Cuando te fuiste

Capítulo siete

Chloe no tardó en contarme la tensión que se había creado en su casa con la llegada de Jack y su novia. Nunca llegaba a entender por qué sus padres se llevaban mal con Naomi, pero tampoco quería entrometerme mucho en el tema.

Era martes y los trabajos que avanzamos el fin de semana en casa de Mery ya los habíamos entregado. Las calificaciones que obtuvimos fueron casi perfectas y estábamos más que contentos con eso.

— ¡Esto es genial! —chilló Mery emocionada, dando pequeños saltitos en medio del pasillo.

— ¿Saben chicas? —Nick llamó nuestra atención y lo vimos expectantes por lo que iba a decirnos—. Ahora en adelante haré los deberes con ustedes —afirmó, guiñándonos un ojo mientras pasaba un brazo alrededor de nuestros hombros.

—Solo si me ayudas en matemáticas —pedí—, y si haces lo mismo con ciencias serías un amor.

— ¡Sí! —dijo Mery— yo también quiero ayuda, podemos juntarnos en mi casa.

—De acuerdo —aceptó Nick.

* * *

Unas semanas después, la tensión en mi casa se hizo presente, para variar. Papá regresó una semana después de la discusión que había tenido con mamá y, desde su regreso, no se habían dirigido la palabra a menos que sea necesario. Era totalmente incómodo porque cuando yo estaba presente fingían que todo estaba bien, aunque claramente no estaba.

La escuela era otra fuente de tensión para mí. Nos habían estado llenando de trabajos a más no poder y el estrés se apoderó de mí. Lo único que podía hacer —además de quejarme— era hacer mis deberes, ya que los exámenes se acercaban y no podía reprobar si quería ir a la universidad que quería.

Una semana antes de empezar los exámenes los chicos me invitaron a quedarme con ellos una hora o dos a repasar las clases. Según ellos la época de exámenes era algo pesada y era mejor estar preparado. Así que no me negué y mamá lo vio como una buena opción.

Además de quedarnos un par de horas en la escuela, Nick, Mery y yo nos reuníamos en casa de la castaña a terminar nuestros trabajos casi todos los días. Tal y como lo habíamos acordado.

El jueves durante la incómoda cena que debía presenciar a diario, papá nos dijo que tenía que viajar —una vez más— por trabajo a Londres. Mamá se mostró indiferente ante la noticia y sólo murmuró un «qué bien». Thomas me miró expectante y yo me limité a encogerme de hombros y desearle un feliz viaje.

Pasé despierta casi toda la noche —por tercer día consecutivo— preguntándome por qué era que seguían peleados. El no dormir tres días seguidos las horas completas me pasaron factura y cuando llegué a la escuela el día siguiente, Nick fue el primero en notar las ojeras debajo de mis ojos que había intentado disimular con un poco de corrector.

— ¿Qué te paso? —fue lo que salió de sus labios, luciendo un poco preocupado.

El ceño fruncido y sus ojos zigzagueando mi rostro logro sacarme una pequeña sonrisa al ver que se preocupaba por mí. Aun cuando llevábamos solo un par de meses de conocernos.

—Primero que nada, hola —sonreí—, y respondiendo a tu pregunta, no pude dormir más que dos horas —ladeé un poco la cabeza, escapando de su mirada para que entendiera que no me apetecía hablar del tema. Al menos no por el momento.

—Hola —una sonrisa asomó por su rostro—. ¿Quieres hablar?

— ¿La verdad? —él asintió— no.

—Entonces supondré que no pudiste dormir pensando en mi toda la noche, soy tan irresistible para ti que soy el motivo de las lindas ojeras que adornan tu rostro hoy —me guiñó un ojo con diversión.

—Sí, claro —le seguí el juego—, eres tan irresistible que hasta estás en mi mente cuando intento dormir.

Mi tono algo sarcástico lo hizo reír. Aunque no era tan falso el hecho de que había pensado un poco en él durante mi noche de insomnio.

Además de pensar en mi familia disfuncional y los problemas que parecían tener la mayoría del tiempo, también había estado analizando la manera en que Nick me trataba. Siempre era amable conmigo y su coqueteo me hacía reír casi a diario, aunque podría decirse que lo de la amabilidad era algo de él.

Había sido testigo de lo buena persona que podía ser con todo el mundo. Quizás estaba loca pensando en que solo se comportaba de esa forma conmigo.

—Lo sé —respondió cuando dejó de reír—. Hey, no olvides que tienes una salida conmigo el otro viernes, ¿de acuerdo?

—Parece que estas impaciente por eso —lo fastidié.

—Demasiado —dijo con una sonrisa que no supe reconocer si su respuesta había sido en broma o hablaba en serio.

Sin dejarme tiempo a preguntarle, los dos nos dirigimos a la cafetería en busca de algo para beber, era algo temprano y no había alcanzado a desayunar muy bien que digamos. Él termino comprando un jugo de naranja y yo un té helado al que Mery me había vuelto un poco adicta.

Durante las clases, luché por no quedarme dormida sobre la mesa, pero era una lucha casi imposible de vencer. El cansancio estaba ganando, por lo que caí dormida a mitad de la explicación de un maestro sobre por qué había fallado su segundo matrimonio.

Lo que parecían ser dos horas durmiendo para mí, al parecer fueron solo veinte minutos. Nick me despertó cuando la clase había terminado y me dijo que el profesor no se había dado cuenta de mi falta de interés a su vida amorosa.




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