—Diecinueve años... ¿En qué momento creciste tanto? —la pregunta de su nonna, causó que sonriera con timidez.
En la vídeo llamada, notó la manera en que Rachel forcejeaba con Alonzo, para que le permitiera observar a través de la pantalla.
—¡Abue, Alonzo no me deja ver!
—rechistó la pequeña, logrando que Alonzo pusiera los ojos en blanco y la tomara de los brazos a regañadientes, sentándola en su regazo.
—Eres una chillona —le reprochó, jalándole la coleta de caballo.
Rachel imitó el ataque, jalando la oreja de su primo, con la mayor fuerza que sus pequeñas manos le permitieron.
Logan lanzó una risotada ante la escena, mientras que su abuela negó con la cabeza.
—La última generación Benedetti en algún momento me enloquecerá.
—Paciencia, nonna, paciencia —la reconfortó él, guiñándole un ojo con picardía.
—Un día como hoy, veintisiete de septiembre, y diecinueve años atrás, llegaste a ser ese molesto hermano menor que no me dejaba dormir con su llanto incesante —mencionó Alonzo, desviando nuevamente el tema al acontecimiento principal: El cumpleaños de Logan—. Ya estás viejo, hombre.
—Yo no lloraba tanto —replicó, frunciendo el entrecejo—. Más bien, tú eras el niñito quejumbroso.
—Ambos lo eran —se entrometió Aryanna, observando con dulzura a Alonzo y luego a su otro nieto—. Pero aun así, trajeron muchas alegrías a nuestras vidas. Ya no son solamente un par de niños, ahora son adultos y solo espero que el camino que transiten hacia su futuro, sea el mejor y más adecuado.
Su nonna comenzaba a ponerse sensible y él lo sabía. Así era cada año y más desde que Alonzo había perdido el rumbo, desde que desplegó sus alas y se marchó tras los pasos de Jacob. No tenía que ser un genio para saber que Aryanna, cada día, despertaba con la esperanza de que Alonzo rectificara el camino y que, junto a él, volvieran a ser el dúo de hermanos soñadores que ella tanto admiraba.
Logan tampoco perdía la esperanza, no obstante, ambos habían cambiado, y resultaba imposible que sus sentimientos, formas de actuar y de pensar, siguieran siendo iguales a las de aquellos niños de siete y nueve años que no conocían lo despiadada que podía ser la vida.
—Señora Aryanna, hoy no por favor. Hoy no
—respondió Alonzo, sacándolo de su ensimismamiento. Claramente, el muchacho no quería entrar en esos momentos de reproches y consejos que sus familiares constantemente pretendían brindarle—. Hoy celebramos un año más de vida de Logan y eso es lo único que importa.
—El fin de semana celebraremos juntos, primo, mamá dijo que te prepararía una comida exquisita —continuó Rachel, ensanchando su sonrisa.
Alonzo volvió a jalonear su cabello, causando que la niña se quejara.
—Se supone que sería sorpresa, Rachel. Las sorpresas no se revelan.
—Ven acá —habló la nonna cuando percibió el puchero que pretendía formar su nieta—. No pasa nada, ¿Bueno? La sorpresa no se arruinará por eso. —Aryanna miró de mala gana a Alonzo, estirando sus brazos en dirección de Rachel.
La niña aceptó gustosa que la alzara y se sentó sobre las piernas de su abuela.
—El fin de semana estaremos con Logan, pasaremos un agradable tiempo en familia y estaremos agradecidos porque a pesar de todo, aún seguimos juntos. Eso es lo que verdaderamente vale.
Las palabras de su abuela lo reconfortaron. Su cumpleaños no volvería a ser una fecha excelente para festejar, pero al menos sabía que aun contaba con ellos. No eran la familia perfecta, y habían tenido que pasar por muchos obstáculos para lograr lo que hoy en día tenían, sin embargo, se alegraba de ser parte de ellos, y que ellos, a su vez, fueran parte de él.
—Será más que perfecto —murmuró, con una tenue sonrisa implantada en su rostro.
—¡Excelente! Entonces nosotros nos despedimos, no queremos que llegues tarde a clases, jovencito. Que sea tu cumpleaños, no te exime de cumplir con tus obligaciones
—retomó su nonna, reprendiéndolo con la mirada.
Él rio, dándole cabida a las despedidas por parte de Rachel y Alonzo.
—Que tengas un gran día, te desean tu boxeador estrella y Rachel cabeza de nuez
—mencionó su hermano, elevando el pulgar frente a la cámara.
Y sin darle oportunidad de rechistar a la pequeña, o de que él correspondiera el mensaje de despedida, Alonzo colgó.
************************************
La clase de historia transcurría agradablemente, luego de explicar la lección del día, el profesor decidió conformar pequeños equipos y realizar una especie de competencia, donde realizaba preguntas referentes a los sucesos trascendentales desde la antigua Italia hasta la época actual. Lo único que hacía desagradable el momento, era que su equipo estaba integrado por Emilia, Mónica... y Marcelo, había tenido que soportar la dosis de cariño que destilaba la pareja, por más de sesenta minutos.
Hizo un gesto de desagrado cuando Marcelo acarició el rostro de Emilia y, después, se acercó a su oído, susurrando algo que ni él ni su otra compañera pudieron descifrar. Ella lanzó una risita, mientras que Mónica ubicó su mirada en él, aprovechando que el maestro estaba ocupado organizando la lista de puntos acumulados por cada equipo. Quedaban únicamente dos grupos, el suyo y el de Skyler. Los otros tres con los que se inició la dinámica, ya habían sido descalificados y ellos se disputaban la ronda final, donde se definiría el equipo victorioso, y la cual constaba de cinco preguntas.
—Así que, ¿Hoy es tu cumpleaños? —Mónica sonrió ampliamente, conectando su mirada con la de él. Logan asintió—. ¡Estupendo! ¿Y qué te gustaría hacer hoy? ¿Tienes algún plan en mente?
—Bueno, dado el caso... —Logan miró a su alrededor y de nuevo puso sus ojos sobre ella—. No creo que pueda hacer mucho tratándose de un día académico y más cuando eres estudiante en un internado.