La curiosidad le llevó al negocio de una persona que decía poder comunicarse al más allá. No había una razón tan personal para estar ahí; sin embargo, en su aventura comenzó a seguir a un individuo. Ese sujeto desprendía una energía anormal, que trajo su atención, aunque con este hecho descubriría que en su interior habitaba una bestia que amaba.
Usando las habilidades que ha adquirido con el paso de los años, pudo capturar al sujeto, que iba cubierto con la capucha de la sudadera gris. Dedujo que era in joven de veintitantos y que tal vez, pertenecía a una pandilla. Pudo llevarlo hasta el lugar dónde leía el letrero de aquella médium.
Llamó a la puerta y esperó ansiosa a la persona que saldría tras la puerta. Por un momento recordó al personaje de Whoppie Wilbur en Ghost, mas le causó gracia al ver que la mujer que abrió la puerta, no era la actriz afroamericana pero pudo serlo. Saludó cordialmente y sè presentó. Aquella mujer le preguntó qué se le ofrecía.
— Hay algo dentro de él que me está incomodando, —confesó.— No lo tolero y quiero saber que es.
— ¿Lo conoces? — Cuestionó la mujer cruzando sus brazos.
— Puede ser...pero quiero ver su rostro y no puedo. Miro un hueco negro...
— ¿Y necesitas mi ayuda? — Atajó la médium.
La joven afirmó con la cabeza, cerró los ojos en un gesto agotado. Miró al chico quién no se movía, sólo llevaba sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera y cuando Lyla volvió a estudiarlo, comenzó a mecerse con los talones. La mayor frunció los labios y las mejillas, se hizo a un lado e invitó a pasar a los desconocidos.
— Esto tendrá consecuencias —, dijo haciendo un ademán con la mano indicándoles que se sentaran a la mesa redonda con mantel color aqua.
Tras seguir la indicación el sujeto encapuchado se sentó frente a Lyla y a lado de ambos la señora. Les pidió que se tomaran las manos y por nada del mundo se soltaran. Luego comenzó su ritual, invocó las buenas y malas energías que había entre ellos; pidió protección a su dios y por último, vio a la joven.
— Espero que sepas los que estás haciendo,— amenazó. —Todo está listo para que hagas tu pregunta.
La chica observó al encapuchado y frunció el cejo al percatarse que podía ver su rostro; por lo tanto tardó en formular su pregunta causando que el chico preguntara primero. Una pregunta boba que fue contestada con una carcajada. Al momento de oír la risa, el rostro del joven volvió a ser un agujero negro.
Lyla palideció sintiendo que era absorbida por la oscuridad de aquel rostro sin forma; apretó las manos de las personas y escuchó una voz en su cabeza, un susurro cálido que la tranquilizó, mas no entendió lo que emitió. Miró al joven encapuchado otra vez; el hueco negro le observaba.
— ¿Quién eres? —, preguntó.
— Oh, al fin una pregunta inteligente —, respondió. — Lyla, ya nos conocemos ¿reconoces mi voz? — La joven se estremeció de pies a cabeza; un flash back se plasmó en su mente. Vio al viejo director de cine amarrado en la silla pronunciando su nombre.
— Amon...— susurró al punto de soltar la mano de la afroamericana, quién por su parte; le apretó la mano para no soltarla.
— No me has olvidado. — Sonrió.
Ver en el hueco una boca fina con una hilera de dientes le hizo tiritar. La escena de en frente le pareció tétrica; la voz que escuchó antes seguía ahí, se atrapó gruñéndole a Amon, un sonido que provenía de su garganta pero no era su tono de voz. Sobresaltada miró a la mujer a su lado derecho, ella le observó con el cejo fruncido y Lyla preguntó casi en un susurro que había sido aquel sonido.
— Fuiste tú. —Respondió la mayor. Lyla desvió la mirada hacía Amon quién aún sostenía su mano. Tragó saliva, su corazón palpitaba muy rápido pues tenía miedo. Amon soltó las manos de las mujeres y rió.
— ¿Por qué gruñes? — preguntó el demonio. — No me digas que apenas despertaste...Debiste tener más tiempo...Sabía que me encontrarías...me dio gusto verte de nuevo. —Se levantó siendo otra vez un hombre con rostro.
Caminó hasta la salida y desapareció. La joven observó a la médium qué fue cuestionada con la mirada; Lyla al soltar su mano vio la imagen de un hermoso lobo color gris en su mente. Fue cuando entendió que los gruñidos no eran de ella. Eran de ese lobo que ahora habitaba en su interior pero ¿por qué? Sabía que Amon además de ser un demonio condenado a no tener cuerpo fue uno de los primeros licántropos que existió.
Editado: 19.07.2020