Historia 9: Una realidad escolar
¿Qué era realmente la realidad?
¿Cómo saber si nuestros días no estaban marcados por una vil mentira?
Para esas cuestiones existían las teorías de conspiración, algunas más exageradas que otras, en su mayoría ninguna tenía un fundamento teórico que pudiese ser demostrado. No obstante, de tantas tonterías que circulaban en la red seguramente alguna debía ser real, ¿no es así?
Esmeralda de la Luz era una chica mágica, usaba sus poderes para salvar la ciudad de los seres sobrenaturales que ahí existían. Su rutina consistía en la siguiente: Levantarse temprano, ir a la escuela, charlar con los amigos, practicar sus habilidades de combate, pelear contra algún villano (opcional), regresar a casa, hacer sus deberes, navegar por la red, charlar con su padre (opcional) y finalmente ir a dormir.
Aquella rutina quedó marcada en su interior y no solo en el de ella, todas las personas en el mundo seguían un patrón preestablecido que los mantenía en la línea de la realidad y cordura. Después de todo, los humanos poseían la capacidad de pensar, dicha habilidad les permitió sobrevivir en medio de tantas bestias gigantes durante la antigüedad.
¿Pero todo esto era real?
¿Cómo saber si lo qué sucede a nuestro alrededor no es más que una ilusión?
No hay forma de comprobarlo, porque nadie ha vivido un fraude, de lo contrario, podrían identificar cuál es la diferencia entre una realidad falsa y una verdadera. Por lo tanto, no existe algo como una falsa realidad, ya que la falsedad individual puede convertirse en verdad colectiva si más de uno vive dentro de su propio mundo.
Un razonamiento complicado y tedioso, ¿pero no funcionaba así la mente humana?
Proceso, análisis, resultados, conclusiones…
¿Cómo poder identificar tanta información qué existía a nuestro alrededor?
Esmeralda se levantó de la cama y alistó sus cosas para ir a clases, antes de partir saludó a Víctor con una sonrisa, posteriormente mantuvieron una plática normal y en seguida caminó hacia la escuela. El clima cálido era sofocante, las personas traían ropas ligeras debido al intenso calor, muchos autos iban con las ventanas cerradas, pues traían consigo el aire acondicionado a todo motor.
La fecha de su teléfono marcaba: 3 de noviembre, un día común, sin ninguna efeméride sorprendente a nivel nacional, internacional o sobrenatural. Al entrar al instituto saludó a Wendy.
—Buenos días, Wendy.
—Hola, Esmeralda, ¿hiciste la tarea de matemáticas?, porque yo no. —Una sonrisa se mostró en los labios de la chica, Esmeralda por otro lado soltó un suspiro lleno de resignación.
—Deberías ser más responsable con tus trabajos —argumentó, de inmediato la joven heroína sacó de su mochila un cuaderno rosado —. Toma, te prestaré mis apuntes para que puedas hacer el trabajo, pero no te acostumbres tanto.
—¡Gracias!, eres un amor, Esmeralda.
Una conversación casual, sin ningún sobresalto o novedad, lo mismo pasó con las clases que tomaron junto al docente. Fueron repasos generales de temas que ya sabían, un mero refuerzo a los conocimientos adquiridos durante el semestre, nada que ganar, tampoco perder. Podría decirse que fue un día poco productivo en cuestión académica.
Aún así, Esmeralda tenía una sensación diferente, como si ya hubiese estado ahí en otro lugar y tiempo. Sonaba extraño y hasta redundante: Obviamente ya estuvo ahí el día anterior, pues iba a la escuela de lunes a viernes, también vio los temas con anterioridad, por lo tanto, era natural que tuviese dicha familiaridad con el entorno.
Entonces… ¿por qué andaba de esa manera?
De repente todo se volvió negro, Esmeralda sintió una sensación (válgame la redundancia) parecida al desmayo, pero no perdió la consciencia, más bien volvió a recuperarla. Se encontraba en su habitación, con sus pijamas y el cabello despeinado, no tenía ningún malestar, tampoco alguna marca de energía mágica sobre su cuerpo.
—¿Qué pasó? —Ella tenía memorias de lo que hizo durante la tarde-noche de ayer, fue a casa, preparó unos huevos y se quedó viendo televisión. Aún así, ella no creyó haber hecho esas cosas, pues esas imágenes parecían un mero producto de la imaginación antes que recuerdos reales.