Precipitadamente una voz en su cabeza la llamaba y la condujo hasta el closet de la habitación del primer piso. Abrió la puerta y en frente vio los cajones que eran seis, sin embargo, la voz misteriosa y susurrante provenía del almacén pequeño encima de los cajones; como nunca ponían llave porque no tenía chapa, metió el dedo en el agujero vacío y abrió la compuerta.
La voz desapareció y en su lugar se manifestaron un millar de ratas; al ver que saltaron a su cuerpo gritó alterada, asustando a los roedores que invadieron todo el cuarto, aunque entre tanto jaleo pudo salir corriendo del cuarto y por último salió de la casa y a pesar de sus esfuerzos, no pudo cerrar la puerta. Corrió con presura al techo de una vagoneta blanca y allí permaneció tapándose los oídos y gritando el nombre del guardián porque la voz volvió y las ratas, saltaron con mucho impulso amenazándole a caer al suelo dónde la jauría de roedores la esperaban abajo.
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Editado: 14.04.2018