Caroline.
En cada niño se debería poner un cartel que dijera: tratar con cuidado, contiene sueños. –Mirko Badiale.
No sabía si había pasado mucho tiempo desde que mi jefe se fue y me dejo con su hija. Pero si sabía que aquella pequeña niña llevaba mucho tiempo mirando sus zapatos con notoria tristeza en su rostro y eso...no era normal.
Me acerque lentamente y me senté a su lado, su larga cabellera le cubría el rostro, pero podría asegurar de que me miraba por el rabillo de su ojo.
- ¿Qué edad tienes pequeña? - pregunte con delicadeza.
Ella simplemente levanto sus manitos mostrándome la cantidad de años que tenía: 6.
Aún seguía algo shockeada por todo lo sucedido, las palabras de Thom volvían a mi mente, y es que como era posible que la gente dijera por ahí de que casi era un asesino porque su novia había desaparecido embarazada, y ahora tenía frente a mis ojos a una bella niña que era la vil copia de aquel imponente y gruñón hombre a quien llamaba jefe. Aunque me era inevitable pensar: ¿Dónde está la mamá?
Moría de curiosidad por saber más sobre el tema, era demasiado curiosa y eso a veces me traía problemas. Así que debía morderme la lengua para no cometer un error que me dejara sin trabajo y por ende sin cumplir mi sueño. Así que por ahora solo me concentraría en intentar distraer a esa pobre niña, su rostro de tristeza ya me perturbaba y no me gusta ver a los niños así, los niños deberían ser felices, hacer travesuras, sonreír, reír y ser amados por sus padres.
Rebusque en mi bolso, sabía que tenía unos dulces sueltos. Por alguna razón siempre tenía dulces sueltos en mis bolsillos o en mis bolsos...era una glotona de primera. Cuando por fin encontré uno, me puse de pie y me hinque frente a ella tendiéndole aquel insignificante dulce con una sonrisa en mis labios, la castaña elevo su rostro y abrió un poco sus ojos con asombro, miraba el dulce y luego me miraba a mí, hizo ese movimiento varias veces hasta que finalmente abrió sus labios y susurro:
-Papi no me deja comer dulces.
¡Debía ser una broma!, que niño en este mugroso planeta no comía dulces... ¡Era un ogro!
Mire hacia ambos lados simulando buscar a alguien y luego la mire con una sonrisa traviesa.
-Yo no veo a tu Papi por aquí, así que si tú lo quieres tómalo y será nuestro secreto.
Los ojos de la niña brillaron y con manos temblorosas tomo aquel pequeño dulce y luego de sacarle el envoltorio se lo echo a la boca dejando escapar un sonido de satisfacción que me lleno el alma.
-Sera nuestro secreto- puse mi meñique haciendo una curva y ella lo miro con extrañeza- se llama pinki promise, las amigas suelen hacerlo cuando prometen algo.
-Usted...¿qui-quiere ser mi amiga?- su voz temblorosa al preguntar eso hizo que sintiera una presión en mi pecho- nadie quiere ser mi amiga...¿Usted si?
Mi mentón tembló anunciando que quería llorar, ¿es que aquella niña no tenía amigas?, le toco un padre infeliz y gruñón y además una vida sin amigos...era demasiado para mi corazón de abuelita.
-Me llamo Caroline Bustos y puedes llamarme Caro y yo hoy...prometo ser tu amiga- prometí estirando aún más mi meñique, aquel pequeño angelito se le ilumino su rostro y me brindo la más hermosa sonrisa que había visto, enredo su dedo con el mío y luego me abrazo rodeando sus bracitos por mi cuello.
Nunca he sido amante de los niños, menos de los niños mañosos, pero algo en esta niña llamo mi atención. No sé si es el mañoso padre que tiene, el aura de tristeza que refleja o su pura inocencia, pero sé que algo me atrae a ella y si debo ser amiga de una niña de seis años lo seré, con tal de volver a ver aquella hermosa sonrisa que me brindo. Los niños deben ser felices y está más que claro que esta niña no lo es.
Estuvimos conversando sobre su escuela, y de paso me conto la razón del porque había despertado la bestia en aquel hombre. Y ahora entiendo la mención del psicólogo, Emily me conto que la habían mandado al psicólogo por su comportamiento, porque según la directora no era normal, y está bien quizás no era normal andar golpeando a los niños y que te llamen tres veces por semana para decirte que tu hija se portó mal, pero tampoco está bien el Bullying que ella recibe... ¿Estará su padre enterado de eso?, por como el reacciona lo dudo. Pero tampoco puedo meterme en donde no me llaman...no más de lo que ya lo he hecho.
La vida de Niall Horan es cada vez más intrigante y no se tanto podre mantenerme al margen de todo.
Niall.
Marketing, ventas, dinero...negocios. Era lo único que hablaba la gente frente a mí, mis propios trabajadores que estaban a cargo de cada sucursal que tenía en el país. Mensualmente teníamos una reunión donde presentábamos las estadísticas y balances del mes, si habíamos subido en ventas, habíamos bajado o nos mantuvimos. Generalmente estaba más atento que todos, pero el día de hoy no podía, mi mente se encontraba en el hall principal, pensando en que estarán haciendo ellas, en que, si mi hija se estará comportando y en que ella no le haga nada a mi hija, llevaba trabajando apenas dos semanas con aquella chica de pelo rojo y gran bocota, pero aun no podía confiar al 100%, aunque dudo que pueda llegar a confiar totalmente, no confiaba ni en mi sombra, y sin embargo ahí voy y le entrego mi vida a ella. Y lo otro que me tenía más que preocupado era el temita del psicólogo, y es que donde conseguiría un psicólogo de confianza en menos de 24 hrs, si mañana no llegaba con, aunque sea la hora tomada, no la dejarían entrar.
¿Qué tanto pasara en la mente de mi pequeña como para que reaccione tan violentamente?
-Señor Horan, ¿Usted qué opina? - la voz de uno de mis trabajadores me hizo volver a la realidad. Lo miré y fruncí mi ceño, no sabía de qué estaba hablando.
-Opino, que la reunión finalizo. Me entregan los documentos que les solicite y se retiran.