Sintió que hundían su mejilla con insistencia y sus ojos se abrieron instintivamente. Se topó con una pequeña niña de cabello trenzado que fisgoneaba con singularidad su anatomía facial.
—¡Es un milagro! ¡Has revivido! —comentó con ilusión la niña—. Jacob dijo que estabas morida.
Una mueca de dolor contrajo su rostro, a causa de las molestias que sentía en la parte trasera de su cabeza.
—He vuelto del más allá —bromeó, intentando levantarse del lugar.
Se encontraba en una estrecha y desconocida estancia, acostada sobre un sofá desgastado. Se puso de pie con cuidado y de nuevo el dolor punzante la desestabilizó, puso su mano en la pared, sosteniéndose.
—¿Quieres chocolate caliente? ¿Cuál es tu nombre? ¿Te gustan los loros? —la niña le lanzó una oleada de cuestionamientos, posicionándose a su lado. La miró desde arriba, era bastante chica.
—Son muchas preguntas para alguien que acaba de volver de la muerte, ¿No crees?
—continuó sin desmentir la mención de Jacob sobre su propio fallecimiento.
—¡Cierto! ¡Nonna! —salió gritando y corriendo fuera de la estancia, dejándola nuevamente sola.
Recordó que lo último que pasó fue que se abalanzó sobre el cuerpo de aquel tipo que peleaba con Logan y que, no tardó muchos segundos encima de él, ya que la empujó con fuerza en dirección al suelo. A partir de ahí, nada más venía a su mente. Estaba en blanco.
Su mirada se estancó en una fotografía, un grupo de tres niños, una mujer joven, una pareja y una señora, todos junto al árbol de navidad más enclenque que había visto en su vida.
Uno de los niños le resultaba extremadamente familiar, pero no conseguía recordar por qué.
—Has despertado —habló con jovialidad una voz femenina y señorial.
Apartó la mirada de la imagen para dirigirla a la mujer que le hablaba. No desconfió, porque estaba segura que esa casa debía ser el hogar de Logan. Junto a la mujer, se encontraba otra vez la niña, caminando con lentitud hacia ella y sosteniendo una taza.
—¿Cuánto tiempo estuve así? —indagó, comenzando a alarmarse porque sabía que se hallaba fuera del internado sin consentimiento.
—Como unas dos horas.
La respuesta le ocasionó estupor. La señora le indicó que se sentara y ambas se ubicaron en el mismo sofá. La pequeña finalmente estuvo frente a ella y le entregó la taza con emoción filtrándose en su rostro.
—Para ti —le anunció, dejando a la vista su diminuta y chueca dentadura.
—Gracias, mi joven enfermera —replicó, brindándole una caricia en la cabeza.
—Logan no tarda en llegar, fue a traer unas pastillas para el dolor. El golpe estuvo fuerte. Te hice una pequeña curación cuando estabas inconsciente, pero creo que deberías ir al médico.
—Muchas gracias señora… —comenzó a hablar, motivando a que la mujer mencionara su nombre.
—Aryanna.
—Señora Aryanna, creo que no es necesario ir al doctor, ya he recibido más de un golpe en el cráneo y le aseguro que sigo cuerda.
La nonna sonrió y negó con la cabeza.
—Testaruda igual que Logan.
Ella bajó la mirada apenada y la niña tomó el silencio momentáneo de ambas como la oportunidad idónea para ubicarse en el sofá. Entrelazó sus manos y empezó a mecer sus pies de atrás hacia adelante, expectante a la conversación que las adultas sostenían.
—Rachel, es tarde para que sigas despierta —le advirtió Aryanna a su nieta, esperando que tomara el comentario como una abierta invitación a marcharse rumbo a la habitación que ambas compartían.
—Estoy soliciando, nonna —le aclaró Rachel y Skyler ladeó la cabeza intentando descifrar la palabra.
—¿Qué?
—So-li-ci-an-do, nonna, Jacob me dijo que es lo que se hace cuando quieres tener nuevos amigos.
Oh, ya entendía a qué se refería.
—Socializando —corrigió su abuela.
—Al parecer Jacob no le está enseñando bien el vocabulario. Primero morida y ahora esto.
La nonna no aguantó la risa, dando paso a que Rachel también riera.
—¿Dijiste morida, Rachel?
La aludida asintió con orgullo.
—Ella es una morida viviente.
—Dios… luego conversaremos sobre esto. Ve a dormir, cielo, mañana tu mamá te llevará a patinar y si no duermes, no tendrás energía.
—¡Nonna! —Rachel hizo un puchero.
—Ella y tú socializarán pronto, ¿Cierto? —la mujer la observó a modo de súplica, esperando que la ayudara de convencer a la niña de ir a la cama.
—Por supuesto.
—¿Trato de spiderchica? —la miró confundida. Aryanna asintió en respuesta.
—Trato de spiderchica —afirmó, estrechando con suavidad su mano. Rachel sonrió conforme y se marchó.
—¿Y usted es la madre de Logan?
Optó por preguntar eso en lugar de apuntar al hecho de que se tratara de su abuela. Pese a que la señora se veía bastante adulta, conocía mujeres de esa aparente edad que desempeñaban la maternidad.
—¿No te ha dicho? —la voz de Aryanna se mostró apagada. Skyler le brindó una negativa—. Soy su abuela, él…
El estruendo de la puerta abriéndose les hizo inferir que Benedetti había llegado.
—Qué fortuna ver tus ojos abiertos de nuevo
—festejó su compañero de clase, llevando una bolsa en su mano.
Sintió tan inoportuna su llegada.
Pudo haber entrado cinco o diez minutos antes, y no, las deleitó con su presencia justamente cuando su abuela iba a hacerle una revelación importante.
—Al parecer, Rachel la ha despertado —le hizo saber su abuela a Logan.
—Es muy persistente con eso del tacto brusco —añadió, recordando la sensación de los dedos de la niña piqueteando en su rostro.
—Ni que lo digas. —Él terminó por acercársele, entregándole la bolsa, cuyo interior constaba de una tableta de pastillas para el dolor y unas gasas—. En la farmacia me dijeron que esto sería perfecto para desinflamar y aliviar el dolor de cabeza. Tu herida no fue tan grave, pero tratándose de una zona tan delicada, lo mejor es que seamos precavidos.