– Gracias chicos, siempre es un placer escuchar su historia, después de todo, sólo tuvieron que esperar la siguiente vida para estar juntos, el amor como siempre salió triunfante. Estoy seguro que nuestro nuevo amigo la ha disfrutado ¿no es así?
Cada centímetro de mi cuerpo estaba alerta, aunque parecía una locura sentía que el locutor de la radio se refería a mi, pero no podía responder a su pregunta, estaba hecho un manojo de nervios.
– Parece que lo han dejado sin palabras, típico de ustedes – dijo soltando una carcajada – Pero no importa, tarde o temprano hablará, todos lo hacen
Salté de la cama sin esperar ni un segundo más, tenia que salir de aquel lugar. Corrí escaleras abajo lo más rápido que pude y me dirigí a la puerta, o mejor dicho, al lugar donde estaba hace menos de una hora; en el sitio sólo había una pared, pintada del mismo color de la casa, sin indicios de que hubiese existido allí una puerta. Mi cabeza estaba a punto de explotar, lo que estaba pasando sólo era lógico en una pesadilla, comencé a pellizcar mis brazos para comprobar que estaba despierto, el miedo junto al frío recorrían mi columna de arriba a abajo, no podía morir allí. De pronto escuché de nuevo su voz, la tortura apenas comenzaba
– ¿Porqué tanta prisa compañero? ¿Acaso tienes algo mejor que hacer? – dijo en el tono hilarante que caracterizaba su locución, no quedaba duda, él estaba hablando conmigo – Si nuestro cuento anterior no te ha gustado, no te aflijas, estoy seguro que éste te encantará
Por más que quisiera salir de allí, no tenía más remedio, tenía que tranquilizarme para mantener el poco de cordura que aún poseía. Subí de nuevo al cuarto para volver a arroparme, mientras pensaba en otra posible solución
– Que bueno que has decidido quedarte – dijo como si hubiese tenido opción a escoger – Te presento a nuestra siguiente invitada. Selena puedes comenzar, nuestro muchacho está ansioso por conocerte.
– Gracias tento, con gusto le contaré mi historia – instantáneamente sentí una presión en la garganta junto a unas intensas ganas de llorar. Era imposible no reconocer esa voz