Cuentos de terror de mi tio Tankhun (tankhun/venice)

5

Estaba tan absorto en la historia de mi tío que pasó algún tiempo antes de pensar en mirar a la muñeca que él había puesto en mi mano antes de empezar. Levanté la pequeña figura hasta mi cara y la examiné de nuevo. El rojizo resplandor de la chimenea avivaba los rasgos de la cara y hacía más alarmante la detallada pintura. Los rasgos de la cara de la muñeca parecían de una realidad imposible, nada factible.
—Entonces, Venice —dijo tío Tankhun—. ¿Ha cambiado de alguna forma esta historia tus puntos de vista sobre el contacto entre los vivos y los muertos?
—Bueno —dije—, diría, con todo respeto, que no. Es, después de todo, nada más que una historia.
—¿Nada más que una historia? — dijo mi tío con tal repentina violencia que la muñeca se me cayó en el regazo —. ¿Nada más que una historia? ¿Es eso lo que piensas? ¿Que estos relatos son invenciones mías?
—Bueno… sí… Creí que lo eran. Lo siento mucho si lo he ofendido, señor.
—No, Venice —dijo tío Tankhun con un suspiro—. Perdona por haberte hablado bruscamente.
¿Qué más ibas a pensar? Déjame recibirte ahora eso — estiró su larga mano hacia la muñeca—. A una dama no le gusta que la observen. Le entregué la muñeca y caminó hacia el mueble, poniéndola donde había estado antes. De nuevo, me dio la espalda y miró hacia fuera por la ventana. Podía ver que de alguna forma había herido sus sentimientos, pero no estaba seguro de qué forma. Seguramente él no esperaba que yo aceptara estas historias como verdaderas. ¿Cómo podían serlo?
—Ven y mira esto, Venice —dijo tío Tankhun.
Se había movido para examinar un grupo de grabados enmarcados al lado de la ventana. Me puse de pie para acercarme y mientras caminaba hacia donde se encontraba tuve la extrañísima sensación de que había alguien afuera; alguien que se había agachado cuando me aproximé. Me asomé pero no había nada para ver.
Mi tío observaba el grabado enmarcado de una especie de escultura. Poseía esa cualidad un tanto afectada de los grabados antiguos, pero aun así representaba el tema con suficiente maestría para crear una imagen bastante sorprendente. La escultura adoptaba la forma de un demonio con cuernos e incluso para mis ojos poco entrenados tenía un aspecto medieval. Así resultaría ser. Al principio, imaginé que se trataba de una gárgola, pues era la especie de monstruo en piedra que uno ve con frecuencia asomándose de la torre de una iglesia, pero al inspeccionarlo con mayor atención pude ver que la cosa estaba tallada en madera. Y pude ver ahora también que era parte del material de una banca de iglesia.
Por qué exactamente alguien —el tallador original o el grabador— desearía tomarse la molestia de retratar algo tan detestable iba más allá de mi comprensión, pero mi tío lo observaba como si fuera el retrato de una nieta favorita.
—¿Es un grabado valioso, señor? — pregunté.
—¿El grabado? —dijo tío Tankhun —. No, Venice. No es particularmente valioso. Es el tema lo que es importante.
—Pero ¿qué es, tío? —Ay, Venice, es un demonio, por supuesto.
—Sí, tío —dije—. Lo que quería preguntar es por qué es tan importante.
—Esa es su importancia —contestó con mayor solemnidad—. Que sea un demonio. Esperé en vano a que mi tío elaborara un poco más en esta oscura afirmación.
—¿Hay alguna historia conectada con este grabado, tío? —pregunté, después de que la pausa se había vuelto incómodamente larga.
—Eres muy perceptivo, Venice — dijo—. Pero ¿de verdad quisieras escuchar otra de mis tontas invenciones?
—No las he llamado tontas, señor —dije—. Y me encantaría escuchar otra de sus historias. Tío Tankhun sonrió suavemente y puso la mano sobre mi hombro.
—Entonces sentémonos una vez más y te contaré una historia que tiene que ver con nuestro curioso amigo de aquí. Regresamos a las sillas. De nuevo, pude haber jurado que escuché pasos al otro lado de la ventana y ruidos de susurros; de niños susurrando. Mi tío parecía no ser consciente de ellos así que decidí que era mi imaginación, excitada por las historias de mi tío, la que me estaba jugando bromas.
—Pero me pregunto si esta historia resultará demasiado perturbadora para ti —dijo tío Tankhun, viendo que yo miraba hacia la ventana; volteándose hacía la chimenea atizando un leño.
—De verdad, tío —dije, adelantando la barbilla—, no soy tan miedoso como usted parece creer.
Tío Tankhun puso el atizador a un lado y se dio la vuelta con una sonrisa amable; una sonrisa que se desvaneció rápidamente de su rostro cuando juntó los largos dedos y empezó esta nueva historia.



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En el texto hay: #biblebuild, #vegaspete

Editado: 01.10.2024

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