Se resignó a los murmullos, a que estos monstruos lo observen con escrutinio, lloró y a ellos no les importó.
En la habitación blanca, libre de cualquier rastro de instrumentos de escape, estaba él, lamentablemente desde que se embarcó en esta misión, se condenó a esto.
Sus compañeros seguramente lo estaban rastreando y con ese pensamiento sonrió ante el sonido de gritos y el olor a sangre del exterior de la base.
Las paredes comenzaron a desmoronarse, ahí estaban ellos, la misión se cumplió, desactivaron cualquier defensa de la raza humana.