Cronicas de una guerra: sombras del tiempo

CAPÍTULO XIX

En cuanto llegó una vez más a casa de Jaime, se encontró a su hija junto a su abuelo aun esperando el regreso de Kanda.

―¿Tuviste algún problema?

―Por suerte no, nada chilló, nadie preguntó. ― sacó la pequeña figurita de su bolsillo, así como también la libreta con las anotaciones de Duncan.

Tanto Emma como Jaime se acercaron a mirar la misteriosa figura en silencio, sin siquiera tocarla, como si fuera algo sumamente peligroso. César se dedicó a releer las notas mientras seguían esperando a la marciana y, tal y como había pasado apenas su marido había desaparecido, seguía sin entender demasiado. Duncan usaba demasiadas abreviaturas extrañas que para él no tenían ningún sentido, y las palabras que no estaban abreviadas tampoco significaban mucho para él. La mayoría, sin embargo, tenían un signo de interrogación al final, por lo que supuso que eran las presunciones que el arqueólogo había hecho sobre épocas, periodos y culturas.

Al cabo de una hora, Kanda apareció nuevamente en medio de la sala, pero no estaba sola. Una mujer de unos cincuenta años y cabello extremadamente blanco la acompañaba.

―Ella es Shappa, antiguo miembro del ejército real y actual líder del clan de la luz.

La mujer les sonrió en señal de saludo y su mirada de centró automáticamente en Jaime. ―Tu eres el padre de Duncan.

―Así es.

La mujer se le acercó, con un dejo de culpabilidad en sus ojos. ―Hace años tuve que borrarte la memoria, lo lamento mucho, pero era necesario para mantener la línea temporal estable.

El anciano arqueó las cejas, sin entender demasiado y miró por un momento a Kanda. ―¿Es por eso que ella dice que ya nos conocíamos pero yo no la recuerdo? ― Shappa asintió con la cabeza. Jaime hizo un gesto para que todos volvieran a sentarse. ―¿Alguien quiere un té?

Para alegría del inglés, todos asintieron con la cabeza, por lo que se excusó un momento para ir a prepararlos. La mujer de cabello blanquecino volvió a hablar.

―Tú debes de ser César. ― el aludido asintió. ―Es un gusto conocerte, y a tu hija. ― le sonrió por un momento a la niña y luego volvió a ponerse seria. ―Luché junto a tu marido hace veinte años, en lo que supongo fue el inesperado viaje que acaba de hacer hace un par de días. Quién nos presentó en ese momento estaba seguro de que yo podría ayudarlo a regresar a su época, tal y como Kanda me ha buscado ahora para ayudarte a ti a traerlo de regreso. Jamás me hubiera imaginado que contribuiría al mismo hecho en dos momentos diferentes de mi vida.

―Entonces... ¿usted puede traerlo de regreso? ¿O al menos ayudarnos?

―Eso espero.

En cuanto Jaime regresó, bandeja en mano con las tazas humeantes, continuó hablando.

―Cuando Duncan llegó a Marte le entregué un libro escrito por mis ancestros, con la esperanza de que pudiera encontrar algo sobre viajes en el tiempo. Lo encontró, pero estaba en un idioma ya perdido hace tiempo, por lo que me dediqué a intentar descifrarlo. Afortunadamente, lo logré y creo saber qué fue lo que ha pasado. Kanda me dijo que Duncan desapareció mientras analizaba un objeto, ¿lo tienes aquí?

―Sí. ― César se lo tendió. ―Le llegó la misma mañana en la que desapareció, según él provenía de Oaxaca, un lugar en México. Me dijo que creía que era muy antiguo, de esa zona, pero que había algo que no le cuadraba.

La mujer observó la figura humanoide con detenimiento. ―Tiene sentido que no le cuadrada, esto es marciano. De mi clan, para ser más precisos. Y poseía un gran poder, pero al parecer, ya se ha vaciado casi por completo.

―¿Ese poder fue la causa de que él desapareciera?

―Así es. ― dejó la figurita con suavidad sobre la mesa y tomó su taza, dando un ligero sorbo a su té. ―Quien sea que haya introducido semejante poder en la figura, se aseguró de que se activara al ser tocado por un marciano. Y sospecho que, para ser más precisos, cuando fuera tocado por un marciano del fuego. No podría imaginarme quién, pero alguien del clan de la luz quería que Duncan viajara al pasado y tomó todas las medidas necesarias para que ocurriera.

―Eso es mucha molestia para que haya sido alguien al azar. ― Jaime intervino. ―Tiene que haber sido alguien que supiera que él debía estar en ese momento de la historia marciana.

―Estoy de acuerdo, pero mi clan raramente viene a la Tierra. ― Shappa miró por un momento a Kanda, que se había quedado muy pensativa. ―¿Alguna idea de quién podría ser? ― la joven negó con la cabeza. ―Sea como fuera, si queremos traerlo de regreso, hay que recrear las condiciones en las que se fue, es decir, infundir al objeto de una enorme energía y hacer que un marciano del clan del fuego lo active.



#19946 en Fantasía

En el texto hay: amor gay, aliens, poderes elementales

Editado: 09.10.2019

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