Cuando digamos adiós

CAPÍTULO II

En el momento en que lo vi desee que alguien me sacara de aquí, también desee vivir en otro planeta para no volverlo a ver e incluso desaparecer mágicamente.

Pero no fue así ninguna de esas cosas sucedió él y yo estábamos aquí, a unos metros uno del otro, y al aceptar que no había escapatoria puse toda mi fe en que el profesor no lo sentaria junto a mi y justo así sucedió.

Le asignaron un asiento unos puestos frente al mío agradecia internamente a todos los santos que existieron, existirán y existen porque esto me permitía esconderme un poco. Sé que suena infantil pero Harry Jones es una persona a la que nunca quise ni pensé volver a ver en el resto de mi vida.

Harry Jones es la definición de lo que el primer amor signifique.

El fue el mío.

Y no me hizo daño yo me lo causé.

El y yo éramos amigos, "los mejores amigos" siempre fue muy amigable por lo que tenia mas amigos que yo, yo solo lo tenia a el.

De pronto lo empecé a mirar más que como un amigo, él jamás me dio falsas esperanzas. Pero su sonrisa era tan brillante que era capaz de iluminar una habitación oscura, y mis dedos se encontraban siempre jugando con su cabello. Fue inevitable pensare en el como solo amigo.

Y cuando se alejó no hice nada para retenerlo me aleje de él, me esfume como polvo en el viento, deje de responder sus llamadas y mensajes cuando volvió a mí, me cambié de ciudad y de instituto sin decirle una sola palabra.

Y creo que ahora él ya no me quiere en su vida, no voy a reaparecer de la nada, no voy a volver a creer sentimientos por él.

Durante toda la clase estuve más enfocada en esconderme que en prestar atención a todo, solo espero no tener que estar con él en las otras.

Cuando entró en la segunda clase observo que el único asiento vacío está a su lado y consideró si salir de esta y apuntarme en otra pero era la clase que esperaba durante todo el día, así que me armo de valor y me siento a su lado.

Esperando que no me reconozca no como yo lo hice con él.

El se gira, ve mi rostro y habla:

—Un placer, mi nombre es Harry Jones —dice mientras examina mi rostro y me muero de los nervios pensando en que debo responder.

—Alysa Wilson — susurro para que no sea capaz de escucharlo.

—Wilson — mi apellido cruza sus labios de forma cruelmente cortante.

—Harry yo en verdad lo sien... — trato de disculparme pero él me interrumpe.

—Se quien fuiste, no me interesa saber quien eres —habla y en ese momento me doy cuenta de que ya no está el brillo en sus ojos, estos lucen apagados y ya no puedo descifrarlo ya que ni siquiera su voz suena con rencor.

—Pero yo solo...

—No soy tu amigo, lo fui ya no lo soy — cuando iba a responderle la maestra entra en el aula y empieza su clase mientras él no vuelve ni siquiera a mirarme.

Cuando termine toda mi jornada de clases me maldecí a mi misma por escoger esta universidad, maldecí al destino y a mi suerte.

Llame a mi madre mientras me hacía de cenar para que vea que estoy bien aunque omití a Harry por ahora no tenía necesidad de saberlo.

Más tarde en la noche me dispuse a leer un libro para mi desagrado fue una historia de amor y tuvo un final feliz, yo no creo en esas cosas el amor no existe solo es un fantasía una que odio y aborrezco con toda mi alma.

Mañana por la mañana donaría el libro ya que gasté mucho en él como para simplemente evitarlo pero necesitaba deshacerme de él.

...

Me levanto por el sonido de mi alarma y elijo algo común para ponerme ya que hoy hacía un frío terrible. Me coloque un pantalón color negro y un buso de lana rojo decidí agarrar mi negro cabello en una coleta y me coloque mis anteojos, sin embargo al mirarme al espejo no pude evitar hacer una mueca de desagrado ante mi reflejo. 

Así que puse en practica el ejercicio que hacia todas las mañanas como mama en casa.

—Me amo — repetí una y otra vez al espejo por treinta minutos. Y antes de irme me pareció olvidar algo y eran mis pastillas uno de que decía "anti-alérgico" la tenía que tomar todos los días.

Pero pronto vi el reflejo mi reflejo en mi ventana y me veía más delgada.

—Respira, eres hermosa, muy hermosa — hable tratando de callar las voces que decían que no lo era.

Cuando me di cuenta de la hora ya era tarde y no podía donar el libro así que lo guardé en mi maletín y me fui.

Tome un taxi y aun así era demasiado tarde y la clase ya había empezado.

—Señorita Wilson, ¿alguna excusa? — pregunta la maestra.

—Yo lo lamento, no tengo ninguna. — respondo sin prestarle atención a lo que ocurrió esta mañana.

—Tome asiento — habla mientras suelta un suspiro.

Me coloco a lado de Jones y pongo mi frasco de pastillas en la mesa. El se gira un momento y lo observa extrañado aunque no le prestó atención hasta que habla.

—¿Qué son?

—Anti-alérgicos — contestó sin interés.

— Sabes qué no son esas cosas.

— Lo son — insisto.

—No eres alérgica a nada — cuando esas palabras dejan sus labios mi respiración falla y empiezo a hacer la actividad más fácil de la vida difícil.

Trato de agarrar el frasco de medicamentos de la mesa pero Jones es más rápido que yo y lo abre.

Y afortunadamente en ese momento se acaba lo poco que quedaba de la clase y nuestra docente nos pide que nos retiremos por lo que alcanzó a quitarle el frasco de sus manos y meterlo en mi maletín.

Y salgo corriendo como si no hubiera un mañana y aunque mi respiración está agitada. Logró entrar en los baños y me deslizo mientras trato de abrir el envase y cuando al fin lo logro el medicamento se riega por todo el piso.

La respiración me falta y no logro coger la botella de agua con mis manos ya que estas tiemblan pero de repente lo veo entrar su corto cabello con ondas está desarreglado parece que corrió hasta aquí.




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