Cuando se formó la luna, hace ya millones de años, una parte de los grandes mares fue desprendido y aislado, sin poder verse de nuevo. En las aguas de este satélite, danza una joven dama con largos cabellos rizados, suspirando y anhelando la tierra de origen. Una tierra donde se mueve el dueño de su corazón.
Pasa mucho tiempo hasta que se decide a retar el espacio y se aventura a bajar a esa cálida tierra, luchando contra la agresiva y despiadada gravedad, en una noche donde el flujo de las mareas se atrae cuando la luna está llena.
Aterriza en un lugar incierto, con tan poca vida, que su corazón es estremecido por el temor al no saber en dónde se encuentra ni hacía dónde ir. Voltea hacía un lado y hacía otro y con desesperación, comienza a correr, sin embargo, lo único que alcanza su vista es la inmensidad del mar que baña el escaso camino de arena en que se encuentra situada. Entonces, al recordar a su amado regresa su valor y, a través del mar recorre e inunda planicies y valles, atraviesa cumbres y dunas; no da descanso a las marejadas y se enfrenta a climas gélidos donde casi llega al punto de quedarse sin movimiento; todo ante el deseo de encontrar y entregarse con aquel ser dulce y angelical. Ante este pensamiento, recuerda sus días felices cuando la tierra y la luna eran un solo cuerpo, cuando bailaba entre los brazos de su amor, de quien hacía tanto que no sabía nada, incluso, desconocía si la seguía esperando.
Sus pensamientos comenzaron a entristecerla, adormeciendo sus ojos hasta que no tuvo más fuerzas para abrirlos, temblaba un poco de frío cuando sus piernas y espalda comenzaron a convertirse en hielo; sus hermosos risos dejaron de moverse para tornarse estáticos: comenzaba a formar parte de las grandes montañas nevadas. Pronto ya no podría pensar y su larga búsqueda llegaría al final, las aguas que la acompañaban en su camino estaban congeladas y conformaron un largo y estrecho túnel tras de ella, no había más movimiento, estaba sola, su conciencia se apagaba y su vida quedaría estática.
Se produjo un súbito silencio, todo estaba cristalizado y antes de emitir su último suspiro, un viento cálido soplo en sus labios, recorriendo el interior de su cuerpo, devolviendo la luz y movimiento a sus ojos mientras sentía que se caía rápidamente y era envuelta en un manto cálido que le era perfectamente conocido. El hielo en su cuerpo comenzó a derretirse, permitiéndole ver qué estaba pasando. Su pecho se sentía apretado, el desconcierto y la felicidad la invadía, lágrimas corrían a través de sus mejillas, allí estaba su ser amado, quien extendió ambos brazos mostrándole una sonrisa empapada en lágrimas. La dama le correspondió aún con hielo cayendo de sus brazos y antes de pronunciar una palabra todo fue expresado con un fuerte y prolongado abrazo que disipo los miedos, angustia y dolor, trayendo consigo un gozo más allá del plano terrenal y que, a la puesta de sol, se tornó en un beso lleno de amor.
La búsqueda ha finalizado, bajo la sorpresa de que su compañero también la buscaba y que al encontrarla la calentó entre sus brazos y cruzó rápidamente el camino de vuelta al mar donde el sol la calentó con sus rayos para devolvérsela. Ahora, con las olas nuevamente acariciando la arena, los dos se abrazan y conversan en un mar de emociones y sentimientos creados para sí mismos. Bailan en la protección y amor de sus brazos, un vals suave donde sus manos no se separan porque viajan juntos a través de las mareas.