Cada paso que doy me acerca más a un no sé qué que siempre he estado buscando. Es ese avanzar sin saber a dónde para llegar a ser algo que aún no sé que puedo ser, pero estoy seguro de que será la mejor parte de mí para ser aquel que siempre quise ser aunque nunca supe que lo quise ser.
Es ver al tiempo detenerse en el momento exacto para dejarme respirar profundo antes de patearme tan duro que me devuelva al inicio porque lo he estado haciendo y así pueda corregir mis errores aunque no pueda hacerlo en verdad, quizá solo me hace volver para aprender lo que no aprendí de lo que tanto me dolió en algún momento porque solo repasando lo mismo una y otra vez podré ver aquello que nunca vi o que nunca quise ver.
¿Será acaso una forma de la vida de decirme que a pesar de que siempre debo volver a empezar ella nunca deja de avanzar? Quizá es su forma sutil de burlarse de mí diciéndome entre líneas que soy uno de los tantos que intentan alcanzarla, de aquellos que ignoran a los demás en el camino porque es más sencillo remar solo, aunque es más aburrido.
Entonces comprendo que cada año nuevo solo es una forma de ella de reírse de mí diciéndome que mis celebraciones son incoherentes porque cada vez estoy más de lejos de ella, de la vida, y más cerca de la muerte, aunque, irónicamente, la meta de la vida es morir. ¿Entonces estoy más cerca de lo que creo de conseguir mis sueños? Lo único de lo que puedo estar seguro es que en este momento soy más viejo de lo que nunca fui y más joven que lo que jamás seré, aunque hay quienes dicen que vivimos en el pasado porque nuestro cerebro se demora 8 milisegundos en procesar lo que está viviendo por lo que nunca estaremos a la par de la vida aunque le llevemos el mismo ritmo. Es irónico porque...
Cada año nuevo solo me doy cuenta de que cada vez tengo más ganas de desaparecer.