Cruzada de sangre

Capítulo 19

Acababa de anochecer cuando el vehículo inicio su marcha. Violeta viste elegantemente un traje de tono azul, luce su figura esbelta y su cabellos suelto y liso cae con gracias a los costados. Su mirada fría le da un toque misterioso, aunque una sonrisa cruel se dibujó en su rostro al fijarse en la forma como la contemplo anonadada. Es claro que su expresión es para sacarme en cara la enorme distancia que existe entre ella y yo.

Se que Claudia y Rosa han hecho un enorme trabajo para que mi rostro luzca lindo, e incluso me admire al mirarme al espejo. Pero el vestido tan extravagante que Marco había elegido me daba una apariencia extraña, algo perfecto para una noche de brujas, no para una ocasión como esta. ¿Por qué no visto como Violeta que se ve tan elegante y femenina? ¿Es una forma de este tipo de que se burlaran de mí? Sacudí mi cabeza recordando que eso no es algo de lo que debería preocuparme, lo más importante es al fin encontrarme con Cristóbal. Al verlo a los ojos, sabría si lo que Rosa me había dicho era cierto o no.

—Te ves linda —escuche la voz de Marcos, fijándome en Violeta. Pero esta me dirigió una mirada furibunda, ahí me percaté que la frase iba dirigida a mí y no a ella.

Lo mire con sorpresa, una leve sonrisa sarcástica se reflejó en su rostro. Tensé mi expresión mirándolo con frialdad. Esto pareció agradarle, ya que cerró los ojos con gesto satisfecho mientras tomaba asiento. Igual no puedo negar que me sentí extraña al escuchar que alguien me llame linda, aun cuando fuera hecho solo con la intención de molestarme.

—No pongas esa cara, lo digo en serio —agregó.

Como respuesta solo moví la cabeza, en señal de que le creo. Pero al parecer se dio cuenta de lo incomoda que me siento con ese vestido. Cruzo los brazos riéndose de mí, para luego mirarme fijamente en forma intimidante.

—Para que un ser entre a ser el sirviente de otro debe haber un pacto de sangre de por medio —exclamó sin quitarme la mirada—. El amo beberá su sangre y a la vez el sirviente tomará la sangre que su futuro dueño le dé. Con eso se confirma el lazo entre un sirviente y su amo.

Su mirada, fría, extraña, con sus ojos bien abiertos y su expresión amenazante, como si en cualquier minuto pudiera atacarme, hizo que me alejara de su lado. Baje la mirada para no sentir su amenaza, pero tomando mi mentón me obligo a mirarlo a los ojos.

—Esta no es solo una fiesta para presentarte, es la ceremonia en que legalmente pasas a ser mía.

Me soltó casi con violencia, y se quedó contemplándome con una extraña sonrisa como si esperara que mi rostro delatara lo que en estos momentos estoy pensando, pero solo entrecerré los ojos bajando la cabeza. Coloque mis manos apoyando mi frente con gesto desesperado, no puedo evitar sentir que mis fuerzas se desvanecen. Sentí mis manos temblar, mientras fijaba mi mirada en las ventanas del vehículo. Si saltara hacia afuera del auto podría huir, esconderme, e impedir esta ceremonia.

—Ni lo pienses —advirtió mirándome con fijeza—. Si lo haces no dudare en arrancarte los brazos.

La expresión fría de su rostro me dio a entender que no miente. Lo mire tensando mi semblante. Me sonrió con dulzura fingida.

El viaje se demoró menos de lo que esperaba, o tal vez la angustia de lo que podría pasar horas después hace que el tiempo corra más rápido de lo que quisiera. Me parece que la casa de Cristóbal y Víctor se ve más grande e imponente que nunca. Han decorado con luces blancas todo el jardín, con tantas luces que a pesar de que ya ha oscurecido hacen que el lugar se vea claro. Rosas blancas en las mesas cubiertas de manteles blancos, y cintas doradas. Es admirable la forma como han decorado cada detalle, de una forma tan elegante que es como una cruel burla a lo que representaba la ceremonia que se llevará acabo.

—Al fin has llegado —exclamó Cristóbal dirigiéndose a Marcos, mientras cruzaba los brazos entre un tono amenazante y amigable.

—Y yo veo que has exagerado demasiado con la decoración —sonrió Marcos con gesto de burla.

Cristóbal lo miró con fingida sorpresa y luego se río.

—Después te quejas de que tu amigo no se preocupa por los detalles —exclamó.

Como respuesta Marcos se rio. Hay cierto aire de amistad entre ambos que nunca había visto, es cierto entonces eso de que ambos habían sido muy amigos.

Me parece que ha pasado tanto tiempo que no nos vemos que me siento cohibida ante su presencia. Notó en eso que Marcos me contempla con severidad, tal vez como una advertencia por si intento hacer un movimiento contra él. Pero Cristóbal le habla llamando su atención y hablan animadamente de personas que no conozco. En todo ese momento Cristóbal nunca me dirigió la mirada, y en cierta forma me siento desilusionada, no me lo esperaba, tuve la esperanza de que aún le importaba.

Marcos colocó sus manos en mis hombros empujándome frente a Cristóbal.

—No has dicho nada de Amapola, perdón creo que la llamabas ¿Catalina? —señaló con cierto aire de fastidio.

Cristóbal me contempló con indiferencia. Hubo un instante de silencio en el cual su copa de vino le llamaba más la atención.

—No soy de recordar mucho los rostros que poca importancia tienen en mi vida, pero veo que estas satisfecho con ella por la forma como la has vestido, parece la muñeca de un niño caprichoso —y se rio con ironía ante la forma molesta como Marcos carraspeó al ser llamado de esa forma.

Es doloroso, al escucharlo no sé si finge que no le importó o es sincero, titubeó de las palabras de Rosa al decirme que Cristóbal y Víctor alguna vez estuvieron preocupados por evitar que cayera en las manos de Marcos.

—Me alegro de saber la poca importancia que mi mascota tiene para ti, pensé que intentarías arrebatármela —tomó un sorbo de su copa de vino—. Espero que tu hermanastro piense lo mismo,

—Lo que él piense es algo que ni me va ni me viene, además ni siquiera fue invitado a esta ceremonia. Tú sabes que en nuestro clan él no es considerado parte de la familia, su sangre no es pura como la nuestra. Seria deshonroso tenerlo aquí— respondió con gesto cansado.




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