Crónicas de un soñador Ill

Fenrir

 

Tocaron la puerta; torció la boca al escuchar el ruido porque se peinaba; dejó la plancha para el cabello en el tocador y fue abrir.  Sorprendióse al mirar a Fenrir. La observó con seriedad. Desde qué él se enteró que salía con Aram se había distanciado.

Él odiaba Aram por una razón, ¿Qué hacía su amado para que le odiarán?  El moreno, tiró el cigarro que llevaba en la mano.

—Date prisa—, dijo. —Vienes conmigo.

—¿Por qué? —, levantó la ceja.

—Porqué debes venir conmigo—, metió las manos en su pantalón y ladeó la cabeza.

 Lyla se giró y se metió a su casa, llegó a su cuarto. Oyó a Fenrir entrar; peinó su cabello en una coleta, después apagó la plancha y se puso una sudadera. Salió y con la boca torcida veía a otro hombre que decía ser su hermano mayor o ¿era ella la que decía eso?

—Nunca te veo y ahora vienes sin una explicación—El mayor suspiró.

Recargo sus brazos en sus piernas, había tomado asiento en el sillón de la sala.

—Quiero que me acompañes a una fiesta.

—¿Qué? ¿No puedes ir tu solo? No me gustan las fiestas….me incomoda ver tantas personas.

—No conozco la ciudad, Lyla.

—¿De verdad quieres que vaya? 

La joven hizo una mueca, Fenrir asintió, tuvo que cambiar su sudadera por un saco y sus converses por unas botas cortas de gamuza color negras, luego, se maquillo los ojos. Caminó hasta la puerta cuando estuvo lista, y le indicó al mayor que saliera.

Así pues, anduvieron por la ciudad a pie; oscureció temprano y Lyla temía regresar a casa muy tarde. Platicó con su hermano en el camino. Se preguntaron muchas cosas para ponerse al corriente en su vida y agradeció que nunca entró en la conversación Aram, Gabriel, Rhys y los demás. Aunque nunca le mencionó porqué debía ir a la fiesta y quien era el anfitrión.

Cuando llegaron a la casa, la contempló por su grandeza y fachada; era única. No sabía que en su ciudad hubiera semejante estructura, por lo tanto, se percató que ella tampoco conocía el lugar dónde nació.

Fenrir entró, pues las puertas estaban abiertas de par en par y había gente afuera y dentro. La música y las bebidas eran lo más destacado.

Lyla se impactó al ver a Abed de espaldas. Reconocería esa silueta dónde fuera, el cabello lacio y negro hasta el cuello, los hombros y la espalda; el traje. Apenas iba a preguntarle al moreno porque Abed estaba allí, pero Fenrir, ya estaba con Abed tocándole el hombro.

El pelinegro, se giró y al ver a Fenrir, se dibujó una sonrisa radiante en su cara, al igual que a Fenrir; pero eso no terminaba ahí, los dos se abrazaron; fue un gesto en los cuales los hombres que se tienen afecto, duran un tiempo abrazados y se dan unas palmadas en la espalda.

Se separaron y Abed contemplaba a su interlocutor. Ambos platicaban y Lyla, no entendía porque aquellos dos eran conocidos, incluso podría decir que por ese gesto afectivo, eran amigos. Un amigo de Abed se acercó a Fenrir y lo saludó de mano, ella lo conocía porque también era amigo de Aram.

Se sintió ignorante, no sabía mucho de la vida de Fenrir. Se acordó del trato que Abed tenía con Gabriel. Pensó que tal vez por eso estaba ahí, quizá había caído en una trampa. Escuchó entonces que Fenrir dijo:

—Ella viene conmigo, me trajo aquí.—El moreno estiró un brazo para que se acercará a él.

Al toparse con la mirada de Abed, se ruborizo y le saludó tomando su mano.

—Hace mucho que no te veía—, comentó el anfitrión.

Suspiró, esperaba encontrarse a alguien más.

 



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En el texto hay: vampiros, zombies, aventuras

Editado: 14.04.2018

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