La música resonaba desde lo lejos, eran apenas las 3 de la tarde, la gente y la música llenaban cada rincón.
El bajo de unas bocinas ultra potentes provocó que el auto vibrara levemente en el parqueadero improvisado se hacía alarde de autos modificados con luces de neón y muchas reconstrucciones que resaltaban algo en especial, junto a ellos la camioneta de la mamá de Kerrie.
Kerrie, Ana y Danna admiraban el espectáculo improvisado de autos de lujos, jóvenes esbeltos y atractivos.
–¡Es alucinante!– dijo Kerrie emocionada –toda una locura–
Ana miraba tímidamente el torso desnudo de un chico bronceado, alto y musculoso.
Danna enviaba un mensaje de texto avisando a sus padres de que había llegado al Festival y que estaría bien al cuidado de la madre de Kerrie.
Ellos aceptaron que Danna fuera, pero con la condición de que nunca apagara el celular, que si surgía algo les llamara de inmediato al igual que ellos la llamarían cerca de las 11 la hora que debía regresar.
–Bueno, chicas nos vemos en la entrada principal a las 10:30 – dijo la madre de Kerrie estacionando la camioneta –ni un minuto más ni un minuto menos, no quiero que se separen por nada siempre las tres juntas, les daré su espacio sí, pero cuando vea algo extraño o raro nos iremos o nos moveremos de ese lugar en especial tu Kerrie…– continuo la madre dando las cláusulas permisivas.
Kerrie abrió la puerta mientras llamaba a sus amigas a seguirla, el parqueadero era amplio extendiéndose un par de cuadras a los alrededores, había jóvenes universitarios, chicas vestidas con ropas coloridas, algunos adultos y ellas tres en su primer festival.
–¡Destino!– grito Kerrie emocionada.
–Kerrie donde no me contestes ese celular juro que …– grito su madre asegurándose que las puertas y las ventanas estuvieran bien ancladas y selladas.
–¡Sí madre, no te preocupes!– grito Kerrie jalando a sus amigas en dirección a la puerta principal donde se aglomeraban cientos de jóvenes.
–Deberíamos tener cuidado con nuestras cosas– dijo Danna en voz alta, aunque era algo complicado hacerse escuchar mientras guardaba su celular en un bolsillo dentro de su pantalón.
Ana apretaba el suyo entre sus manos, esperaba la llamada de su alma gemela con el que quedo de verse adentro del festival, ya que afuera sería imposible, pero al no recibir ningún mensaje de respuesta entristeció un poco, deseo con todas sus fuerzas que él estuviera adentro.
–Por poco– dijo Gabriel sin poder creer lo que habían pasado el día de ayer. El examen de compatibilidad fue arrasador, las preguntas que le decían a uno y que debía responder el otro fue el reto más fácil por así decirlo, la prueba física casi les cuesta la mentira, pero Liam se las arregló para salirse con las suyas con una ingeniosa mentira.
–No sabes cuánto te odio Gabriel– dijo Liam despreciándolo por lo que habían hecho, después de aquello deseaba matarlo.
–Lo siento, pero no pensé que sería apropiado, no sabes lo mucho que significo para mí– dijo Gabriel feliz de haber sido una de las 4 parejas al final.
–Juro que acabando esto yo mismo te mataré por eso–
–Pero ¡Qué va! De seguro te gusto – dijo Gabriel estirando los labios –vamos a que no beso tan mal–
Efectivamente, ambos habían pasado las pruebas de compatibilidad, demasiado bien tomando en cuenta que Liam acababa de cumplir los 18 años no era improbable ni imposible que ambas almas gemelas se sintieran mutuamente sincronizadas, pero había algo en la mirada de aquellas personas que sospechaban que algo no marchaba bien en especial por algunos gestos y expresiones al responder las preguntas, fue ahí cuando a Gabriel se le ocurrió la grandísima idea de demostrar el “lazo” de almas gemelas, dándole un beso desprevenido a Liam, cosa que incómodo a los que los examinaban y por ende olvidando cualquier duda existente.
–Sabes que, no sigas olvídalo tenemos trabajo que hacer– dijo Liam tratando de olvidar su primer beso.
Liam escucho y sintió la música del festival cada vez más cerca, relajo su cuerpo al dejarse llevar por los tonos agudos rítmicos y el bajo que recorría su cuerpo, se acercaba más y más, mientras eran transportados en una furgoneta cuya fachada fue transformada para aparentar a unas de las furgonetas de fuegos artificiales y luces estroboscópicas, habían entrado por la parte trasera donde no se le permitía el paso a ninguna persona no autorizada, lugar donde se almacenaba todo tipo de equipo, andamios rotos, carteles, pancartas, etc.
Al llegar les ordenaron usar chalecos de seguridad para hacerse pasar por el personal del lugar, cerca de ellos había un contenedor vacío iluminado apenas por un par de lámparas que colgaban.
–Esperen aquí hasta que se los llamen– dijo el grandullón que les había escoltado.
Tras de ellos se cerró la puerta metálica del contenedor. Lo siguiente que se escuchó solo era el sonido apagado atravesando las paredes metálicas, vibrando por la música del exterior lo que provocó que esta se apagara inaudible.
–Tiene que ser una broma– suspiro Gabriel.
Liam intuía que algo así pasaría, no es como que en aquel trabajo les permitirían recorrer el lugar y disfrutar de la música, aunque en su interior esperaba hacerlo, a metros de ellos 3 parejas aguardaban en silencio, cada pareja conformada de una mujer y un hombre a excepción de ellos. Una de las parejas parecía estar ahí por conveniencia, apenas se habían hablado entre sí y cada uno permanecía en su propio espacio personal, la siguiente pareja se sentó en el piso mientras entrelazaban sus dedos uno sentado alado del otro, la última pareja el chico trataba de calmar a su compañera que parecía asustada susurrando ‘que todo esto era una mala idea’ al final Liam y Gabriel la última pareja permanecieron parados en una esquina mientras Gabriel musitaba maldiciones de todo tipo.