En la fiesta todo era hermoso, la música, la comida, la decoración del salón, pero nada de eso parecía convencer a Gianluca, que a cada instante miraba la hora y buscaba en la puerta de la entrada al parecer a alguien.
¿A quién esperas? – Preguntó su mamá acercándose a él con una copa de champan –
¿Eh? ¡A nadie! – Dijo disimulándose mirando a los presentes que bailaban un hermoso vals en ese instante –
¡Hijo! Tienes la misma mirada que tenía tu padre cada vez que me esperaba en una fiesta… así que no me engañas, ¡Tú esperas a alguien muy especial! ¿Le darás tu corazón a ella y no a Azalea? – La pregunta de su madre lo sorprendió mucho y no sabía que decirle –
¿De qué hablas mamá?... aunque… ¿Cómo sabes que no espero a Azalea? – La respuesta de su hijo la hizo reír, él mismo se contradecía –
¡Intuición femenina! Además… es obvio que no amas a Azalea, aceptaste esta cosa del compromiso por complacernos pero recuerda, sino te quieres casar con ella, sólo necesitas decirlo y nosotros mismos nos encargamos de mandarla lejos… a África por lo menos – Bromeó su mamá mientras seguía atendiendo los invitados, estaba comenzando a comprender sus palabras y a convencerse a sí mismo de que al parecer Azalea no sería su futura esposa como todos creían –
En eso la puerta se abrió y los ojos de Gianluca brillaron al voltearse inmediatamente a ver quién era… ¡Es ella! Pensó, pero su rostro perdió la sonrisa cuando vio que se trataba de Azalea y su madre que venían vestidas como hada madrina la señora Castillo y como princesa Azalea… ¡Vaya contradicción!
¡Hola Gianluca! – Corrió Azalea a abrazarlo y él sólo dio un paso atrás –
¿Qué pasa Gianluca? – Le preguntó la señora Castillo con cara de pocos amigos al notar la reacción de él con la cercanía de su hija –
¡Nada! Hem… ¿____________ va a tardar? ¿Por qué no vino con ustedes? – Las preguntas de Gianluca molestaron mucho a la señora y más a su hija que moría de celos –
¡Ella no va a venir! – Dijo muy cortante mirando a un lado del salón –
¿Qué? ¿Por qué? – Decía muy agitado, parecía preocupado y decepcionado –
¡No terminó sus deberes! Y además… no encontró nada que ponerse – Mintió descaradamente –
¡No era necesario que se pusiera un disfraz!... ¡Sólo quería que viniera! – Eso último lo susurró muy bajo y al parecer Azalea y su madre no se dieron cuenta –
¿Qué dijiste? – Peguntó Azalea tomándolo del brazo –
¡Nada!... permiso – Dijo algo enojado y queriendo irse pero no lo dejaron –
¡Espera! ¿No vas a bailar con mi hija? – Sugirió más bien, exigió la señora Castillo empujando a Gianluca a la pista de baile, Azalea era un fiasco bailando, a cada minuto era un gran pisotón que le daba al pobre príncipe azul –
¿Ese es mi hijo sufriendo? – Preguntó en tono divertido el papá de Gianluca acercándose a su esposa que también miraba el descontento de su hijo –
¡Sí! te dije que este compromiso era una mala idea – Dijo la mamá de Gianluca sin dejar de ver el torpe baile de su hijo con la “princesa” –
¡Pensé que era un buen plan para ampliar el imperio! Pero Gianluca sabe que puede parar todo esto cuando él quiera – Dijo mirando a su esposa fijamente –
¡Sí lo sabe! ¿Pero tendrá el valor? – Dijo su mamá y es posible que eso sea lo que le falte, en ese momento las puertas de la entrada principal se abrieron y todos los presentes no podían creer lo que veían –
¡Una princesa! – Exclamaron unas voces por acá –
¡Es tan hermosa! Se ve tan delicada – Agregaban otras voces por allá –
¡Querido mira a esa chica! – Exclamó la mamá de Gianluca golpeando repetidamente el pecho de su esposo que por supuesto ya la había visto, todos ahí la habían visto, ¡Era imposible dejar de verla! –
¡Querida, mejor mira la expresión que tiene Gianluca! – Sonrió el papá de Gianluca señalando a su hijo que había quedado con la boca abierta –