Cuando el destino llama

Capítulo 19

Nadie entendía que pasaba, una pelirroja desconocida a la que no le afectaban los ataques. Su rostro se veía tranquilo, tan sereno y calmado como si no supiera en donde se encontraba, o tal vez si lo sabía y tenía mucha confianza en sus habilidades. Ella miró a su alrededor, los caballeros con abolladuras y raspones en sus armaduras, los banderines de los reinos a medio quemar, miembros del clan de la sombra sangrando y con torniquetes y vendajes improvisados, era una escena desgarradora. 


-¿Quién eres tú?- Preguntó uno de los comandantes del ejército atacante, pero no tuvo respuesta inmediata. Pasaron un par de minutos antes de que la joven dijera algo. 
-Mi nombre es Solaris y estoy aquí en nombre de la diosa Nova.- Al escuchar el nombre de la diosa los miembros del clan de la sombra dejaron caer sus armas y se arrodillaron en la nieve. Nadie más entendía de qué estaba hablando, muchos intentaron protestar pero la melodiosa voz de la chica captó la atención de todos nuevamente. 
-Ustedes mortales, que pelean por algo tan insignificante para complacer a sus codiciosos reyes. Personas inocentes se han visto involucradas en sus atroces acciones y muchas otras perdieron la vida. ¿Y por qué? ¿Por esto?- Señaló el campo con la palma de su mano extendida hacia arriba. 
-¡Basta de tus estupideces!- Mencionó aquel comandante anterior.- Esta tierra será del rey Frederick Von Heaven VI y todo aquel que interfiera será declarado como un enemigo de Su majestad-. Levantó su espada y la apuntó hacia ella. 
-¿Qué crees que haces?- Protestó una mujer del clan de las sombras.- No seas insolente con nuestra Novalión. 
-¿“Nuestra Novalión”?-Repitió aquel hombre- Ahora todo tiene sentido, esto no es más que un truco de ustedes. Aún tenían un as bajo la manga ratas miserables. No se queden ahí parados ¡Matenla!-. Ordenó y los soldados arremetieron contra la chica.  
-Esto es inaudito.- Respondió la joven con total calma en contra de las acciones de los soldados. Aquellos seguidores de la diosa trataron de defenderla pero ella hizo que eso no fuera posible. Las marcas del cuerpo de todos y cada uno de los mercenarios comenzó a brillar con intensidad y se fueron desvaneciendo lentamente, la esencia que liberaban al desvanecerse fue reuniéndose en el aire para finalmente ingresar en el cuerpo de la novalión.  
- Es tiempo de que todos descansen-. Juntó sus manos y al momento de extenderlas al cielo un anillo de luz ámbar muy brillante apareció. Se extendió por toda la zona donde los ejércitos se confrontaban minutos antes y en cuestión de simples segundos todos cayeron al suelo. ¿Inconscientes? No, estaban muertos.  
Sentí un nudo en el estómago al percatarme de que les había quitado la vida, pero el mirarla solo lo empeoró. Aún continuaba con aquella expresión de tranquilidad en su rostro, como si no sintiera el más mínimo remordimiento por lo que acababa de hacer. 
Ballard llegó corriendo desde el otro lado de la fortaleza, su ropa manchada con la sangre de su padre, sus mejillas y nariz rojas por el viento frío de la noche nevada. Sus labios resecos por los jadeos que daba debido al cansancio y sus ojos asombrados por lo que estaba presenciando en el momento. 
Yo lo veía aunque él no me veía a mí. La novalión se dio cuenta de su presencia y volteó a mirarlo, mis nervios reaccionaron de inmediato. ¡Maldita sea! Va a asesinarlo también, o eso fue lo que mi mente me hizo creer. Ella se acercó y lo miró fijamente a los ojos. 
-Debes cambiar la trayectoria de tu camino-. Dijo.- Sólo a ti te daré está oportunidad. 
Él no se movió, su abrumadora presencia le impedía hacerlo. La pelirroja dirigió sus ojos en la misma dirección donde yo me encontraba. Giré creyendo que quizá había alguien detrás de mí, pero no, estaba viéndome a mí. 
