Subió a un tren con destino a un lugar que eligió al azar; sin embargo creyó que la razón de aquel lugar no fue coincidencia, no cree en ellas y además, hay una frase que lo dice todo: "Por algo." Vagó por el angosto pasillo y diez filas después tomó asiento a lado de la ventana, dio un suspiro, colocó su mochila en el otro asiento y al sentirse libre de equipaje sacó su libro perdiéndose en las páginas de aquella historia.
Pasaron horas, tal vez tres, y al parar el tren, lo primero que apartó fue el libro; en el asiento de en frente yacía una persona, que por cierto, no había visto en el trayecto del viaje; así, al momento de guardar el libro sintióse observada, viró un poco la cabeza y cerró los ojos acompañándolos con un suspiró.
—Hola—, respondió.
— ¿Qué tal?—La voz rasposa y grave provocó temblor en su organismo.
Siguió con los ojos cerrados controlando su respiración; iba a llorar, a gritar; se enojó e incluso estaba a punto de salir corriendo del vagón, pero claro en su imaginación. El roce de una piel cálida e inolvidable tocó su barbilla, sin más remedio abrió los ojos. Dedicó una media sonrisa frunciendo los labios, empero, la sonrisa contagiosa de su interlocutor la llevó a la complicidad devolviendo el gesto.
—Aram...—Habló.
— ¿Sí?—Preguntó colocando una mano tras su cabeza, sonriendo.
— ¿Por qué?—Hizo una mueca.
—Te seguí
—Vayámonos...—Lo tomó de la mano sin decir otra palabra.
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Editado: 14.04.2018