La vida es más tranquila cuando no te gusta o interesa alguien.
Por lo tanto no mantienes en tu mente a absolutamente nada sin embargo ese ya no era mi caso.
Después de acomodar nuestras pertenencias, decidí ir al lago.
Salí de la habitación y le avisé al padre de Matías, quien se encontraba cocinando algo.
—Ahora vuelvo, iré al lago.
—Muy bien Nara, solo no te alejes mucho.—Él continúo cortando algunos vegetales.
Asentí y salí de la cabaña.
Caminaba por la orilla del lago, este parecía no tener fin, pero tarde o temprano llegaría ahí, aunque no sería hoy.
Me senté en el suelo, estiré mis pies.
Cerré los ojos mientras el aire llegaba a mi, era frío, muy fresco.
El aroma era naturaleza, árboles, hojas y flores.
Esos aromas preciados que no siempre son notados.
—Hola Nara—Escuché repentino.
Abrí los ojos de manera inmediata, mi rostro mostró incomodidad. No sabía a dónde mirar.
—¿Puedo sentarme?—Inquirió mirando a mi lado.
—Claro—Respondí seco mientras miraba el lago.
—Veo que aún estás molesta.—Miró el lago.
No dije nada, solo seguí mirando.
—Perdón Nara, perdón por todo.—Me miró atento.
Escuchar que se disculpara era difícil, era tan difícil tener que escuchar una y otra vez, "Perdón". Porque sabía perfectamente que ya lo había perdonado, pero aún dolía.
—No quiero que vuelvas a decir perdóname, eso lo hace incluso más difícil.—Hablé al fin después de no haber dicho nada.
—Está bien, basta de disculpas ¿Podemos comenzar otra vez?.—Él colocó su mano frente a mi—¿Amigos?.
Sonreí; sonreí con hipocresía, no quería jamás quise ser su amiga, pero él no lo sabía y no lo sabría.
—Claro—Fue lo único que dije y acepté estrechar su mano.
Lo vi ponerse de pie tomar vuelo y lanzar una piedra al lago.
Esta se hundió rápidamente, solo salpicó un poco.
—Algunos lo hacen ver realmente fácil—Lo vi sonreír avergonzado.
Reí por dentro, me puse de pie y lancé fuerte haciendo que golpeara tres veces el agua hasta hundirse.
—La práctica ayuda, me tomó un tiempo y aún no soy tan buena.
—Lo eres, eres...
Vi a Matías a un metro de Evan, mi vista se posó sobre él, Evan miró hacia donde estaba mirando.
—Matías—Evan pronunció.
—¿Están lanzando piedras?—Sonrió Matías mientras llegaba a nosotros.
—Cierto Matías, ¿Recuerdas la vez que hicimos justo esto, y no nos dimos cuenta de que había personas nadando?.—Pregunté con una sonrisa en mi rostro.
Matías comenzó a reír.
—Aquel chico quedó con un ojo morado.—Comenzó a reír fuerte, la cara de incomodidad de Evan al no saber todo el contexto me hizo sentir un poco mal.
—Debo ir a acomodar algunas de mis cosas—Habló Evan mientras sonreía—He dejado todo por salir a mirar todo.
Matías asintió rápidamente.
Segundos después asentí yo, lo vi alejarse de nosotros y Matías sonrió al verme.
—¿Deberíamos practicar más?.
—Cómo cuando éramos pequeños—Sonreí.
—Lamento lo que ella te hizo—Lo miré de inmediato confundida.
—¿De qué hablas?—Pregunté mientras recogía una piedra pequeña.
—Sé lo que mi novia te hizo, sé también lo que te ha estado haciendo, no sabes lo mal que me siento. Ella no debió tratarte así por mi culpa.—Él tomó mi mano lentamente.
Dejé caer la piedra y lo miré a los ojos.
—Ella es como es, no es culpa tuya que lo haya hecho, me lastima saber que te culpas por eso.
Él me acercó a su cuerpo y me abrazó durante varios segundos.
—Eres mi mejor amiga, y no quiero que alguien se porte así contigo, es difícil pero creí conocerla, ahora sé que no es lo que dijo ser, terminé mi noviazgo con Natalia.
Aún podía estar en sus brazos pero me
daba miedo lo que Natalia podía llegar a hacerme.
—Espero que eso no te afecte—Respondí dándole un abrazo más fuerte.
Él me miró sonriendo.
—Tengo a mi mejor amiga para apoyarme en estos momentos, sin mencionar que estamos de vacaciones y lo único en lo que debemos pensar es en disfrutarlo.
