Introducción.

Bien, se suponía que yo no debía estar leyendo de nuevo eso, pero justo en ese instante lo necesitaba más que nunca. Y no, no era que estaba loca, que el temblor en mis manos estaba justificado por la posición en la que estaba sentada y que el sudor en mi frente mientras trataba de memorizar las líneas de aquel papel, era completamente normal. Claro, porque él no tenía nada que ver. ¡Por supuesto que no!

Sacudí mi cabeza y bajé la vista al papel que hubiera deseado tener años atrás.

Lista de cosas jamás volver a hacer.

1. Jamás de los jamases descanses en un parque luego de buscar trabajo todo el día.

2. Jamás aceptes un café de un chico guapo y tierno.

Aún tenía pesadillas con eso. 

3. No le confíes una relación amorosa al primo de tu socio.

4. Jamás, nunca, por ninguna circunstancia, tengas a un actor como socio.

Leí una y otra vez hasta estar segura de acordarme hasta las comas y me dejé caer sobre mi cama.

Puff, de haber tenido esa lista años atrás, me hubiera evitado muchas cosas vergonzosas, y sé que ahora no entienden de lo que hablo, pero es que a la vida le encantaba burlarse de mí, apuesto que esa desgraciada estaba retorciéndose de risa mientras veía como todo regresaba, como las cosas que pasaron para escribir la lista en un principio, sucedían y de nuevo.

Pero bien, para entender porque estaba a punto de emborracharme con una Pepsi y ahorcarme con papel higiénico, hay que regresar dos años en el tiempo.

Bellos, bellos momentos...

—ay, voy a llorar.