El oficial me había entregado el papel y bolígrafo, aparte, mi compañera se había quejado por la falta de comida y ya nos había traído algo de comer (por fin).
Yo permanezco con el lapicero posicionado a punto de empezar a escribir, pero no sabía por dónde empezar.
—Oye, ¿Cómo empezarías a escribir una carta donde le revelaras a tu mejor amigo tu mayor secreto? —La miro devorar la comida mientras está sentada en su cama.
—Ella traga el bocado—. No sé, dile que tienes miedo de su reacción y que siempre temiste de que cuando supiera la verdad te rechazara. No sé, ponlo lo más penoso posible. Haz que en vez de que sienta enojo sienta lastima por ti.
Escucho detenidamente sus palabras.
15-2-2018
Buenos días Travis. Soy yo, Stheisy.
Estoy detenida, no sé qué pasará conmigo, mi madre y mi abogado están buscando la manera de zafarme de este desastre. No sé nada de ti, cuando me llevaron no te vi, no te volví a ver desde que me abrazaste en el pasillo mientras veíamos el curso incendiarse. Luego desapareciste y toda la escuela ayudó a los policías para que me capturaran. Tengo dos días aquí, tengo una compañera, de seguro te agradaría, es muy linda y simpática, me ha caído bien. Ha estado aquí desde antes que llegara, no han pagado su fianza y al parecer le darán cárcel. No sé bien cómo es esto, aún tengo confusiones sobre como son las cosas, pero bien.
Mi madre quiere que tome un examen psicológico a ver si pueden zafarme de la cárcel.Yo no quiero ir a un psiquiátrico, no quiero estar allá, digo esto porque estoy segura que ese examen dará que estoy enferma, porque lo estoy. No sé qué tipo es, no sé nada de esto, nunca quise saber qué tenía, no me importaba. Mamá me decía que estaría bien y que solo eso era porque estaba muy triste desde la partida de papá. Era muy pequeña para ese entonces, apenas me acuerdo de lo que pasó ese día. Tengo recuerdos borrosos, e ideas confusas. Quisiera que esto solo fuer atemporal, pero un día estaba investigando y leí que no tiene cura y que solo se puede tratar, me decepcioné al darme cuenta de que viviría toda mi vida con esto.
¿Qué es lo que tengo? La peor de las locuras, tengo esquizofrenia, desde hace ya algunos años lo sé. Tenía quince años cuando lo supe, mi madre me lo dijo. Mi memoria no es muy buena, porque me cuesta mucho concentrarme, no he recibido nunca tratamiento, no sé qué es lo que me pasa porque no conozco los síntomas, no todos. Mi madre me dijo que uno de ellos es escuchar cosas y ver cosas, pero creo que no me pasa nada de esto. Sé que tengo la enfermedad porque en verdad la tengo, pero no puedo identificar los síntomas, no sé si lo que veo o escucho es real. No conozco mi enfermedad, no la conozco y no sé sobre ella. No sé cómo avanza o si lo hace. No sé qué tan mal estoy. No sé si esto me puede matar o no. No la comprendo.
Empiezo a derramar una lágrima al darme cuenta de que no tengo ni la más mínima idea de lo que estoy hablando, ¿Cómo se supone que me entienda si ni siquiera yo comprendo qué es lo que tengo? Me siento tan tonta
Sé que es tonto de hable de lo que no conozco, pero que sí padezco. Ella nunca quiso que investigara, que supiera y me golpeaba si se daba cuenta de que estuve investigando y por eso nunca me atreví a intentarlo otra vez. Me da mucha pena decirte todo esto, sé que debí de hacerlo antes y esperé hasta ahora para contártelo, perdón por eso. No sé por qué ella no quería que lo supiera, nunca lo supe y creo que no lo sabré.
Solo espero que cuando esté en el hospital me vayas a visitar, te esperaré todos los días con ansias y cuando te vuelva a ver estaré feliz de darme cuenta de que no me has olvidado.
Te quiero
Firma tú querida amiga Stheisy Coleman.
Puse el lapicero en el suelo, luego doblé el papel en tres partes. Me puse de pie y antes de que se me olvidara lo guardé debajo de mi cama.
No sé qué tiempo había transcurrido después de la visita de mi madre con el abogado, me imagino que quizás habían pasado unas dos horas aproximadamente. Me acosté en mi cama mirando hacia la pared. Mi compañera tomó el lapicero del suelo.
— ¡Oficial!, ¡oficial tenga! —gritó.
Al poco tiempo escuché una voz grave.
—Muchas gracias —dice complacida.
—De nada —dice aquella voz áspera.
Me di vuelta al sentir un remeneo en la cama, la vi subir la pequeña escalera del camarote. Me acomodé nuevamente, me imagino que ella se fue a dormir un poco, quizás. Yo me quedé allí, pensando en cómo sería mi vida ahora. Encerrada en cuatro paredes junto con locos, era un hecho, yo saldría de aquí para un manicomio. Lo triste es que mis recuerdos son borrosos, trato de recordar el hecho y me doy cuenta de que hay cosas que no logro conectar, simplemente es como si algo faltara. Pero no sé qué es, un tic nervioso se apodera de mi mano. La elevo para mirarla, y veo como esta se sacude, nunca algo así me había pasado antes.