Cruzada de sangre

Capítulo 34

La noche ha llegado con suma rapidez. Un fresco viento recorre los jardines donde una Luna llena iluminaba cada rincón que bajo las sombras de algunas nubes parecen esconder algo siniestro. El salón principal decorado con miles de luces y cintas doradas hace contraste con la tranquilidad angustiante del jardín. La música suave se pierde en las voces y risas atrapadas tras el cristal de la sala.

Víctor camina en silencio, con expresión altanera y visiblemente serio, no esconde su desprecio hacia aquellos que lo miran con desagrado por su condición de híbrido. Su negro cabellos cae con rebeldía en su frente y sus ojos oscuros reflejan tal frialdad que nadie se atreve a dirigirle la palabra. No puedo negar que aun con esa expresión lo encuentro cada día más guapo, no es precisamente porque sea el hombre perfecto, porque en orden de belleza Cristóbal es el que está mejor dotado. Pero Víctor tiene algo que no tiene Cristóbal, una especie de mirada salvaje que su morena piel y rasgos propios de su madre lo hacen distinto a los vampiros. Posee esa gracia propia de que aun no siendo un hombre que destacaba en una exagerada belleza, tiene un no sé qué, que le daba un aire atractivo.

De repente me miró y sonrió con una leve complicidad.

—De verdad es que te gusto ¿eh? —me preguntó poniendo su mano en mi cintura.

—¿Por qué lo dices? —pregunté tratando de zafarme de su mano, aun molesta por su cita nocturna con aquella mujer, Vanessa.

Pero sí, me gustaba, y a causa de eso es que me parece cada día más fascinante. Creo que quienes se han enamorado alguna vez se dan cuenta que de repente la persona querida se empieza a ver más bella, que sus rasgos que lo hacen tan propio, destacan, dándoles un mayor encanto.

—¿Por qué no he de gustarte? Soy el sueño de muchas mujeres —respondió mirándome fijamente.

—Pretencioso —murmure molesta.

Sonrió con una leve expresión burlesca.

Estaba a punto de reclamarle, cuando Vanessa vistiendo ropa de jinete, ajustada extremadamente a su cuerpo dando a lucir sus curvas, se acercó caminando con gracia. Sonrió con un gesto seductor a Víctor, quien la observó con seriedad, pero le sonrió con un aire seductor que me molestó.

—¿Has olvidado nuestra cita? —indicó mirando su vestimenta.

Vestía jean oscuro y camisa de manga larga de un tono más oscuro que su pantalón. Abrió los brazos mostrando su ropa casual.

—No lo he olvidado, o acaso para cabalgar necesito vestirse como niñito rico con su ropa de jinete —respondió mordazmente.

La mujer lo contempló con levantando una de sus cejas, al final sonrió desafiante. Cruzó los brazos y con gesto coqueto camino en dirección hacia el jardín.

—Está bien, te ves bien así —murmuró al pasar a su lado—. Ahora sígueme.

—Bien, vamos detrás de ti —respondió Víctor agarrándome de la mano para que lo siguiera. Quise decirle algo, está jugando con ella o ¿Acaso no se da cuenta que solo lo ha invitado a él?

—¿Vamos? —se volteó molesta mirándome con rabia, como si yo fuera quien se ha incluido a la salida a la fuerza—. No recuerdo haber invitado a tu mujercita, además solo pedí dos caballos...

—No necesitamos más caballos llevaré a Catalina conmigo, ella no sabe cabalgar —respondió con naturalidad.

Nos dio la espalda molesta, no quiso disimular su molestia y hablo cortante mientras nos dirigíamos al establo.

Trajeron dos caballos hermosos, de textura musculosa y pelaje bien cuidado. Víctor y Vanessa se subieron sin problemas a sus monturas, en cambio yo que solo en paseos a familiares del campo me había subido una o dos veces cuando tenía menos de cinco años no pude subir con la misma gracia, y casi me avergoncé de mi torpeza refunfuñando que nadie me obligaba a seguir a estos dos.

—Bien, iremos al arroyo, si logras alcanzarme te daré un premio —indicó Vanessa coquetamente dándole un golpe a su caballo, el que salió a todo galope.

—¿Un premio? suena interesante —los vivaces ojos de Víctor se fijaron en el lindo rostro de la vampiresa.

Me siento tan incómoda y molesta por su actitud que lo único que quiero es bajarme e irme. Si ellos quieren jugar a galopar y darse premios, que lo hagan sin incluirme en ellos.

El caballo corre tan rápido que temo caerme, pero mis pensamientos me atormentaban de peor forma, ¿Hay algo entre Víctor y esa mujer? De repente dimos un salto sobre un enorme tronco, me asusté tanto que no pude seguir conteniendo la frustración de sentirme como quien toca el violín en medio de una pareja.

—¡Bájame! ¡No quiero seguir más! —grité molesta.

Se detuvo mirándome con sorpresa sin entender por qué le hablaba así.

—¿Que paso? —preguntó preocupado.

—Quiero irme a la habitación, no me involucres en tus juegos con esa mujer —indiqué tratando de calmarme.

—¿Hablas de Vanessa?...

—Si algo paso entre ustedes yo no soy el juguete que utilices para sacarle celos —apreté los dientes—. Búscate otra de quien burlarte.

Su serio rostro cambio mostrando una sonrisa y luego riéndose ante mi estupefacción.

—Estas celosa, mi linda Cat —luego con expresión tranquila agregó—. Entre esa mujer y yo no ha habido nada.

—Pero ella dijo que fue tu exnovia —pregunté sin creerle.

—¿Mi novia? No. Y aun cuando lo hubiera intentado, su madre no nos hubiera dejado. Vanessa es hija de Ellen, la líder del clan Nigrum lupum, hermana menor de Samanta, la ex prometida de Cristóbal. Ya debes haberte dado cuenta, pero esa mujer Ellen, detesta a los híbridos y humanos, jamás hubiera dejado que un híbrido se hubiese casado con su hija. Vanessa no me gusta, y nunca me gustara, me cargan las mujeres tan superficiales como ella, criada como niña rica y caprichosa de sociedad alta.

Lo quede mirando sin saber que decir, me dio un suave beso.

—Sinceramente la única mujer que me interesa er...

Pero un grito espantoso desde el oscuro y frondoso bosque le interrumpió. Un alarido desgarrador que de inmediato fue tragado por la noche. Me quede helada, paralizada. Los chillidos de las aves que huyen espantadas ante lo que acabábamos de escuchar tornó el ambiente nocturno a una lúgubre escena de una noche de terror. Víctor arrugó el ceño seriamente, su rostro se ve tenso. Tomando las riendas de su caballo nos dirigimos al bosque, tengo miedo de ir ahí, pero alguien podría necesitar ayuda.




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