Crónicas de una Maho Shoujo

Historia 12: Magical Blade

 Historia 12: Magical Blade

 Era una noche fría y oscura en los barrios más bajos de Ciudad Juárez, Chihuahua, el viento invernal golpeaba con todo a los pobres habitantes obligándolos a usar suéteres y chamarras pesadas. Ahí, en medio de las solitarias calles ocurría un crimen común, ya no era sorprendente ver estas escenas tan desgarradoras.

 —Bastardos, hijos de puta, los odio a todos. —Una mujer maldecía la desgraciada suerte que le tocó pasar, mientras su pequeña hija de diez años veía como la vida de su madre se desvanecía en un mar de frustración. La señora era demasiado delgada, con piel pálida y ojos cafés carentes de brillo, su blusa blanca se tiñó de rojo escarlata que poco a poco iba consumiendo todas sus prendas.

 ¿El motivo?

 Un robo, ella cargaba solo cincuenta pesos y en un jodido mal entendido un ladrón acabó por apuñalarla. ¿Acaso su vida solo valía esa cantidad de dinero?, la señora maldijo a los siete vientos toda la desgracia que pasó durante años. Vivió pobre, casada con un humilde albañil y sin ningún tipo de estudio, maltratada por su familia e ignorada por el resto del mundo.

 Sí, una muerte insignificante, un feminicidio que  aparecerá en las portadas de periódicos y ocupando veinte segundos en un noticiero mañanero. Así de insignificante era la vida de esta triste mujer, cuyo nombre ni siquiera valía la pena mencionar.

 —¡Mamá!, llamaré a una ambulancia para que te recuperes, vas a ver que todo saldrá bien. —La niña en cuestión no era muy diferente a sus compañeras de clase, vestía un uniforme escolar sencillo, compuesto de falda roja y blusa café, portaba lentes baratos y también un listón rojo en su cabello.

—Ya déjalo, Emily, me va a llevar la chingada. —La mujer empezó a vomitar sangre, su cuerpo se enfriaba cada vez más rápido y para colmo nadie salió a brindarles apoyo —. Este mundo es una mierda, hija, una mierda, lo odio, odio todo acerca del mundo, ¡lo detesto! —La mujer tosió fuertemente, pero ni siquiera el dolor pudo detener sus lamentos.

—Mamá, no digas más, v-vendrá la policía a salvarte…—Emily susurró mientras trataba de mantener la calma, debido al frío empezó a temblar y por consecuente sufrió un ligero dolor de garganta. No sabía si gritar, correr o marcar por celular, la adrenalina en su cuerpecito se acumuló en demasía que acabó por no hacer nada.

—Nadie vendrá a salvarme a mí ni a ti, nadie, ¿me escuchaste?, los humanos son mierda, ¡todos y cada uno de ellos!, sobrevive…—Y tras esas últimas palabras la vida de esa pobre mujer llegó a su fin.

 Aquella fue una muerte insignificante para el mundo, la policía llegó media hora después para confirmar el deceso, periodistas tomaron fotos de la escena y como de costumbre el cadáver salió en primera plana. No obstante, dos días después Ciudad Juárez olvidó el incidente, las demás personas continuaron con sus vidas como si nada hubiese pasado.

 Una muerta más en la estadística.

 Sin embargo, Emily no olvidó la muerte de su madre, ¿cómo podría hacerlo?, esas últimas palabras rompieron su corazón brutalmente. “Los humanos son mierda”, aquella frase contenía un significado tan profundo, que ni siquiera los filósofos más sabios podrían encontrar la respuesta.

 Después de todo, ¿cómo explicar el odio?, tantos lo habían intentado y al final se llegaba a la misma conclusión: Ninguna.

 La vida de Emily dio un giro de trescientos sesenta grados, su padre no podía llevarla a la escuela, por lo tanto, se vio forzada a caminar grandes distancias durante la noche. Fueron días pesados, a veces se sentía sola y lloraba en el baño para que no se burlasen de ella, extrañaba las tortas que le preparaba su mamá con tanto esfuerzo, usando pan a punto de caducar y jamón bien cocido para evitar cualquier tipo de enfermedades.

 Aún así, Emily todavía quería creer en la felicidad, ella se aferró a la dulce idea de que los humanos eran buenos. Si seguía el consejo de su madre, entonces le estaría dando la razón a un odio brutal y terminaría por destruir las esperanzas de su progenitora: una vida feliz.

 Por desgracia, lo que encontró al llegar a casa antes de su onceavo cumpleaños terminó por romperla para siempre. La escena frente a ella era surrealista, Emily no sabía lo que estaba frente a sus ojos, simplemente era irreal, absurdo, sacado de un cuento o película de terror.



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En el texto hay: romance, chicas magicas, accion y drama

Editado: 11.04.2019

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