Brianda mandó su ubicación vía WhatsApp a su hermano mayor, Juan Antonio, que unas horas más tarde estaba allí abrazandolas a Shara y a ella. Le sorprendió que también su hermano conociera a Rosi, algo que para ella no parecía lógico dado que se supone ningún miembro de su familia se conocía con la de Oliver. O eso creía.
-Y una duda que me surge a mí, hermana... ¿Qué haces en esta casa con un pie escayolado?, ¿No estarías mejor en la tuya al cuidado de Shara como siempre? —Dijo su guapo hermano con su voz varonil.
-Ya, es una larga historia, pero ahora tengo otra nueva casa que, cuando pueda caminar, te mostraré sin problema. De hecho, si Shara está aquí es porque Oliver decidió llamarla. —Brianda de cruzó de brazos tras pronunciar estás palabras.
-¿Oliver?, ¿Qué Oliver? —preguntó Juan Antonio.
-Oliver Anderson, mi socio y amigo, además del dueño del techo dónde estás ahora mismo hermano —respondió Brianda relajadamente.
Juan Antonio no dijo palabra alguna, simplemente miró a Shara molesto y ésta le hizo una seña para hablar con él a solas.
Rosi mientras hacía compañía a Brianda, al tiempo que Shara le suplicaba en la cocina a Juan Antonio que por favor le contase la verdad a Brianda, pero él decidió negarse. No quería poner en riesgo la salud de su hermana.
Horas más tarde llegó Oliver y ambos en silencio se reunieron en el despacho de la casa.
Brianda esperó con ansias y preocupación a que salieran o a obtener alguna noticia de aquella conversación que estaban teniendo o de lo que fuera que estuviera pasando.
Casi dos horas tuvieron que pasar hasta que ambos salieron manteniendo una charla amistosa. Entonces fue cuando Brianda respiró en paz.
-Tranquila hermana, Oliver y yo fuimos amigos durante el colegio, tuvimos nuestras diferencias por un tema de adolescentes pero que ya está solucionado, ¿Cierto, Oliver? —comentó Juan Antonio mientras golpeaba suavemente el hombro de Oliver con un pequeño puñetazo.
-Si, está todo arreglado. Y ahora es hora de que vayamos a comer, o se nos juntará la comida con la cena, señorita —sonrió Oliver mientras daba un leve toque en la nariz de Brianda.
Durante la comida fue todo fue bastante tranquilo. Incluso Juan Antonio y Oliver parecían no haber discutido nunca.
Juan Antonio era un hombre alto, rubio, de ojos azules, dientes blancos perfectamente alineados. Vestía de traje oscuro, lo cual resaltaba su piel blanca. Su voz era varonil a la par que denotaba amabilidad con sus palabras.
Era bastante protector en lo que a su hermana se refería, la cual contaba con 4 años menos que él.
Después de la comida, Juan Antonio la dio un paseo en silla de ruedas por el jardín de Oliver y ambos vieron llegar a Daniel Arambarri, amigo íntimo de Oliver según le había contado Rosi, de la cuál se había hecho muy amiga.
La tarde sucedió sin percance alguno. Todo estuvo muy calmado por la residencia Anderson.
Durante la cena que fue bastante amena, Daniel, que había aceptado la invitación de quedarse a cenar de Oliver, contó alguna que otra batallita de ambos en un bar que frecuentaban llamado "Bar Reynolds" y en el que don Paco, el camarero, era bastante amigo de ellos desde el principio de los tiempos.
Una hora más tarde, Oliver fue a nadar a su piscina privada junto con Juan Antonio, que amaba los deportes, y Daniel quedó al cuidado de Brianda, algo que ella no aprobaba, pues se sentía lo suficientemente adulta como para estar media hora sola. Después de todo solo tenía roto un pie, no era el fin del mundo.
-Sabes Brianda, hubo un tiempo donde tú y yo éramos amigos, a pesar de que no lo recuerdes —soltó de pronto Daniel.
-¿Qué? Estás loco, de verdad —respondió Brianda empujando un suspiro.
-Mírame a los ojos y dime qué no sientes como si ya nos hubieras visto antes. —contestó él tratando de estar lo más calmado posible.
-Es cierto, siento como si conociera a Oliver, a Rosi, incluso a ti... Pero no os recuerdo de absolutamente nada.
-Recuerda quien eres Brianda, eres mucho más que una exitosa empresaria. Recuerda a Oliver, recuérdanos a todos... Porque todos los necesitamos —respondió el joven antes de ponerse en pie al ver a Oliver llegar.
Brianda quedó pensativa. Algo había sucedido en el pasado y ella no conseguía saber que era. No recordaba nada. Pero haría un mayor esfuerzo, eso se lo prometió a sí misma.
Oliver como todo un caballero la llevó a su habitación y la acostó en la cama. Por primera vez, observó que él tenía un halo de tristeza en sus ojos que trataba de ocultar.
Oliver acarició su cabeza hasta que ella quedó profundamente dormida.
Luego el joven bajó a la sala, dónde yacía esperándole el señor Fuentes, su abogado de confianza.
Se reunieron en su despacho de Oliver y seriamente el abogado apoyó los codos en la mesa.
-Lo que me pidió investigar está en este sobre joven Anderson, pero no sé si usted realmente lo quiera saber o si es mejor dejarlo ser. —dijo con su voz ronca el señor Fuentes.
Oliver tomó el sobre, lo abrió sin temblarle la mano y leyó detenidamente.
"La señorita Valeria Santillana nunca tuvo descendencia biológica ni mucho menos adoptiva. Figura como tutora provisional de la menor Milagros hasta que su progenitora esté en plenas facultades mentales de reclamar su guarda y custodia. Así mismo su progenitora aún mantiene la patria potestad completa de la menor."
Oliver palideció y miró al señor Fuentes sin pronunciar palabras.
-Si, esa niña no solo no es hija de la señora Santillana, sino que su verdadera madre por alguna cuestión ajena a nosotros no la ha reclamado aún.
-Quiero que averigüe quien es la madre de esa niña señor Fuentes, Brianda no se merece más mentiras y yo le prometí que iba a ayudarla.
Así pues el señor Fuentes se puso en pie, estrechó la mano de Oliver y salió de la casa.
Pero Oliver se quedó meditando. Si esa niña no era de Valeria y tenía otra madre... ¿Por qué Valeria haría algo tan grave como aquello si siempre fue una mujer íntegra?.
Demasiadas incógnitas sin respuestas estaban al rededor de todo y está vez era el joven Anderson quien estaba queriendo una muy buena explicación a todo esto...