Alysa Wilson
Primer día en la universidad, grandes problemas se avecinan, el primero; no conozco a nadie y el segundo; soy muy introvertida para hacer amigos.
Fue una muy mala idea escoger una carrera que nadie en tu instituto estudiaria, ¿cual es la misteriosa carrera? la tan compleja e incomprendida "Filosofía", y en parte los comprendo pero, ¿quién quisiera estudiar algo que ponga en duda su existencia?
Mi madre afortunadamente me habla y me saca de mis pensamientos en los que estúpidamente me encontraba discutiendo conmigo misma.
—Cariño no puedo creer que nos veremos luego de seis meses — dice con lastima.
—Yo tampoco puedo creerlo — respondo mientras me reprocho internamente de haber aplicado a la universidad más lejos de casa.
—¿Lograrás estar bien? — cuestiona con preocupación.
—Trataré de estarlo.
"Tratar" es en serio solo "tratar"—reprocha mi conciencia.
Mi madre se acerca me da un abrazo mientras me susurra al oído:
—Tienes que estarlo.
—Lo comprendo madre, estaré bien — digo separandome de ella y observando el reloj que se encuentra en mi muñeca.
—Supongo que es hora de despedirnos, porque si no llegaré tarde a mi primer día.
Observo las lágrimas caer del rostro de mi madre, como si hubiera muerto o si nunca más la vería así que tomo su mano y la coloco sobre mi mejilla.
—Lo prometo, estaré bien.
—Tendrás que llamarme todos los días y no olvidarme.
—Nunca lo haría — sonrió tratando de no llorar debido a que por ser el primer día aplique maquillaje a mi rostro y "antes muerta que sencilla" siempre se debe dar una buena impresión el primer día aunque solo sea ese día.
Me bajo del auto y observo a mi madre.
—Adiós mi pequeña, nos vemos pronto.
—Hasta pronto madre — le digo y observo como enciende el vehículo y se marcha.
Me volteo y miró detalladamente la imponente figura del edificio. Camino dentro de él y mientras veo detalladamente a los estudiantes que recorren los pasillos me congelo al ver alguien que nunca más creí volver a ver en toda mi vida.
Cabello tan negro como la oscuridad de la noche, ojos verdes que parecen ver mas allá de tu cuerpo y piel completamente blanca sin ninguna mancha en ella.
Pienso en retroceder pero me doy cuenta de que él ya me ha visto y me da una sonrisa de lado que creo que es para mi hasta que veo a una chica castaña acercarse a él y agradezco al cielo de que no haya notado mi insignificante presencia.
Así que decido ir por otro camino para que las cosas sigan como están, mientras trato de convencerme que no era "él", pero de repente chocó contra una pelirroja.
— Lo siento yo no estaba viendo hacia adelante...
—No hay ningún problema, espera, ¿te encuentras bien?
—Yo por supuesto — balbuceo mientras me apunto con mi dedo.
—¿Segura? estás muy pálida
—Si solo es que he visto...— trato de completar mi frase
— ¿A un fantasma? — cuestiona con una pequeña sonrisa burlándose de mi nerviosismo.
—Eso creo...
—Por cierto mi nombre es Ginette — dice amablemente mientras estira su mano hacia la mía.
—Mi nombre es Alysa —digo y estrecho su mano.
—¿Nueva?
— Si, primer día.
—¿A qué facultad perteneces? — pregunta con curiosidad.
— Filosofía — respondo con un poco de vergüenza.
—Estaremos en edificios cercanos.
—¿Cual es tu facultad? —interrogó.
—Psicología.
Me callo observándola pensé que sería administración de empresas.
—No estoy loca por si lo dudas —Sonrió.
—No pensé que lo estabas solo es que... — interrumpe mi frase.
—Creíste que estudiaba otra carrera — asiento ante su afirmación.
—Llegaremos tarde, ¿te llevo a tu edificio?
—Si no es un problema.
— No lo es, sígueme es por aquí —habla mientras empieza a caminar.
Me muestra algunos lugares por donde pasamos hasta que llegamos a las facultades de psicología y filosofía que definitivamente estaban una al lado de la otra.
—¿Nos vemos después?
— Claro — sonrió y entró por los pasillos hasta llegar a mi aula y tomar asiento.
Saco los libros que necesitaré y veo al profesor entrar y empezar la clase pero luego de unos minutos el profesor observa la puerta y se dirige hacia ella para abrirla.
— Primer día y tarde — suelta con frustración el maestro mientras entra un muchacho de aproximadamente 1.80 de alto pero no le prestó atención y reviso mis apuntes.
—Espero que no esto no sea una costumbre alumno Jones.
Al escuchar ese apellido se me hiela hasta la última gota de sangre que hay en mi cuerpo y alzó la mirada inmediatamente.
¡Oh dios mío! era "él".
Harry Jones estudia aquí.