Los murmuros no cesaban; y mucha gente parecía sorprendida, Vincent no entendía hasta que volteó. Dirigiéndose a la casa de Hobbie había un hombre intimidante, vestido de traje con tonos oscuros. Su cabello rizado y negro casi ni se movía con el viento y su tez oscura se veía perfectamente lisa en la luz del sol, o eso creía Vincent. Caminaba con autoridad, la espalda erguida y tocó la puerta de Hobbie con elegancia; sin embargo, cuando el chico le abrió, comenzó a actuar de manera más amena y relajada, parece que no era la primera vez que veía a Hobbie.
El encuentro no era algo que a Vincent le interesara, ni quería entrometerse, así que se fue a casa. Aún había una gran fila frente al mostrador, Vince la rodeó y entró a la casa.
—Hola hijo, ¿cómo te fue con la entrega? —.
—Hola mamá; logré darle los pastelillos a Hobbie justo a tiempo. Después de entregarlos, llegó la visita que esperaba, es un profesor de la Academia Hecat —le contó Vince a su madre.
—¿En serio? Qué interesante, ¿es un familiar? —le preguntó la mujer
—Sí, o al menos eso dijo Hobbie, dice que es uno lejano, y la verdad sí porque es algo diferente físicamente —.
—Bueno, espero que disfruten los pastelillos—.
—Mamá, ¿dónde está papá? ¿quién está atendiendo la cafetería? —. Comentó Vince mientras señalaba al mostrador, completamente abandonado y la gran cantidad de personas haciendo fila.
Su madre se dirigió rápidamente al mostrador y comenzó a atender a los que esperaban. Vincent subió a su habitación riéndose; su padre estaba dormido en el sofá de la sala y su madre no lo había notado. En su habitación, Vince cerró su puerta y colocó un altavoz en su escritorio donde comenzó a reproducir canciones de su banda favorita; una banda muy famosa formada por tres brujas de diferentes aquelarres, sus conciertos realmente eran un espectáculo.
Comenzó a dar vueltas por el cuarto, tomando cosas y cambiándolas de lugar; su habitación nunca estaba igual. Hasta la decoración más pequeña era cambiada de lugar cada día, y ni si quiera Vincent sabía por qué. Tal vez era un tic nervioso, o simplemente es un chico indeciso. Lo único que nunca cambiaba de lugar, además de los muebles más grandes, era una cajita de madera donde guardaba toda su joyería. Estaba en una mesita justo al lado de su cama; tenía las iniciales V. M. talladas en la tapa con una linda caligrafía, la de su abuela.
Habían pasado un par de horas hasta que de repente escuchó golpes en su puerta, era su madre. Se asomó, tenía una cara confundida.
—Oye, Vince… —le dijo con nerviosismo. Vince la miró extrañado.
—¿Pasa algo mamá? —.
—¿Recuerdas al hombre que visitó a Hobbie? —le comentó, Vince asintió. —Bueno… Te está esperando abajo —.
Vincent no comprendía, ¿por qué el pariente de Hobbie lo buscaría a él? Sin saber qué responder, bajó a la sala donde el hombre lo esperaba de pie, con su gran porte, y Hobbie sentado en un sofá. Vincent le lanzó una mirada confundida al otro chico y él respondió con un gesto igual de confundido, él tampoco entendía lo que sucedía. Vincent pudo ver mejor el físico del señor; era de piel negra, lo cual hacía sentido a su cabello rizado casi afro. Sus ojos eran de un marrón rojizo y cuando comenzó a hablar, Vincent alcanzó a ver sus colmillos.
—Vaya, pero si es el famoso Vincent Massini en persona, tu abuela no paraba de hablar de ti y lo maravilloso que eras. Le brillaban los ojos cuando mencionaba tu nombre —.
—Señor… ¿Conocía a mi abuela? —preguntó el chico algo nervioso.
—Por supuesto que sí, Kathreen fue una de las mejores amistades que la inmortalidad pudo darme. Lamento mucho su fallecimiento —dijo el hombre.
—Gracias, lo aprecio mucho… —contestó Vincent.
—Permítanme presentarme; mi nombre es Everett Trocar, soy profesor en la Academia Avanzada Hecate, como probablemente Hobbie les mencionó. He venido… debido a esto —. Comentó el hombre. Había metido su mano a su abrigo y de uno de los bolsillos, sacó una carta que se veía nueva. —Esta carta me la dio tu abuela antes de que enfermara. Me dijo que no viniera a buscarte hasta que cumplieras los dieciséis años. Y me dijo que te diera esta otra. No me dio permiso de leerla—. Continuó, dándole otra carta que se veía algo dañada. Vincent la tomó, y con algo de temor, la abrió. Las manos le temblaban, pero sentía que esto era más importante de lo que parecía.
Querido Vinnie,
Si estás leyendo esto, seguramente ya no estoy contigo. Me siento rara escribiéndolo. Probablemente Everett te dio esta carta, y debes estar muy confundido. Déjame explicarte lo que está por suceder, y creo que te gustará.
Everett es un viejo amigo que logró que me pudiera comunicar con la directora de la Academia Hecate, la Sra. Dorothea. Hablé con ella durante un tiempo, y le expliqué que tenía un nieto muy enérgico y dispuesto a estudiar como cualquier otra criatura. Ella me dijo que lo entendía, pero en ese momento no podía permitirse el riesgo de un humano en la academia debido al conflicto entre elfos y humanos. Pero, me dijo que para cuando cumplieras dieciséis años, existía la posibilidad que el conflicto estuviera en tregua mutua, por lo que pagué tu plaza en la Academia desde ese día. Si recibiste esto, es porque así sucedió.