la mesa de centro y le mostró unas fotografías. Recordó el día que fueron tomadas y se sobresaltó al ver al rubio, con su sombrero negro y su abrigo del mismo color, a su lado.
—¿Qué hace él ahí? —Azul miró la foto.
—Venía contigo—, respondió y se acomodó en el sofá.
—¿Qué? No es verdad, venía sin compañía—, reclamó.
—Está en la foto—, aclaró Azul señalando al rubio.
—Llegué sola. —Azul bufó y empezó a enseñarle más fotografías del mismo día. En todas ellas salía su hermano a su lado. Sonreía, algo más extraño.
—¿Cómo? —Preguntó. Vio a su amiga, aún con incredulidad—¿Tu lo viste?
—Te estoy diciendo que venía contigo.
—Pero yo no me acuerdo…
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Editado: 05.04.2018