Cuando el tiempo se acabe

Prólogo

Fingir formaba parte de mi vida;

fingir sonrisas aun cuando mi interior se desmoronaba;

fingir que no había lágrimas

para ahogarlas en mi garganta;

fingir que estaba completa cuando

estaba rota y vacía.

Ese era mi modo de supervivencia

hasta que apareciste y, sin saber cómo,

viste la parte más vulnerable de mí.

Y, lejos de huir,

la acariciaste.

Memorizaste cada parte rota,

cada parte pegada débilmente,

cada hueco.

Meciste mi dolor entre tus brazos

con comprensión,

pues, después de todo,

tú también sabías lo que era estar vacío y roto.

 

Ambos nos comprendíamos,

ambos aceptamos las heridas de cada uno.

Ambos aprendimos tanto del otro.

Pero supongo que no era suficiente.




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