Sonreí y me aparte de él.
—Tienes razón, deberíamos quedarnos a ver el atardecer.
—No falta mucho, deberíamos sentarnos.
Ambos nos sentamos en el suelo, mientras mirábamos aún el lago, había unos cuantos peces que salían a comer algo, él recuerdo de Matías cuando éramos pequeños me hacía sentir bien.
Nos quedamos hasta que el sol se metió, estaba feliz, me sentía en paz.
—Es hora de irnos.—Matías se puso de pie—Dame la mano—Tomé su mano.
Me ayudó a pararme y ambos volvimos a la cabaña.
Al llegar nos dimos cuenta de que la cena estaba lista.
La mayoría estaban sentados en el comedor.
Tomamos asiento, a mi izquierda se sentó Matías.
Minutos después llegó Evan quién se sentó a mi derecha.
Vi a Megan hacer una pequeña sonrisa, y con sus ojos dijo absolutamente todo.
—Comencemos a disfrutar de esta cena, mi esposo se esforzó mucho por prepararla.—Habló la señora Susana, quien sonrió mientras colocaba un poco de comida a su plato.
Todos tomamos un poco de todo lo que el padre de Matías había preparado, difícilmente pude haber pensado que sabría bien, pero superó mis expectativas.
—Mañana comenzaremos con las actividades chicos, mañana es la de la caminata, espero que estén en forma, serán unas horas—Comió un poco mientras todos nos mirábamos.
Definitivamente el padre de Matías quería hacernos sufrir.
Al terminar la cena ayudé a la señora Susana a recoger los platos, mientras que Evan y Matías preparaban todo para lavarlos.
Una vez terminado fui a mi habitación, me puse la pijama y me recosté un rato, Mientras organizaba mis cosas vi un libro que Caitlin había puesto en mi maleta.
Decidí leerlo aunque no sabía de qué trataba.
Vi a Megan llegar y acostarse, seguí leyendo durante un rato hasta que dieron las Diez de la noche. Apagué la luz y vi a Megan muy dormida.
Decidí abrigarla bien, salí de la habitación y fui hacia la cocina. La luna alumbraba algo pero evité prender la luz.
Tomé un vaso para luego llenarlo de agua, me quedé un rato sentada. Un ruido hizo que me asustara, me puse de pie rápidamente, vi a alguien frente a mi e hice lo primero que se me ocurrió.
Aventarle el agua, como si eso fuera a ayudarme en el caso de que fuera un fantasma o algo así.
—Perdón—Escuché como escupió agua—Debí decir algo antes de que te asustara.
—¿Evan?—La luz de la luna volvió a aparecer y pude ver mejor.
—Vine por agua, aunque creo que ya no será necesario.
—Perdón, me asusté y fue en lo primero en lo que pensé.
Prendí una de las lámparas que se encontra cerca de la sala.
Volví a la cocina y tomé unas servilletas, le di unas y le ayudé a quitar el exceso de agua de su rostro.
—Gracias—Habló mirándome tan cerca que mi corazón comenzó a latir más rápido.
Sé que había dicho que no volvería a pensar en él de esa forma, pero el tenerlo tan cerca de mi, me hacía querer besarlo.
—De nada—Hablé mientras seguía secando su rostro.
—Solo...—No lo dejé terminar y decidí darle oportunidad a mi corazón.
Lo besé de manera repentina, sus labios no hicieron movimiento alguno. Me sentí tan avergonzada que me separé de él.
—Perdón—Coloqué las servilletas en la mesa y caminé.
Él alcanzó mi mano y me volvió a él.
Me besó y decidí seguirlo.
Colocó una de sus manos en mi mejilla, mientras aquel beso se extendía cada vez más.
Decidí parar.
—Espera, esto...
No terminé la frase y solo decidí alejarmey caminé un poco lejos de él.
Él se quedó callado no dijo nada.
Me volví a él nuevamente.
—No quiero que todo vuelva a ser como hace un tiempo.
—Y yo no quiero que dejes todo lo que sientes por Matías.
Me quedé callada, él tenía razón.
Matías estaba interfiriendo en lo que sentía, sabía que no me apoyaría.
—Sí es porque sientes algo por él, más de lo que sientes por mi lo entenderé, pero no me hagas pensar que sientes lo mismo que yo siento por ti.
—N-no ¿De qué hablas?.
—Sé que no te das cuenta, pero le gustas a Matías, y estoy seguro de que correspondes lo que él siente por ti.
—No puedo creer que lo besaras.—Esa voz, conocía esa voz.
Miré detrás de mi, era Matías, se veía molesto.