Cuando me haya ido

53. Fiorella

Diego estaba sentado en el sofá de la casa de Fio mientras ella lo miraba con curiosidad y sorpresa.

—Tienes que ayudarme, Fiorella. No sé qué hacer... debes ayudarme, dime como la recupero, tú debes saberlo…

—Diego, ¿no te parece que es demasiado tarde? —inquirió ella con calma mientras miraba a su amigo desesperado—. El tiempo pasó… ¿Por qué debo ayudarte? La hiciste sufrir…

—Lo sé, no necesitas recordármelo, pero no puedo perderla, no quiero… —Diego se tomaba la cabeza.

—Yo creo que la perdiste hace tiempo, porque tú lo quisiste, además. ¿Acaso ahora en tu mundo egoísta la quieres recuperar y ella debe venir corriendo a tus brazos?

—¿Qué quieres que te diga? Tienes razón, soy egoísta, fui egoísta, me equivoqué... la lastimé, pero es el amor de mi vida... Si no me ayudas a recuperarla seré infeliz por siempre —rogó.

—Estás de nuevo pensando solo en ti —respondió ella.

—Sabes que la amo con locura, dime si ella aún me ama… necesito que me lo digas —imploró.

—De nuevo pensando en ti —se quejó Fiorella.

—Está bien… —suspiró Diego.

—No, no está bien, Diego. Lo que quiero que entiendas es que a ella le costó mucho superarte o decidir cerrar la historia rara que tuvieron. Te amó, mucho, quizá lo haga aún, pero el amor no siempre es suficiente. La rechazaste, la hiciste sufrir, te encerraste en una terca idea que no tenía nada que ver con el verdadero concepto del amor. Ahora, Tizi ha recorrido un largo camino personal y está muy bien, se está convirtiendo en la persona que siempre quiso. ¿No te parece injusto que vuelvas encaprichado a buscarla?

—Tienes razón, toda la razón… pero tampoco yo soy el mismo…

Fiorella suspiró consciente de que su amiga lo seguía amando, pero con miedo a que volvieran a esa espiral interminable que llevaban hacía años y que lo único que lograba era dañarlos.

—Me iré —dijo él y se despidió luego de despedirse.

Fiorella no sabía si había hecho lo correcto, y tampoco sabía bien qué hacer, llamó a Miguel para comentárselo, pero el timbre sonó y ella fue a atender para llevarse la sorpresa de que Tiziana estaba allí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó confusa, esto se estaba poniendo raro.

—¿Puedo quedarme esta noche?

—Claro… —añadió y le hizo espacio para pasar.

Tiziana pensó que si llegaba unos minutos antes lo habría encontrado a Diego allí.

—Amo a Diego —susurró entonces su amiga.

—Dios… ¿Qué es todo esto? —inquirió Fiorella sacudiendo la cabeza, Miguel la miraba y sonreía—. Vamoss a la habitación y me cuentas —añadió.

Tizi se acomodó en la cama, lloraba como una niña desconsolada, Fio estaba sentada a su lado pensando en que sería lo mejor que hacer.

—Deja de llorar y dime qué demonios sucede.

—Nada… Es el cumpleaños de Silvia… me dejó algo.

—¿Silvia? —inquirió la muchacha—. ¿Cómo?

—Con Luis, me lo dio en tu boda —explicó y le pasó la carta. Fiorella la leyó.

Suspiró al acabarla y comprendió lo que sucedía, era probable que Diego hubiera recibido una igual o parecida.

—Iré a traerte un poco de agua para que te calmes —dijo y fue a la cocina, necesitaba un respiro.

—¿No piensas hacer nada por esos dos? —inquirió Miguel cuando la vio pasar.

—¿Qué? Es justo lo que necesito saber…

—Se aman, los dos te lo dijeron hoy... Llama a Diego, dile que venga

—Pero tengo miedo de que la vuelva a lastimar…

—Eso no puedes evitarlo, amor. Tampoco puedes obviar que ambos han admitido sus sentimientos…

—Está bien —murmuró Fiorella y tomó su celular para marcar a Diego.

—¿Fio?

—Ven aquí, ahora mismo —ordenó la muchacha sin mucho preámbulo—. Trae contigo todo el amor que tienes para Tiziana o te arrepentirás de haber nacido —amenazó.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste…

Cortó.

Miguel miró a su novia y la abrazó.

—Haces lo correcto, Tizi estará bien, son adultos y por fin van a resolver sus cosas como tales…




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