El rugido de los motores hacía de su presencia vibrar el pavimento y el ambiente caótico de la ciudad, la gente iba y venía sin detenerse ni un segundo era la ciudad donde todo podía pasar, lamentablemente no eran las cosas buenas que dominaban, cada cierto tiempo por no decir horas o minutos, se producía el asalto a algún inocente o la muerte de una persona cuyo nombre jamás se dirá.
Gabriel había citado a Liam a una reunión para discutir algunos pendientes referentes a las entregas que realizarían en los siguientes días.
Liam se había cuestionado si lo que hacía estaba correcto, los trabajos de Gabriel por lo general eran algo sucios por lo que prefería apartarse de ellos, pero le había dado su palabra de que esta vez seria uno donde no implicarían ni armas, ni drogas, ni nada por el estilo, aunque la idea de transportar runas por un precio módico no sonaba mal, la paga de las mismas era extraña por no decir variada, a veces le pagan con libros viejos y antiguos roídos por ratones, cuando hurgaba en ellos solo hallaba hojas sueltas sin sentido algunas contaban una historia de un ángel sin alas, otras hablaban de la vida y de la muerte y un sin fin de historias.
Las historias por sí solas no tenían sentido alguno, a veces cortaba la lectura y prefería evitar leerlas porque contaban hechos muy fantásticos para ser reales.
Reviso el reloj de su celular, eran más de las dos de la tarde y Gabriel ya se había tardado media hora.
–¡Eh! Siento la demora– escucho a Gabriel a lo lejos que levantaba un maletín plomo que estaba encadenado a su muñeca con unas esposas.
–¿Qué es eso?– señalo Liam.
–Esta es la primera entrega y créeme que no será nada sencillo– sonrió Gabriel colocándolo en el piso.
–Pero me dijiste que sería dentro de unos días– Liam miro el maletín tratando de adivinar que tendría en su interior.
–Bueno, transportar el premio mayor será en unos días– aclaro con calma –pero como te dije, están buscando a los mejores y nos van a poner a prueba, pero tu tranquilo nos van a pagar por estas entregas–
–¿Estás loco? Por lo menos sabes lo que tiene ese maletín–
–En realidad me dijeron que algo muy frágil y que por nada del mundo debía abrirlo hasta el lugar de la entrega– dijo mientras revisaba la hora en su reloj de muñeca.
–No cuentes conmigo– dijo Liam seriamente –sabes que no pienso meterme en líos, te dije que no haría nada que estuviera fuera de lo normal–
–Es una pena hombre, varios competidores se han retirado y el precio por la entrega subió a 5 mil dólares– Gabriel jugaba con la cadena que colgaba de su muñeca.
–Me vale poco o nada cuanto sea…–
–Creo que es algo tarde para decidirlo– señalo Gabriel a un par de policías que se acercaban por su espalda en la dirección por la que él había llegado.
–El juego acaba de empezar– sonrió Gabriel.
Tan pronto como Gabriel recogió el maletín, le entrego un papel pequeño a las manos de Liam, todo había sido una trampa, ahora tendría que escapar de ahí antes de que los capturaran a ambos.
–Eres un maldito hijo de…– grito Liam mientras corría junto a Gabriel hacia la dirección anotada en el papel que le acababa de entregar.
Danna se despertó acelerada, estaba descansando profundamente en su cama, el día estaba soleado haciendo que cualquier actividad por simple que sea te llenara de sudor, el calor era implacable por lo que en estas ocasiones era preferible descansar un poco, debía aprovechar sus vacaciones antes de entrar a la universidad, algo que pasaría en unos meses hasta decidir la carrera que seguiría.
Había mucho por hacer y poco tiempo.
Miro a su alrededor había varias ropas desperdigadas en la habitación, zapatos por doquier y un montón de sus materiales ocupando un lugar estratégico para ser encontrados, su habitación era su propio espacio un lugar íntimo en el basto mundo.
Pero ahora era diferente, su cuerpo se aceleró sentía como si corriera en un reflejo de escapar o pelear.
Tomo una de las almohadas respiro profundamente, lleno los pulmones al tope para después expulsar todo el aire contenido en ellos en un grito ahogado por la almohada en su cara, las emociones de su alma gemela eran caóticas.