Evan y Ginger se acercaron a mí con sus radiantes sonrisas. Pero al ver mi rostro serio sus sonrisas se desvanecieron tan rápido que ni siquiera pude darme cuenta.
-¿Por qué esa cara? ¿Pasa algo? – Mencionó Evan.
-No, solo… Hay que volver a casa ahora. –Dije y tanto Ginger como Evan abrieron sus ojos con sorpresa.
-¿Irnos? ¿De qué estás hablando? Estas personas necesitan tu ayuda Cam. –Dijo con tono preocupado.
-Yo no estoy hecha para esto. –Sabía que Evan trataría de persuadirme. Pero si esta vez trataba de usar sus ojitos de perrito con lágrimas. No funcionaria.
-Por favor, no puedes irte. Te necesitamos. –Imploró Ginger con tono desanimado.
-Lo siento. –Dije-. Pero aún sigo sin entender qué se supone que haga.
-Yo… te lo explicaré todo. Vayamos a la casa, ahí…. Te diré la razón por la cual la diosa te trajo hasta aquí.
No estaba segura de si debía aceptar, pero algo en mi interior tenía curiosidad por conocer la historia y la posible razón, sin acertijos, por la que habíamos sido transportados aquí.
Caminamos por el camino hasta llegar a la casa de estilo medieval. Ninguno dijo nada durante el trayecto. Ginger nos invitó a tomar asiento en las rígidas bancas de madera, cada uno se sentó en un lado de la mesa. Ginger estaba en medio.
-Bien… como ya sabes.-Empezó a hablar.- Los Novalión son guerreros enviados por la Diosa Nova para restablecer el orden en este mundo. En este momento, es el Clan de la Sombra el que te necesita.
Hace mucho tiempo, el Clan de la Sombra era temido por ser asesinos de sangre fría. Éramos contratados por todo tipo de condes y reyes para realizar el “trabajo sucio”.-
No podía creer lo que estaba escuchando. Estas personas eran asesinos ¿y se supone que debía ayudarlos? Un sistema de alarma se encendió dentro de mi cabeza, que me decía que debía irme lo más pronto posible.
-Sin embargo. –Continuó diciendo la castaña y me sacó de mis pensamientos. –Dejamos de hacer ese tipo de trabajos justo después de la guerra territorial de los 7 reinos.
-¿Guerra territorial de los 7 reinos? –Interrumpió Evan esta vez. Parecía realmente interesado.
-Sí, hace 50 años los 7 reinos de este mundo entraron en conflicto al querer expandir sus territorios. Durante esa guerra el reino del este hizo uso de las habilidades mágicas y físicas del clan. Sin embargo la guerra duró mucho más tiempo de lo esperado. Fue una brutal masacre. En ese entonces, apareció una Novalión en medio del campo de batalla, tan gloriosa y poderosa para detener la guerra. O al menos es así como lo narran las historias.
-¿Una? –Interrumpió Evan una vez más. -El Novalión anterior a Cam ¿tambien fue una mujer?
-Las elegidas de la diosa, siempre son mujeres. –Aclaró Ginger.
-Disculpen pero… sigo sin entender dónde entro en esta historia. No parece que estén en guerra ahora. –Comenté con un cierto disgusto. Esta conversación estaba alargándose y aun no aclaraba mi duda.
-Es verdad, iré directo al punto. El clan de la sombra se redimió de sus antiguas costumbres, pero hace un par de años, el reino del Sur coronó a un nuevo rey. El rey Charioce tiene un odio profundo y obsesión por eliminar a mi gente de la faz de la tierra. Hicimos todo lo posible por mantenernos pero ahora solo los que estamos aquí somos los que quedamos. Mis padres murieron en el enfrentamiento contra los cazadores. Ahora sólo nos queda escondernos en este valle para mantenernos con vida. Pero ahora que has llegado todo esto cambiará, no puede haber luz sin oscuridad. Tú restablecerás el orden de las cosas. –Había emoción en sus palabras, por un momento pude ver destellos en sus ojos.
-No, lo siento pero no puedo. –Me levanté de la mesa y me alejé un par de pasos. Evan se puso de pie y me miró con preocupación.
-Pero Cam, esta gente te necesita. –Añadió.
-No Evan, yo… no puedo hacerlo, prácticamente está pidiéndome que me enfrente a un rey.
-Todo estará bien, tú sabes cómo defenderte. –Intentaba convencerme.
-Sí, pero solo sé defenderme yo. ¿Y esperas que participe en una guerra así como así? Ni siquiera puedo ganarle a tu madre en un juego de consola. No puedo proteger a otras personas.
Me sentía de algún modo traicionada, mi mejor amigo estaba intentando hacer que peleara por el bien de personas de cuya existencia era ignorante hasta hace un par de horas.
-Puedes… -Añadí.- puedes decir eso porque no eres tú quien haga esto. Evan… ambos sabemos que este tipo de cosas son con las que soñabas. Siempre quisiste ser el protagonista de esas historias de comics. Pero yo no. Nunca pedí esto.
Caminaba de un lado a otro en la habitación ansiosa, los tacones de mis botas resonaban en el suelo y hacían eco sordo.
-Es verdad que siempre desee que mi vida se volviera más interesante. Pero no estás sola. –Se acercó a mí y colocó sus manos en mis hombros para detenerme y obligarme a verlo-. Eres mi mejor amiga, no, eres como mi hermana y sabes que siempre estaré ahí no importa que tan turbia esté el agua.
Sus palabras retumbaron en mi cabeza, era muy extraño escuchar a Evan hablar con tanta seriedad. No pude evitar sonreir.
Esta situación jamás la visualicé entre los pensamientos que tenía acerca de cómo sería mi futura vida. Sobé el tabique de mi nariz, inhalé aire y solté un largo suspiro.
-No puedo creer que diga esto. Bien, trataré de ayudar en todo lo que pueda.- Esta era la cosa más estúpida que había hecho en mi vida.- Pero si las cosas se salen de nuestras manos, nos detendremos ¿está bien? Esa es mi única condición.
Evan sonrió y sus brazos me rodearon dándome un fuerte abrazo. Por otra parte, Ginger se acercó a mí y me tomó de la mano con delicadeza, como si fuese una especie de muñeca de porcelana que se rompería con el más mínimo trato brusco.
-Me alegra que lo hayas considerado. –Sonrió.- Estoy segura de que mi abuelo se alegrará al saberlo.
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Editado: 15.09.2023