Cruel verdad

Capítulo 1

20 de junio de 2019

Cojo mi guitarra y con un cosquilleo recorriéndome la punta de los dedos comienzo a tocar como cada tarde de cada sábado desde hace un año. Counting stars de OneRepublic sale de mi boca rozando mis labios en un fino toque que me produce unas pequeñas cosquillas. Formo una sonrisa en mi rostro.

-Lately, I've been, I've been losing sleep, dreaming about the things that we could be- cambio de acorde y me concentro en mirar al cielo y dejar fluir las palabras por mi garganta sin pensarlas demasiado- But baby, I've been, I've been praying hard, said no more counting dollars, we'll be counting stars, yeah, we'll be counting stars.

Esta es una de mis canciones favoritas por encima de todo, nadie me podrá quitar el sentimiento que la letra me transmite:

Libertad.

-I see this life, like a swinging vine, swing my heart across the line, and in my face is flashing signs, seek it out and ye shall find- un hombre coloca en mi funda un billete de 10 y le dedico mi mejor sonrisa, disfrutando la canción- Old, but I'm not that old, young, but I'm not that bold, and I don't think the world is sold, on just doing what we're told.

Unas personas me comienzan a rodear, mientras escuchan un pequeño solo de guitarra que yo misma añadí antes de volver a cantar. Aplauden al ritmo de la música y sus pequeños pasos de baile improvisado y lleno de vergüenza acompaña al mío, vivo y con ganas de ser mostrado al público. Aunque eso no quita el hecho de que sea estúpido y mal hecho.

-I feel something so right, doing the wrong thing, and I feel something so wrong, doing the right thing, I couldn't lie, couldn't lie, couldn't lie, everything that kills me makes me feel alive

Una risa por mi parte antes de seguir tocando. Sonrisas del público queriendo que la canción nunca acabe.

-Lately, I've been, I've been losing sleep, dreaming about the things that we could be, but baby, I've been, I've been praying hard, said no more counting dollars, we'll be counting stars- unos últimos acordes y finalizo, haciendo una reverencia y recibiendo los halagos de la gente- muchas gracias.

Las personas se disipan y la calle vuelve a estar en calma. Comienzo a recoger el dinero que hay en mi funda y guardo mi guitarra en ella, acabando el espectáculo de hoy. El dueño de la cafetería de al lado sale y me tiende una rosquilla, felicitándome por lo bien que he cantado hoy. Lleva haciendo eso durante un año. Se ha convertido en una especie de tradición extraña entre ese señor con el que solo comparto unas pocas palabras cada sábado. Lo conozco de toda la vida, si. Es un pueblo pequeño. Es imposible no saber de la vida de los demás, pero eso no quita que yo no me interese por sus vidas,

-Tienes talento, llegarás lejos- repitió lo mismo que cada fin de semana y volvió a entrar tarareando la canción que acabo de tocar.

Hacer esto me libra de estrés, veo las sonrisas de la gente al escuchar mi voz y simplemente renazco, sin poder evitarlo. Me coloco la guitarra en la espalda y comienzo a caminar por la calle rumbo de vuelta a mi casa, sintiendo como mi entusiasmo disminuye por cada paso que doy, junto con mi sonrisa, volviendo mis labios una fina línea imperturbable.

Mis pasos se vuelven pesados, queriendo detener el tiempo y no llegar nunca. Las calles se hacen cada vez más estrechas, aunque creo que eso es simplemente efecto de mi imaginación y que en realidad lo que encoge es mi corazón. Observo la línea recta formada en los rostros de la gente y entristezco más porque no puedo hacer nada por cambiar sus días. Siempre he pensado que es mejor disfrutar la vida al máximo que sufrir por cosas que en un futuro nos darán igual, pero que ahora nos frenan. Se necesita un empujón para darte cuenta de lo genial que es seguir vivo. Yo tuve esa ayuda, pero espero que a nadie más le llegue de esa forma.

La vida es injusta a veces.

Después de dar unos pequeños rodeos alargando el momento, entro a mi casa, escuchando de fondo los gritos de mis padres y metiendo las llaves en mi bolsillo trasero.

La banda sonora de mi vida.

Con cuidado, subo las escaleras contando los escalones uno a uno como todos los días y llego a la puerta de mi habitación. Toco tres veces. Estas manías algún día me martarán, estoy segura. Entro silbando la canción que hace unas horas cantaba con alegría mientras dejo todo tirado por el suelo. Siempre me cuesta librarme de las palabras que pronuncio con música de fondo.

Tal y como dice la letra, me gusta hacer cosas prohibidas, me hacen sentir viva, por ello, hago lo que hago todos los fines de semana que puedo. Counting stars es una de mis canciones favoritas. Cada viernes llego a casa y me quito la ropa incómoda que llevo puesta, ya que siempre voy nada más salir del instituto, guardo mis apuntes de toda la semana, cojo la guitarra y me escapo para hacer lo que más me gusta, fuera de los límites establecidos en mi dulce hogar. Los fines de semana son mis días favoritos y no porque no haya clase. Simplemente desafío las reglas.

Enciendo mi móvil y comienzo a contestar a todos mis compañeros de clase que solo me escriben desesperados, queriendo que les pase los deberes como si yo no tuviese mayor problema que ese. Me gustaría tener amigos para poder quejarme de todo aquello, pero la mayoría son falsos y no quiero que me tachen de gilipollas justo antes de que acaba el curso. Solo queda un día. Por último, llamo a mi novio para dedicarle las buenas noches como cada día. Eso nunca sale de mi rutina. Es algo eterno.

-¿Cómo está la chica más guapa que he visto en mi vida?

Hago como que me lo pienso con una sonrisa en el rostro.

-Deja que le pregunte a la vecina, creo que ha estado un poco estresada con alguna cosa- ríe al otro lado de la línea haciendo que mi corazón lata a mil por hora.

-¿Qué tal tu espectáculo de hoy?



#21276 en Novela romántica

En el texto hay: musica, chicaxchica, lgbt

Editado: 03.11.2021

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