Capítulo 6—Sorpresa amarga.
No vi a Trist en toda esa semana. Después de aquel día en que fuimos al carrusel no lo volví a ver. Al principio pensaba que se estaba escondiendo de mí, o que simplemente no habíamos logrado coincidir. Pero al tercer día, cuando me enteré de que los maestros ya comenzaban a preguntar por él, me preocupé. Sí bien no era mi amigo más cercano, y ni siquiera estaba segura de que le cayera bien, eso no evitó que no me alarmara.
Así que tomé una decisión: fui con la única persona con la que lo había visto hablar un par de veces.
Isaac, contrario a Trist, era un chico muy amigable y alegre; todos lo conocían, pues era uno de los jugadores estrella del equipo de FootBall. Había hablado un par de veces con él, pero nada más allá de eso. Lo había visto hablando con Trist un par de veces, y por ahí escuché que eran amigos, así que decidí acercarme para verificar si él sabía algo de Trist.
Isaac se encontraba con sus amigos del equipo (gracias al cielo no estaba Liam), junto con unas chicas de mi equipo de porristas. Cuando me acerqué, les sonreí a todos.
—Hola— saludé con una sonrisa.
Todos ellos me miraron y me devolvieron la sonrisa.
—Hola, hermosa— me saludó Chris, un jugador del equipo.
Le guiñé un ojo y miré a Isaac.
—Isaac, ¿podemos hablar?
Él me miró un poco extrañado, pero asintió. Mientras él se levantaba los demás miraban cada movimiento, desde que se detuvo a mi lado hasta que caminamos a un lugar alejado.
—¿Qué pasa, rubia? —se cruzó de brazos.
Miré a mi alrededor y noté a varias chicas mirando a Isaac. No las culpaba, él era muy guapo; tenía el cabello negro, ojos verdes que resaltaban con su piel morena, y figura atlética. Todas babeaban por él y Liam.
—Me preguntaba si sabías algo de Trist— llevé mi cabello por detrás de mi hombro.
Isaac pareció sorprendido.
—¿Hablas con él? —frunció el ceño.
Asentí.
—Claro, somos amigos— sonreí.
Él me miró más sorprendido, parecía como si no me hubiese creído.
—Bueno, eso creo— hice una mueca—. No estoy muy segura de que le caigo bien.
Él rió y pasó los dedos por su cabello, despeinándolo.
—Créeme, si te habla es porque le caes bien. Él no es… muy extrovertido.
—Sí, lo noté— me reí—. Ha estado faltando y… bueno, solo quiero asegurarme de que esté bien.
Isaac miró a otro lado, evitando mis ojos. Se rascó la nuca e hizo una mueca. Supe que él sabía algo.
—Eh… él está… ¿de viaje? —me miró dudoso.
—¿Me estás preguntando?
—Eh… no, no. Él está de viaje— dijo, tratando de lucir más convencido, pero noté que evitaba mi mirada a toda costa.
—¿Estás seguro? —entrecerré mis ojos.
—Sí, sí. Eso. Está de viaje— asintió varias veces.
—¿Cuándo regresa? —me crucé de brazos.
—No lo sé… ¿dentro de un mes?
Alcé una ceja.
—¿En serio? —inquirí con escepticismo.
—Claro, muy en serio— sonrió como niño pequeño.
—Dime la verdad, Isaac.
—¡Esa es la verdad! —exclamó.
—Sabes que no es así.
—Es la verdad. La única verdad. La verdad verdadera.
Lo miré a los ojos. Él me miró. Nos miramos como por tres minutos, en una batalla. Claro, él apartó la vista y yo sonreí.
—Dime— ordené.
Él suspiró y miró a los lados, asegurándose que nadie estuviera cerca.
—No se encuentra bien, es todo— murmuró.
Fruncí el ceño.
—¿Está enfermo? ¿Le dio gripe?
Él negó. Me miró fijamente a los ojos, y había algo ahí que no supe qué era.
—Escucha, no puedo decir mucho, pero él está bien y sano, ¿de acuerdo? Volverá la próxima semana. No te preocupes.
Mordí mi labio. Quería preguntar más, pero sabía que él no diría nada sin el permiso de su amigo.
—¿Hay algo que pueda hacer por él? —pregunté, esperanzada que me dijera algo que pudiera hacer para ayudar.
Él sonrió en agradecimiento.
—No, pero estoy seguro que le gustará verte cuando regrese.
Asentí.
—¿Entonces todo está bien? —cuestioné. Dentro de mí sentía que algo iba mal.
Apretó los labios, indeciso, pero terminó por asentir. De la nada, en ese momento me pregunté si él sabía quién había encerrado a Trist en ese casillero y quién lo había golpeado antes de la fiesta. Me pregunté si esos acontecimientos y su ausencia estaban conectados.
Editado: 28.11.2022