Cuando el Sol prefirió el Otoño

Capítulo 16☀️

Hannah.

—¡AHHH!

Desperté con el corazón agitado y completamente asustada, me incorporé rápidamente, pero ¿Quién mierda grita así un sábado a la diez de la mañana?, la respuesta me llegó con un segundo grito. Heather.

Rápidamente me levanté de la cama y fui a ver que rayos le pasaba.

—¿Por qué demonios gritas, Heather?

—¡Mira esto! — la pelirroja llegó frente a mí, mostrándome la pantalla de su celular.

Era la página web de la escuela, específicamente un artículo sobre el baile de ayer, todo parecia normal hasta que llegue a la parte de la recopilación de fotografías, donde una de las fotos que más resaltaba era una de Heather y Raegan bailando. Cada fotografía tenía una pequeña descripción, y la de ellos tenía escrito: “¿será que tenemos nuevo romance en Perkins High?, no se ustedes, pero yo aquí veo chispas.”

—¡Ves, Hannie!, ¡somos perfectos el uno para el otro! — chilló mi gemela.

Cerré los ojos sin saber que hacer, ¿Cómo se suponía que le diría que ayer me besé con el chico que le gusta?, está claro que no se lo tomará nada de bien, pero tampoco debería de mentirle, pero también no quiero verla triste y enfadada.

Ayúdame, Virgencita.

—Es lindo verte feliz, hermana— fue todo lo que se me ocurrió decir.

—Tengo razones para estarlo— apartó su celular de frente a mi —, esto me confirma que no solo yo veo que seriamos una pareja totalmente explosiva y de infarto. Voy a conquistar a ese chico, a como dé lugar.

—Si…eh, lo que digas.

—¿Estás bien, Hannie?, te ves algo extraña.

—Debe ser por el alcohol que tomé ayer— le llevé la mano a la cabeza, peinando mi cabello.

—Ay hermanita, no debes beber mucho, sobre todo si no estas acostumbrada— me dio una sonrisa, arrugando la nariz —. Si quieres te preparo un jugo de naranja.

—No te preocupes, me tomaré una pastilla y listo.

—Bien, pero si te sigue molestando, recuéstate y duerme, ¿bien? — asentí y me apresuré a salir de su cuarto —. Por cierto, hoy saldré con Jena, asi que tienes la casa para ti sola.

—Ok.

Al llegar a mi habitación, me apoyé contra la puerta una vez que la cerré. ¡Dios!, esto no puede estar pasándome, ¿Cómo le digo la verdad sin quedar como una mala hermana?

Pelusa maulló desde el asiento bajo la ventana, lo miré—. ¿Tienes algún consejo para mí, Pelusa? — el gato volvió a maullar.

Espero que ese maullido haya sido un buen consejo, a pesar de que no lo entiendo.

Con todo el ánimo que logré reunir, me metí en la ducha, con la esperanza que el agua caliente me diera una idea de lo que debería hacer en una situación como esta. Me vestí con un chándal y un polerón, ya después vería que me pondría para mi cita. Baje las escaleras y entre en la cocina, sobre la mesa había una nota de papá.

Recuerden que hoy tengo doble turno, mis niñas. Si sucede algo, llámenme. Un beso para ambas. Papá.

Sonreí levemente y dejé la nota sobre la mesa. Me tomé el cabello en un rodete mal hecho y me puse a ver qué haría de almuerzo, decidiéndome finalmente por un pollo con verduras, la verdad es que no tenia ánimos de hacer algo más elaborado. A los pocos minutos bajó Heather y se dispuso a ayudarme, pelando y cortando las verduras que no se debían coser. Ya para el medio día teníamos todos listo, pero comeríamos un poco más tarde; en ese tiempo, Heather aprovechó de contarme como lo había pasado en el baile, y de como se la pasó buscando a Raegan en el after, pero no logró coincidir con él.

Ay, hermana, si tan solo supieras.

Mas tarde, ya almorzadas, Jena hizo su aparición por la casa, y no me paso desapercibido las miradas que me daba, como si quisiera decir sé lo que hiciste, lo cual me ponía los nervios de punta. Nunca me he llevado de maravilla con ella, pero si se que cuando se le mete una idea en la cabeza, busca la manera de corroborar si esta en la verdad o no.

—Ya nos vamos, Hannie— dijo mi gemela tomando su cartera de sobre el sillón —. Te veo en la noche.

—De acuerdo, que pasen buena tarde— creo que es la frase más de abuela que he dicho.

—Adiós, Hannah— soltó Jena, con un tono de burla.

—Adiós, Jena.

Ambas chicas salieron de la casa y sentí que al fin podía respirar con tranquilidad, la presión en el pecho por poco no me estaba matando. Solté un sonoro suspiro y observé el reloj de la pared, apenas eran las cuatro de la tarde, pero no tenia ni la menor idea de a que hora seria mi cita con Raegan.

¡Virgen santísima, tengo una cita con Raegan!

Corrí a mi habitación como si un rayo hubiera poseído mi cuerpo y comencé a ver que ropa me pondría. Creo que ahora más que nunca siendo esta típica frase de No tengo que ponerme, y no es que no tenga nada que ponerme, es que lo que tengo no me convence. ¡Mierda!

Entre tanto rebuscar y rebuscar en mis cajones y closet (la verdad es que me sorprender no haber encontrado dinero o Narnia de tanto buscar), logré encontrar un conjunto con el que me sentía de maravilla, a pesar de que no fuera la gran cosa. Me maquillé de la manera que siempre lo hacia y me solté el cabello, quedando con ondas más pronunciadas debido al haberlo sujetado mientras aún estaba mojado.

Mi celular sonó. Un mensaje de Raegan.

Paso por ti en 20 minutos, bonita.

¡Santa Virgen de la papaya!, ¿Por qué de pronto siento ganas de correr?

Pelusa al verme nerviosa, se acercó a mí, y de un salto se posó en mis piernas, frotó su cabeza en mi abdomen. Rápidamente comencé a acariciarle, escuchándolo ronronear contra mí.

—Ay Pelusa, creo que nunca había estado tan nerviosa como ahora— comenté, como si de verdad pudiera entablar una conversación con mi gato.

El gato anaranjado maulló, y convenciéndome aun más que Pelusa es mi alma gemela en versión gatuna, y que me está aconsejando.



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En el texto hay: verdades, amor, gemelas

Editado: 26.10.2021

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