Cuentos-Cortos: Cuentos que quieren ser algo más

EL MAGO Y SU CAMA

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Hace diez años el mago intentó levantarse más temprano en la mañana. Quería empezar el día antes que el sol, establecer una rutina de práctica para mejorar sus hechizos. Especialmente, deseaba terminar un hechizo en particular, que ni siquiera había comenzado a cimentar pero en el cual llevaba muchos años trabajando, tantos que el hechizo casi parecía haber nacido junto con él. No era la primera vez que el mago intentaba volverse un poco más "disciplinado" en su labor. Pero, como había sucedido en la gran mayoría de las ocasiones anteriores, se quedó dormido.

Bueno, no dormido dormido.

Más bien permaneció en cama dando tumbos, como luchando contra algo que nadie, ni siquiera él mismo ni yo, podíamos ver.

La verdad... es que la cama del mago estaba encantada.

Acaso fuera un encantamiento arcano, de los tiempos en que la magia no necesitaba a los magos, o quizás había quedado encantada por todos los magos que durmieron en ella antes que él, en épocas distantes y otras cercanas.

Aquella era una cama típica de un hombre de sus características. Había viajado a través del tiempo. Había servido a héroes y villanos, personas importantes. Tenía una base de ramas y raíces retorcidas, su respaldo era el tronco de un álamo de otoño, su dosel una techumbre de hojas amarillas que caían suavemente y de forma perpetua. Olía a cera de abejas y a resina fresca.

El encantamiento consistía en una especie de poder que jalaba al mago hacia el jergón de plumas de lechuza y seda dorada. Lo arrastraba como el mar arrastra a los hombres que se quedan mirándolo mucho tiempo por la noche (y que generalmente son piratas). Los ojos del mago permanecían cerrados, aunque yo viera perfectamente que por debajo de sus pestañas azules se movían, demasiado activos para que el movimiento perteneciera a un sueño o a una pesadilla. Los párpados le pesaban, le ardían las comisuras de los ojos. La cabeza también le pesaba y él solía gritar que el cuello le aullaba de dolor, o que habría aullado si el mago no le hubiese arrancado las cuerdas vocales, como a cada parte de su cuerpo.

—Si mi cuerpo pudiera hablar —me dijo una vez el mago—, se quejaría de que no lo cuido bien. Lo obligo a dormir, pero no a descansar. Lo tengo acostado en esta cama donde se siente incómodo y presionado.

Por momentos yo pensaba y quería decirle al mago:

"Ven, amigo, ven, estamos de vacaciones en el reino, así que puedes dormir un poco más. Trata de descansar esta vez".

Nunca se lo dije, pero creo que él sí se lo decía a sí mismo.

El mago se sumía en un sueño inquieto hasta que ya no soportaba más estar acostado. Así pasaba el tiempo, y cuando se levantaba parecía que algo de él seguía atrapado en la cama encantada: la tranquilidad de unas horas en silencio, necesarias para la concentración y la inspiración, horas exquisitas para soñar despierto y confeccionar hechizos maravillosos, todas perdidas. Horas perfectas que él desperdiciaba en dormir, y yo me preguntaba si realmente estaba tan cansado, si tenía el sueño roto, o si solo intentaba no enfrentarse al taller de magia.

—¿Es tan fácil mentirse a uno mismo en el umbral del reino de los sueños? —me dijo una que otra vez.

"¿Qué mentiras te estás contando junto a tus ovejas?"

Para cuando el mago lograba liberarse de los efectos del encantamiento, generalmente por la mañana, cuando el sol arrasa, el mundo ya se había despertado. El mundo gritaba y chillaba, reclamaba al mago para que realizara todas las tareas imposibles para aquellos no-magos, y él emprendía con diligencia el cumplimiento de sus órdenes repitiéndose a sí mismo que lo intentaría una vez más cuando todo terminara... pero la cama y el taller seguían jalando de él. Todavía están jalándolo. El taller, porque él desea trabajar en su hechizo. Siempre está pensando en el hechizo. Y la cama encantada, me atrevo a suponer, porque ahí es donde sueña que el hechizo está casi terminado y que todo ha sucedido de forma simple, plácida, natural y poética. Quizás el mago no quiere dejar de soñar.

Pero entonces, ¿por qué no se muda dentro de su sueño, y en cambio siempre está intentando volver al taller?

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En el texto hay: mundos magicos, romance, amor y odio

Editado: 31.05.2024

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