Cuando te fuiste

Capítulo doce

— ¿Por qué lo hiciste? —logré preguntar, después de lo que pareció ser el silencio más incómodo que pude presenciar alguna vez.

Después de pasar la noche del jueves contándole a Nick todo lo que había sucedido durante mi estadía en Londres, él solo se quedó ahí, escuchándome. Interviniendo solo cuando era necesario. Comprendiendo la situación al instante, el porqué de mi actitud en los últimos días y, como el buen amigo que era, prometió estar ahí para mí siempre que lo necesitara.

La mañana del viernes llegamos juntos a la escuela, cosa que no le causo ni un poco de gracia a su novia, pero —según lo que él me había contado por un mensaje de texto— lo habían arreglado después de la segunda hora de clases.

Llegando a la penúltima hora de la aburrida jornada escolar, por alguna extraña razón me llamaron de la dirección y, quizás el hecho de que no había hecho nada malo, debió darme una señal de que algo raro sucedía. Al llegar ahí me indicaron que mi padre había ido a recogerme y para ese momento no tenía escapatoria alguna de él.

De esa manera es en la que terminamos sentados uno frente al otro en una cafetería cerca de casa.

—Dime porqué durante tanto tiempo nos engañaste.

—Hija yo… —parecía que trataba de buscar las palabras correctas para empezar, pero no lo lograba—. Yo quiero a tu madre, aunque puedas dudarlo ahora mismo.

Si aquello era querer, no quería saber que era odiar para él.

—Todo comenzó cuando la conocí, estaba terminando la universidad. En la época en la que me alejé de mi familia porque me habían arreglado un matrimonio con una chica con la que solía salir, solo con fines de mantener una alianza empresarial. Muy a la antigua. Me negué por completo, mis padres se pusieron furiosos, pero ya había hablado con Isabella, la chica en cuestión, para cancelar el compromiso.

Mi ceño fruncido pareció ser una clara señal de que seguía sin ver los pies ni cabeza del asunto, así que continuo con su historia.

—Estaba soltero cuando empecé a salir con tu madre, estar con ella fue como un soplo de aire fresco. Nunca había conocido a alguien así y supe que ella era la mujer de mi vida —sonrió al recordar eso, pero yo no hice lo mismo—. Con lo que no contaba era que, luego de unos meses, Isabella me llamara para decirme que estaba embarazada. Tenía que hacerme cargo de mi hijo e intentar darle la imagen de una familia normal, por esa razón terminé con tu madre y terminé casándome con la mujer que mis padres habían elegido para mí.

Él sujeto el nudo de su corbata intentando aflojarlo, como si le fastidiara recordar aquello. Me mantuve observando la tasa humeante de café frente a mí, esperando a que decidiera volver a hablar.

—Por razones del destino, tuve que hacer un viaje a Francia cuatro años después y ahí me encontré con tu mamá. Ella se encontraba en un viaje junto a tu tía Giselle, durante esa semana estuvimos juntos. Reencontrarme con ella fue darme cuenta de que el matrimonio que intentaba mantener no era más que apariencias, así que tomé la decisión de volver a Londres y pedirle el divorcio a Isabella, pero tu abuela cayó enferma y no quería causarle un disgusto que pudiera acabar con ella.

» Regresé a Francia un mes después con la triste idea de tener que cortar cualquier tipo de relación con tu madre por el bien de mi familia. Aunque ahí me dio la noticia de que estábamos esperando un bebé, tú —me miró con una sonrisa que no pude corresponder.

Toda esa historia se me hacía estúpida, pero supuse que aún no terminaba. Así que no emití ningún comentario hasta que terminara con su relato.

—Francamente no sabía qué hacer —movió sus manos en el aire—, si dejaba a Isabella tu abuela podía tener un ataque por el mínimo disgusto que le diera, pero tampoco podía dejar a tu madre sola, por eso le propuse irnos lejos de tus abuelos y de mi familia. Ya sabes que no soy la persona favorita de tu abuela Cassandra. Isabella y yo habíamos acordado separarnos cuando mi madre se recuperará por completo y así es como enredamos más las cosas.

» Así me la pasaba viajando cada semana de Londres a Lima porque tampoco podía descuidar a tu hermano —apuntó—. Hace aproximadamente cuatro años tu mamá y yo tuvimos una discusión, por lo que me fui más tiempo del usual a Londres, en ese años fue que nació tu hermana menor, Rebecca.

» No pretendo que entiendas la historia, porque ni yo mismo logro entender el enredo que cree con el pasar de los años, pero si quiero dejarte en claro que durante el tiempo que estuve viviendo con tu madre y contigo no me involucre sentimental ni físicamente con Isabella, estábamos prácticamente divorciados. Sólo venía a ver a tus hermanos, nada más.

—Claro, no tuviste nada y por eso salió tu segunda hija —lo interrumpí, sin ganas de seguir escuchando sus tontas justificaciones—. Aun si aceptara creer tu fidelidad de trece años a mamá, le mentiste, nos mentiste —remarqué la palabra—, y apuesto que ni siquiera se te hubiese pasado por la cabeza decirnos algo porque querías seguir con tu doble vida. Ya cumplí con escucharte, así que ahora te pediré que no vuelvas a acercarte a mamá o a mí.

—No me voy a alejar de ti, eres mi hija, tengo derecho a verte.

—Mi vida era tranquila con mamá cuando se separaron hace cuatro años, pero tu decidiste seguir jugando a las dos familias. Así que lo único que quiero es que tengas el coraje suficiente para decirle todo esto a tus hijos y esposa, supongo que ellos aún viven en la ignorancia en la que vivíamos mamá y yo.




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