Cuentos Con Tento

MELLIZOS

Escucho a mi niño jugar desde su habitación mientras preparo su cena, no es su favorita pero es un niño consciente, sabe que solo nos alcanza para comer avena y un trozo de pan. Siempre conversa solo y hace mucho ruido jugando, me repocho una vez más el hecho de no haberle dado a Jeremi un hermano, pero desgraciadamente soy Selena Warren viuda de Edgar Warren ¿Quien se casaría con una viuda? Y sobretodo cuando su esposo no hizo más que dejar deudas. Tuve que venirme corriendo a este pequeño pueblo para que los grandes señores a los que les debía mi marido no cobraran su deuda con mi cuerpo ni comerciaran a mi hijo en esas subastas donde acuden las señoras estériles de cuello estirado a comprar niños indefensos que fueron arrebatados de sus pobres madres. Jeremi ha sufrido mucho, por eso me pareció adecuado venir a Quintinville, un calmado pueblo en donde puedo alejar a mi pequeño de tanta desgracia.

Cuando me acerco a la puerta del cuarto para llamar a Jeremi escucho claramente que sostiene una conversación con otro niño, tal vez este nuevo amiguito entró por la ventana para jugar con mi hijo.

– Jeremi, la cena esta lista – digo mientras abro la puerta rechinante del cuarto de mi niño

– Hola madre, en un segundo bajamos – dicen al unisono dos niños con el mismo rostro que el de Jeremi, y por un momento no pude saber cual de los dos era mi niño. Al instante me di cuenta que la otra cosa tenia los ojos verdes, mientras que mi niño los tenia café

– ¿Que esta pasando? – grité con sorpresa

– ¡Que es hora de comer! – respondieron con alegría y corrieron hasta la mesa tropezándome al salir de la habitación. Ambos niños se sentaron en la mesa ocupando las 2 únicas sillas que había en la comedor de la vieja sala

– Jeremi ¿Qué esta pasando, quien es ese niño y porque tiene tu rostro? – pregunto susurrando a su oído

– Es Eremi, mami ¿Qué estás diciendo? – responde con su dulce e inocente vocecita

– ¿Eremi?

– Si mami, es mi mellizo

Observo a esa maldita cosa mirarme con sus ojos verdes y no comprendo lo que sucede en mi casa. Jeremi asegura tener un hermano mellizo y lo trata como si toda la vida se hubiesen criado juntos, esto me asusta, trato de actuar normal pero estoy temblando para servir la avena sobre el tazón, lo cual termina en un desastroso derrame y la olla acaba en el suelo haciendo un ruido escandaloso.

Los niños se levantaron de la mesa para ayudarme a limpiar y mientras Jeremi recogía la avena con un trozo de tela, el otro niño halaba la falda de mi vestido para pasarme el tazón que antes estuvo en el suelo, yo intentaba ignorarlo pero cada vez insistía más, hasta que decidió hablar

– Mami, toma – el escuchar a esa cosa llamarme mamá, me sacó de mis cabales, así que tome el tazón y lo arrojé contra el suelo esta vez intencionalmente y apreté al otro niño mientras lo zarandeaba

– No me llames mami, no se que cosa eres ¡LARGATE YA DE MI CASA! – grité mientras sacaba al niño de la antigua casa antes de subir con Jeremi a la habitación, pero mi hijo no dejaba de reclamarme el haber sacado a su hermano a la fría noche.

– Jeremi, escuchame bien, no se que te habrá dicho esa criatura, pero tu no tienes hermanos, eres hijo único – le dije para intentar tranquilizarlo

Acosté a Jeremi en su cama y cerré la ventana con algunos candados que aún no desempacaba de la mudanza, cerré bien la puerta de la casa y me asomé por las ventanas. El otro niño parecía haberse ido por donde vino, todo apuntaba a ser una broma de mal gusto, así que respiré hondo y me recosté junto a mi niño, donde me quede dormida casi al instante. Justo a mitad de la noche me despierto, y veo a Jeremi sentado en la cama mirándome fijamente, me asusté enseguida, pensando que podría tratarse de la otra cosa pero me refugio en sus ojos y estos eran cafés.

– ¿Que sucede Jeremi? – pregunto sentándome para estar a su altura

– Es que no puedo dormir – responde triste

– Ven, mami te abrazará – le digo cubriendo su pequeño cuerpo en un cálido abrazo

– A ver hijo ¿Porqué no puedes dormir? ¿Acaso tienes pesadillas?

– No mami, soy un niño grande para eso

– ¿Entonces que sucede amor?

– Es Eremi

– ¿Otra vez con ese tema? Te dije que ese monstruo no es tu hermano, ni siquiera sabemos que cosa sea así que deja de preocuparte por el.

– No estoy preocupado, se que él esta bien

– ¿De que hablas?

– Duerme mami, es mejor dormir – dijo entrecerrando sus ojos

Después de eso no pude pegar un solo ojo en toda la noche, el solo hecho de pensar que mi niño se estaba comunicando con ese engendro me producía el más espantoso miedo. La mañana siguiente, noté que Jeremi guardó la mitad del sándwich de su desayuno en el bolsillo de su short intentando disimular el gesto

– Ya terminé de comer ¿puedo ir a mi habitación? – dice con rostro de niño culpable



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Editado: 01.03.2018

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