Mientras me gritaba, cada palabra que salía por sus delgados y venenosos labios eran como puñaladas en el corazón que me hacían ser cobarde y echarme hacia atrás. Como me dolía escucharla decirme semejantes cosas, al final no pude resistirme y mientras me gritaba, una lagrima fue derramada por mis grandes ojos. Ella, al ver que había derramado aquel símbolo de dolor se detuvo, paró de atacarme, pero ya había dicho lo suficiente como para herirme a tal grado que no pude verla un segundo más y salir corriendo de allí lo más rápido posible. Al salir al pasillo escuché que ella me llamaba, su voz suave me hizo entender que había comprendido lo que había hecho. No me importó, no me importa que o haya entendido, solo quería saber cómo estaba y al verla así quise hacer algo para ayudarla y lo que hizo fue atacarme y herirme. Ella nunca me había hablado de esa manera, era como si no fue mi hermana de quien estuviera hablando, ella no reaccionaba de esa manera. Ella no hacía eso.
Corrí hasta mi cuarto y de un portazo cerré la puerta. Me eché en mí ventana y mientras veía por el cristal empecé a llorar. Apoyé mi cabeza del cristal mientras miraba hacia abajo, las lágrimas empezaron a caer como lluvia en día de mayo. Escucho que alguien toca mi puerta, de seguro era ella, no contesté, no me moví, solo seguí llorando.
—Stheisy, perdóname, sé que no debí de agarrármela contigo, fue algo grosero de mi parte sabiendo que solo querías ayudarme —la escucho decir.
—Stheisy por favor mírame —pone su mano sobre mi hombro.
Yo me doy un pequeño giro y me asusto al darme cuenta de que ella estaba del otro lado de la habitación. Ella no había sido quien me tocó el hombro. Me pongo de pie sin creer lo que había sentido. Me llevo mi mano hasta mi hombro, frunzo el ceño y miro hacia abajo buscando una explicación.
—Stheisy, ¿Qué ocurre? —Pregunta ella acercándose a mí.
—No, detente —le digo aun abatida por lo que había pasado.
—Pero ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? —Pregunta ella angustiada.
—Tamara, por favor salte, por favor, mira ya está todo bien, no hay problema con nosotras. Te quiero mucho. Si quieres ahorita hablamos, pero ahora no puedo, por favor sal.
—Pero Stheisy…
—Hablamos luego —me acero a ella.
Ella sale de mi habitación y yo cierro la puerta con seguro, mis nervios estaban de punta. Buscaba una explicación y solo se me ocurre que son fantasmas. Tomo mi computadora y apresurada busco en el navegador. Los resultados empiezan a salir. Yo leo todo lo que me sale y según internet pueda ser que en mi casa exista alguna presencia fantasmal y que si yo soy la más débil ellos puedan alimentarse de mí, pero investigando un poco más leo que los fantasmas se revelan ante las personas que son psíquicas. Quizás eso sea, los fantasmas se están revelando y cómo yo los puedo ver ellos me quieren a mí —Ay que tétrico —susurro. Mi investigación apenas empieza, continúo investigando hasta quedarme dormida sobre mi escritorio.
Me había quedado hasta muy tarde allí buscando explicaciones de lo que está pasando conmigo y con los fantasmas. Es tan fascinante este mundo en el que estoy envuelta, pero también es aterrador poder ver personas muertas. No sé si está mal que me sienta feliz por eso, pero me gusta, me gusta lo que acabo de descubrir de mí, realmente era algo que no me lo esperaba y hasta tiene sentido por lo que había pasado en la escuela mientras ordenaba el curso.
Cuando me despierto siento las teclas del teclado clavadas de un lado de mi cara. Levanto mi cabeza y paso mi mano por mi mejilla. Me pongo de pie y me miro en el espejo. Puedo notar las marcas de las techas marcada en mi mejilla. Me dirijo al baño y me doy una deliciosa ducha. El agua fría hacia tiritar mi esquelético cuerpo, mis labios amoratados y temblorosos son cubierto por mis manos que buscaban el calor de mi aliento. Envolví la toalla alrededor de mi cuerpo y me fui a mi habitación.
Termino de cambiarme, en mi mochila entro todo lo que necesitaba para ese día, el frabulloso momento se acercaba cada segundo. Mi cuerpo se sentía alegre, feliz, estaba tan bien que parecía mala mi felicidad, hasta con la malicia la podían confundir, pero no sé porque me siento tan bien. Era como si me hubieran entrado algo, alguna energía, un espíritu alegre a mi cuerpo que casi me hacía bailar de gozo.
Bajé hasta la cocina donde mi madre preparaba unos sándwiches y mi hermana devoraba un trozo de pan.
—Buenos días —Digo abriendo el refrigerador.
—Buenos días —contesta mi madre mientras ponía los sándwiches sobre un plato—. Stheisy, recuerda procurar a tú hermana cuando salgas de la escuela.