Crónicas post-apocalípticas

Un robo atrevido…

Cabeceamos con pereza. Vemos un lento atardecer en un cielo cada vez más extraño. La atmosfera cambio hace tantos años… las luces en el cielo. Veo luces en el cielo que en mi niñez eran propias de las zonas polares, y que ahora se ven en cualquier lado por la baja altura de la atmosfera y los múltiples campos magnéticos…. ¿Antes eran sólo dos?... no lo recuerdo.

 

Hoy fue un buen día, los jóvenes se apiadaron de los viejos que aquí nos reunimos, nos oyeron platicar, y nos contaron de sus cosechas y labores. Espero recordarlos mañana a todos ellos, maldita demencia senil. A veces no sé ni que desayuné, y sin embargo recuerdo a mi esposa, a cada momento, a cada segundo tengo algún destello de memorias con ella a mi lado. Esas historias les gustan a las jovencitas, parece que les parece tierno escuchar las historias de viejos matrimonios, y eventuales historias de la sociedad antes de la guerra… y las historias de supervivencia. Aunque no son tan populares últimamente. Hay demasiados niños pequeños, y preferimos compartirles historias más adecuadas para sus edades. Somos los abuelos de esta ciudad, los pilares. Los viejos fundadores.

 

Alí está en la silla de la orilla. Es el único que aún conserva su memoria intacta, bueno, la mayor parte. ¡¡Él sí que tiene una historia de sobrevivencia!!, se comió a su suegra!! (¡¡jajajajaja!!), todos voltean a verme y les recuerdo que Alí se comió a su suegra y nos reímos con muchas ganas todos, un montón de viejos riéndose… olvidé de que se trataba… ¡ha! Sí… la suegra. Ojalá hubiera sido la mía. Maldita gorda… ¿sí era gorda? No lo recuerdo.

 

José es latino, es el único ingeniero que sabía cómo reparar y hacer funcionar una planta de energía solar, el resto de nosotros sobrevivimos gracias a sus ingeniosos medios para reparar casi todo, y debido a su fama en el campamento y la consecuente ciudad y la dispar población (4 chicas por cada varón)… Bueno, digamos que un tercio de la nueva población tiene genes no muy europeos…. (¡¡jajajajaja!!), todos voltean a verme y les recuerdo que José es el papá de medio campamento y nos reímos con ganas hasta que nos lloran los ojos… ha!

 

Esperen. ¿De qué se ríen estos vejestorios?… ha… ya recordé (¡¡jajajajaja!!)

 

Nos acercan una charola con fruta picada, la traen de los jardines circundantes. Hay tanta fruta… Antes no había tanta abundancia de alimentos, la gente trabajaba por la comida, y solía hacerlo durante toda la semana, trabajaba muy duro para ganar unos pocos euros. No tener estudios era un impedimento para ganar bien… Hoy el dinero no tiene valor… La fruta sabe bien. ¿Dónde estamos? Está oscureciendo.

 

La noche es hermosa. Ya está haciendo frío y comienzan las historias sin público. Las historias de viejos que tratan de hallarle sentido a el día vivido, extrañando a los que ya murieron, contando anécdotas de nuestras familias, nuestros hijos. Nos ayudamos mutuamente a rememorar los nombres de los seres que tratamos de recordar… Mascotas. Amigos. Familiares. Hijos. Vecinos. ¿Como era el mundo antes de la guerra? Esa es la pregunta más frecuente desde hace algunos meses. ¿Yo?, no soy muy dado a narrar esas historias, sin embargo, me despierta por las noches el recuerdo. Vi el cielo caerse en pedazos. Las calles se torcieron por el repentino calor que disolvía el aire a nuestro alrededor, el piso se levantaba y los vidrios caían de los edificios… en fragmentos a medio derretir. El viento… el maldito viento. El suelo se movía como si fuera líquido. Vi un auto salir despedido contra un muro mientras el suelo bajo sus ruedas estallaba por la presión de agua en las alcantarillas que hervían por el intenso calor de un misil que explotó bajo tierra a pocos kilómetros de distancia. El viento nos arrastró como si fuera un tornado, nos levantó muchos metros y los afortunados caímos en un lago. Siempre despierto al caer al agua…

 

Alguien se ríe… ¿Fred se llamaba, o era Alfred?, lo volteamos a ver y nos dice que si recordamos el día que un lobo se resbaló con una cascara de fruta y se fue por unas laaaargas escaleras, no termino de escucharlo, ya me estoy riendo como loco, y todos conmigo (¡¡jajajajaja!!). Phillippe (sí, así lo escribe el imbécil), no se ríe, porque el lobo aterrizó… sobre su espalda y se lastimó, él insiste sólo en ese detalle. Pero no por eso paramos de reír. Cuando lo aplastó, el detalle que él no quiere recordar… es que sus cuerpos cayeron en una letrina MUY usada y llena de desechos. Sospechó que con esa imagen en mente es que literalmente hubo quien empezó a aullar de risa… ¡¡bendita senectud!!

 

Fuimos los fundadores de esta ciudad… una empalizada en algunas partes, grandes extensiones de malla en otras, muros en donde fue posible hacerlos, fosas en otros puntos y enormes grietas con fondos tan profundos que no se ven a simple vista, las playas a nuestras espaldas se levantaron en muros disparejos por efecto del movimiento del suelo tras las explosiones… Convirtiendo esta enorme zona en un lugar seguro, salvo por un punto, nuestro asilo… El lugar donde estamos es el único lugar en el que no podemos construir nada porque el suelo es pantanoso. Aquí hubo un atolón, o arrecife… una cosa natural que se arruinó por el derrame de un buque cisterna con miles de toneladas de petróleo crudo que explotó durante el bombardeo de hace muchos años. Un pantano venenoso, eso se creó al levantarse el fondo marino que encerró este brazo del mar y lo convirtió en una aberración. Sin embargo, estamos nosotros, no importa cuánto hemos envejecido, seguimos siendo los vigilantes, una próstata inflamada y malos hábitos de sueño son un excelente recurso para guardar esta frontera. Las mutaciones que rondan por esta playa son de lo más extravagante. Por ello el asilo si está diseñado para ser una barrera, pero al mismo tiempo para ser algo más en caso de ser necesario.




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