Cruzada de sangre

Capítulo 36

Aun un intranquila por el encuentro con Marcos entre a la habitación y cerré la puerta con el seguro. Me senté en la cama mi corazón recién comenzaba a calmarse. No puedo olvidar su amenaza ni aquellos ojos de asesino que me desconcertaban. Aferre mis manos a las mantas de la cama viendo que aun sigo temblando.

 

Al sentir que alguien golpeaba la puerta me sobresalté.

 

—¿Sí? —pregunté con cautela.

 

—Soy yo —es la voz de Víctor.

 

De inmediato me acerqué y abrí la puerta. Entró seriamente al parecer no hay buenas noticias, guardo silencio antes de agregar:

 

—Hable con Cristóbal, dice que irnos así tan abruptamente puede ser tomado como una ofensa al clan que organiza esta fiesta, por lo que él hablara primero diciendo que nos retiraremos por algún problema de salud. Por ahora solo nos queda esperar.

 

Sus oscuros ojos se fijaron en los míos, como si repentinamente algo le molestara. Desvié con rapidez la mirada sin pensarlo, dudaba si contarle mi encuentro con Marcos, no porque no confío en él sino por el mal presentimiento que no me deja respirar tranquila. Temo que al contarle lo de Marcos salga a buscarlo para confrontarlo y presiento que quien sacará la peor parte será Víctor. No puedo permitir que pase eso.

 

—¿Ha pasado algo? estas demasiado extraña —indicó mirándome con seriedad.

 

—No, nada —sonreí tratando de suavizar el ambiente que comenzaba a ponerse tenso.

 

Víctor suspiró dejando de mirarme. Se levantó de la cama, ya que antes se había sentado a mi lado. Se movió inquieto como si quisiera decirme algo y no supiera de qué manera hacerlo.

 

—¿Por qué mientes? —preguntó secamente.

 

—¿Por qué dices eso? —intenté defenderme, aunque sé que tiene razón.

 

—Tú debes saberlo —se alejó visiblemente molesto.

 

Guarde silencio. ¿Habla por lo de Marcos? Pero él no podría saberlo. Al levantar la cabeza me observaba fijamente con sus oscuros ojos como si quisiera penetrar mi mente. Ante mi expresión nerviosa arrugó el ceño.

 

—Bien, no quiero seguir hablando contigo, voy a dormir.

 

—No entiendes yo...

 

—Dejémoslo hasta ahí —señaló sin mirarme dándome la espalda.

 

—No, hasta que me dejes explicarte —hablé secamente.

 

Se volteó molesto su fría mirada me recordó la primera vez que nos encontramos. Se acercó sin borrar su severo semblante. Arrugó el ceño mirándolo inquieta sin saber qué dirá, siento coraje por su actitud tan cerrada. Tocó mis labios sin mirarme a los ojos, tratando de suavizar su expresión, pero repentinamente apretó los dientes con rabia dándome la espalda y alejándose.

 

—Deja de mentirme —murmuró—. Pensé que confiabas en mi...

 

Entrecerró los ojos tratando de calmarse.

 

—No he hecho nada de lo que crees — bajé la mirada—. Sigo a tu lado a pesar de vivir dentro de una confusión en que no sé si me permitirás quererte o no, o solo buscas que sea tu mujer de compañía en la cual no hay sentimientos entremezclados ¿Porque tampoco confías que si callo es por una fuerte razón?

 

Le pregunte seriamente.

 

—No puedo confiar en ti si estas impregnada del olor de ese tipo —me respondió apretando los dientes—. ¿Crees que soy tan tonto para no darme cuenta de que te encontraste con él?

 

Abrí los ojos mirándolo sorprendida y torpemente este gesto fue el que delató que tenía razón. Se sentó en la cama apoyando su frente sobre su mano, su mirada preocupada y una mezcla de angustia me hizo sentir culpable, aunque mis intenciones de no contarle mi encuentro con Marcos son para protegerlo de mi mal presentimiento. Pero no lo ve así.

 

—Víctor, yo...

 

—Me has mentido, pensé que no serias capaz —me observó con rencor haciéndome sentir aún peor.

 

—No seas injusto —reclamé molesta, no es justo que me acusé sin saber las razones.

 

—¿Qué no lo sea? —me miró con una irónica sonrisa—. Te encuentras con un tipo que está obsesionado contigo, y me esconde dicho encuentro ¿Qué quieres que piense?

 

—Por favor confía en mi tengo mis razones...

 

Volteó mirando solo por unos segundos con seriedad. Luego su expresión cambio por indiferencia. Levantando sus cejas con actitud incrédula.

 

—Entiendo, si quieres irte con él entonces vete —agregó secamente.

 

—Víctor no es eso —negué sonriendo—, yo solo...

 

—¡Vete! —me gritó sorprendiéndome—. Ya me cansé de ti, de tus actitudes, ¡de aquel falso amor que profesas! Nunca podría querer a una mujer como tú...

 

Tragué saliva sintiendo un nudo en la garganta, se que debería decirle lo que paso con Marcos, pero porque no puedo dejar de sentir la amenaza de mi mal presentimiento. Apreté los dientes dándome cuenta de que ya estaba llorando porque a pesar de que intentará no pensar demasiado en sus últimas palabras me han herido. Me sentí rechazada nuevamente pero ahora de la peor manera.

 

—Sí... —murmuré mirando al piso—. Yo igual ya me cansé de esto... no puedo seguir al lado de quien no tenga confianza en mi silencio... de quien otra vez me niega su cariño...

 

Y salí de la habitación caminando rápidamente a través del pasillo. Sí, otra vez estoy huyendo. Su indiferencia y el no creer en mis palabras dejaron que la aflicción se apoderará de mi pecho haciendo que mis lágrimas se asomaran. Apreté los ojos, no lloraría más.

 

Cristóbal apareció frente a mí, tal vez iba en camino a la habitación en que estábamos hospedados. Me quedo mirando sorprendido y preocupado, mi rostro no ocultaba la angustia y dolor que siento.

 

—¿Qué pasa, cat? ¿Estás bien? —me preguntó rodeándome con sus brazos.




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