Culpa mia

Nick

Aún no comprendía del todo porqué motivos la había invitado a 
pasar un fin de semana conmigo en Bahamas. Simplemente su 
rostro apareció en mi cabeza en cuanto vi los billetes y el viaje 
pagado. Mis mejores amigos eran Lion y Jenna y Noah había 
trabado amistad con ella así que... me pareció lo más lógico, o lo 
más masoquista teniendo en cuenta las circunstancias. 
Desde que se había relajado y nuestra relación era más 
llevadera, no podía dejar de pensar en ella. Me volvía loco solo de 
pensar en dejarla sola ahora que la habían amenazado y ni hablar 
de la rabia que se apoderaba de mí, cada vez que me la imaginaba 
cerca de cualquier otro tío que no fuera yo. Simplemente pensar que 
había estado en manos de Dan me ponía de mal humor, quería 
partirle la cara por haberle hecho daño, pero ese no era el principal 
motivo sino más bien los nueve meses que había disfrutado de ella, 
tocándola, besándola y Dios quiera que no, desnudándola... 
Imágenes de Noah entregándose a cualquiera que no fuese yo 
me atormentaban por las noches y por el día; nunca me había 
considerado un hombre celoso, más bien porque nunca había 
reclamado a ninguna chica como mía, y me estaba matando. Su 
manera de sonreír, de esa forma tan infantil..., lo que más me atraía 
de ella era que era sexy por naturaleza. Daba igual como fuera 
vestida, daba igual si se maquillaba o si iba hecha un desastre, cada 
vez que mis ojos recaían en ella, mi mente se imaginaba mil formas 
diferentes de hacerla suspirar de placer. Lo que había ocurrido en la 
piscina técnicamente no debería haber pasado, me había prometido 
a mi mismo no volver a acercarme, pero me lo ponía demasiado 
difícil. La noche anterior había querido matarla por todo lo que había 
causado con Ronnie y por haberse ido con Mario pero en cuanto 
había visto su mirada de horror al verme las heridas, y cuando me había rozado la piel desnuda con sus cálidos dedos... simplemente 
tuve que hacerme de todo mi autocontrol para no devorarla allí 
mismo encima de la encimera de la cocina. 
Y lo peor era que estaba cogiendo confianza. Ya no estaba a la 
defensiva ni le importaba despertarme de un grito mientras dormía... 
Ni siquiera me había apartado cuando ya no había podido aguantar 
más y mis manos se habían dedicado a acariciarla debajo del agua, 
sus piernas eran tan largas y sus curvas tan endemoniadamente 
sexys... 
Y esa noche salía con el imbécil de Mario, uno que no se 
quedaba atrás a la hora de llevarse chicas a la cama ni de sobarlas 
en cuanto tenía ocasión... mierda, era como yo, pero no podía dejar 
que tocase a Noah, a ella no, era demasiado inocente, era una cría, 
una cría que volvería loco a cualquier tío con ojos. 
Me fastidiaba que se largase con él el día de mi cumpleaños, la 
quería para mí, quería enseñarle las cosas buenas de esta ciudad, 
de repente quería que su visión de mí cambiara, no soportaba 
pensar que no merecía poder tenerla. 
Entonces llamaron a la puerta. Estaba terminando de vestirme, 
por lo que simplemente me molesté en gritar que pasasen. Mientras 
me abrochaba los botones de la camisa que llevaría aquella noche, 
unos ojos color miel me devolvieron la mirada por el espejo. 
-¿Ya has vuelto de tu cena? –pregunté sarcásticamente a la vez 
que intentaba contener las ganas de girarme hacia ella y obligarla a 
quedarse allí metida, conmigo toda la noche. 
-¿Hoy haces una fiesta de cumpleaños?-me preguntó ignorando 
mi pregunta. Me giré hacia ella intentando demostrar indiferencia. 
-¿Esperabas que me quedase aquí viendo una peli, hermanita?- 
le dije con maldad disfrutando al ver cómo me fruncía el ceño. Sus 
ojos se veían más oscuros cuando lo hacía. 
-Podrías habérmelo dicho, Jenna y Lion creían que iba, están 
abajo esperándote-me dijo cruzando los brazos sobre el vestido 
negro que llevaba. Era muy ajustado, y le quedaba unos cinco 
dedos por debajo del culo. Sentí como el mal humor comenzaba a surgir al pensar que Mario podía meter la mano debajo de ese 
vestido. 
-No tengo tiempo para esto, si quieres venir, ven, estarás en la 
lista-dije escupiendo cada palabra-Pero tu querido amiguito, no, así 
que decide-le dije acercándome a ella. Si no podía tocarla por lo 
menos olería aquel perfume que tanto me excitaba. 
-Me miras como si fuera la mala de la película, yo no sabía que 
era tu cumpleaños hasta hace unas pocas horas, Mario me invitó 
antes, no puedo dejarlo plantado-me soltó entre enfadada y 
culpable. 
-¿Y te crees que él no lo sabía?-le pregunté irritado, a sabiendas 
que Mario había organizado todo aquello a propósito. 
Sus ojos se entrecerraron un momento, entre sorprendidos y 
enfadados para después demostrar culpabilidad. Era adorable, se 
sentía culpable por no asistir a una fiesta de la que ni siquiera había 
estado enterada. 
No pude evitarlo y acerqué una mano a su cintura tirando de ella 
hacía a mí. Sus ojos buscaron los míos con duda pero a la vez 
expectantes. 
-Vamos, pecas, ven a mi cumpleaños-le pedí apartándole el pelo 
del hombro y depositando allí un beso ligero. Sonreí contra su piel al 
ver que se le ponía el bello de punta. Por lo menos podía estar 
seguro de que le atraía y de que podía tener cierta influencia en ella 
o en su cuerpo, mejor dicho. 
-¿Tu quieres que vaya?-me preguntó con la voz entrecortada 
mientras mis labios iban subiendo por su cuello. 
¿Quería que viniese? Estaba claro que no iba a poder tocarla en 
aquella fiesta, nadie podía saber lo que estaba ocurriendo entre los 
dos, y tenerla allí y no poder besarla como ahora... me iba a resultar 
complicado. 
-Claro que quiero-contesté un momento después. No sabía en 
donde me estaba metiendo pero mejor tenerla allí que no saber 
donde estaba ni qué estaba haciendo.




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