Con pasos lentos se fue aproximando a mí persona y no fui capaz de moverme. 
-Ahora es tu turno-. Dijo. – Regresa la calma a estas tierras y evita que haya más sangre derramada.  
Sus intensos ojos penetraban en los míos y no era posible que pudiera responder o emitir sonido alguno, en realidad, ni siquiera me había dado cuenta del momento en que había dejado de respirar. 
-Sin embargo-. Continuó.- me temo que te ha tocado una tarea aún más difícil. 
-¿Tarea?-. Pude musitar al fin. 
-Asi es, un gran odio y rencor a estado creciendo durante años, ahora es tu deber terminar con esa línea de caos. 
Colocó una de sus manos en mi hombro izquierdo. -Buena suerte, Novalión. 
Antes de que pudiera decir algo más una fuerte ventisca levantó las cenizas de lo que el fuego había ya consumado. 
Abrí mis ojos de golpe y di una profunda bocanada de aire. Al parpadear varias veces y mirar a mí alrededor pude darme cuenta de que Jaqueline estaba a mi lado. 
-¡Cam! Gracias al cielo has despertado-. Un abrazo inesperado. 
- Jaq… ¿Jaqueline?, ¿Qué pasó?, ¿dónde estamos? 
- Nycolai y Miles vinieron por nosotras, nos han sacado del castillo y ahora nos ocultamos en el bosque. Nos alejamos lo más que pudimos para evitar a los guardias del rey. Pero… era peligroso continuar moviendonos con tu estado, así que nos detuvimos aquí y Nycolai atendió tus heridas. 
-Ya veo-. Dije a la vez que me examinaba, mi cuerpo tenía algunas vendas y hojas que rodeaban mis brazos. Esto era medicina botánica. 
- Camile, yo en verdad lo lamento. 
-¿Por qué? 
- Fuiste torturada mientras yo solo bailaba con esas chicas-. Bajó la mirada.- Pasaste por todo ese infierno y no fui capaz de darme cuenta, no pude ayudarte. 
- Descuida, está bien. Ese lugar era horrible lleno de humedad y oscuridad y ni hablar de los incontables insectos, no es un lugar que pudieras soportar de todas maneras.- Esbocé una sonrisa para eliminar un poco la tensión del aire. 
Jaqueline respondió a mi sonrisa con otra, pero aún podía ver algo de culpa en sus ojos. Una criatura pequeña se paró frente a mi tan rápido como un parpadeo, me miró con sus verdosos ojos y ladeó un poco su cabeza. Se veía tierno. 
-Vaya, pero que tenemos aquí. ¿Quién es este adorable amiguito?-. Dije mientras acariciaba su cabeza como si de un cachorro se tratase. No parecía molestarle. 
-Es el zahorí-. Respondió la rubia. 
-¿Zahorí? 
-Si, es una especie de duendecillo mensajero, Ginger lo envío con un mensaje para Nycolai. 
-Ya veo. 
-¡Ey Camile!-. Miles se acercaba con algunas ramas en los brazos.- Que alivio que por fin hayas despertado. 
-Si, Jaqueline me contó lo que sucedió. Gracias por salvarnos. 
-Y que lo digas, aunque la mayor parte del crédito debe ser de Nyc, fue él quien te sacó de calabozo después de todo-. Dejó la madera en el suelo y empezó a apilarla. 
-Hablando de él. ¿Dónde está?-. Pregunté. 
- Está por allá-. Señaló con su pulgar una zona trasera.- Está intentando atrapar la cena. 
-Entonces iré a verlo-. Me puse de pie  como pude. 
-Espera, ¿Estás segura?-. Jaqueline trató de detenerme. 
-No te preocupes, puedo caminar-. Entonces me encaminé hacía los árboles del espeso bosque. 
Charioce estaba sentado en su trono con una seriedad increíble, frente a él uno de sus comandantes yacía arrodillado. 
-Mis más sinceras disculpas, Majestad. Buscamos a los fugitivos por el bosque toda la noche pero no logramos dar con su paradero. Me temo que… perdimos su rastro. 
El rey no dijo nada, apretó los labios y frunció el seño. El hecho de que no dijera nada no significa que no estuviera molesto. Se puso de pie y el caballero sostuvo su casco con mayor fuerza temiendo que le fuera asignado el peor de los castigos por su incompetencia. 
-Preparen mi caballo-. Ordenó.- Y traigan a la infantería. Iremos al valle donde se asentaron. 
 




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