En cuanto llegué al instituto y no la vi supe que algo no iba bien.
No sé si fue instinto o una vocecita en mi cabeza advirtiéndome
de que algo estaba ocurriendo, lo que sé es que bajé del coche de
un salto y me fui directo hacia las vallas. Pude ver que había
bastantes alumnos alrededor del gimnasio. Salté las vallas y me fui
directo hacía allí.
Muchos de los presentes me observaron con ojos como platos al
verme llegar. Otros se dieron codazos unos con otros y me
señalaron. Entonces vi a Jenna y Lion que aparecían de las gradas
de los campos de atletismo e iban en dirección al gimnasio.
— ¿Qué haces aquí?—me preguntó mi amigo al verme ir hacia
ellos.
—¿Habéis visto a Noah?—les dije sin siquiera saludarles. Tenía
un mal presentimiento.
Jenna se encogió de hombros.
—La dejé dentro hace unos quince minutos.
Le di la espalda y me encaminé hacia allí con ellos pisándome
los talones.
Al entrar todos se me quedaron mirando y solo fui consciente de
los gritos que prevenían del final de la habitación. Eran
desgarradores.
Sentí tal pánico al oír su voz gritando de aquella forma que perdí
el control sobre mí mismo.
—¿¡Donde está?!—grité a la vez que seguí su voz hasta la
puerta de un armario que había detrás. Estaba dentro; la habían
encerrado, y gritaba y golpeaba la puerta desesperada por salir.
—¡SACADME DE AQUÍ!
Me temblaron las manos pero procure contener la calma. Intenté
abrir la puerta pero la habían cerrado con llave. Me giré más furioso que en toda mi vida.
—¡¿Quien coño tiene la puta llave?!
Los que estaban a mí alrededor se encogieron ante mis gritos
pero yo solo podía oír la voz desgarradora de Noah dentro de ese
armario.
Cassie apareció de un lado de la habitación y parecía
completamente aterrorizada. Me tendió la llave y por poco no le
arranco el brazo al quitársela de las manos.
—Solo ha sido...
—¡Cállate!—le grité al mismo tiempo que introducía la llave en la
cerradura y abría la puerta.
Solo pude verla un segundo antes de que sus brazos se me
echaran encima y enterrara su cabeza en mi cuello sollozando
entrecortadamente y temblando te terror.
Noah estaba llorando... llorando; desde que la había conocido no
la había visto derramar ni una sola lágrima, ni cuando su novio le
puso los cuernos, ni cuando nos pelamos en Bahamas, ni cuando se
enfadaba con su madre, ni cuando la dejé tirada en la carretera...
nunca la había visto llorar de verdad y la persona que estaba ahora
entre mis brazos se deshacía en lágrimas desgarradoras.
Se había formado un corro alrededor nuestra y todos nos
miraban en silencio.
—¡Largaos!—grité levantando a Noah. Temblaba tanto que
apenas si podía respirar. Todos se quedaron donde estaban—¡He
dicho que os largáis!—grité aún más fuerte.
Todos comenzaron a marcharse poco a poco hasta que solo
quedamos Noah, Lion, Jenna y yo.
—Yo me quedo —les dije intentando controlar el temblor de mis
manos.
La habían encerrado... esos hijos de puta la habían encerrado en
una habitación que estaba completamente a oscuras.
—Nick yo...—empezó a decirme Jenna que observaba a Noah
con preocupación.
—Lárgate, yo me ocupo de ella—dije apretándola contra mí.
En cuanto se marcharon me senté en una de las gradas y la
coloqué sobre mi regazo. Estaba tan pálida y desecha en lágrimas...
Esa no era la Noah que yo había conocido, esa Noah estaba
completamente destrozada.
—Nick...—empezó a decirme entre sollozos.
—Tranquilízate—le dije apretándola contra mí. Estaba muerto de
miedo, verla así, y haber escuchado sus gritos de terror había
podido con lo poco de sentido común que me quedaba. Todos mis
miedos se habían convertido en realidad y apenas podía controlar
mi propio temblor. Solo quería abrazarla y sentirla segura entre mis
brazos... Por unos segundos había creído que Ronnie la había
encontrado y que la había lastimado o algo peor...
Tenía su rostro enterrado en mi cuello y no dejaba de llorar.
—Has que se vayan...—me dijo entonces entre gimoteos y aún
temblando como una hoja.
—¿Quién, cielo?—le dije acariciándole el pelo.
—Las pesadillas—me contesto separándose de mí y clavando
sus ojos en los míos.
—Noah... estás despierta—le dije cogiéndole el rostro entre mis
manos y limpiándole las lágrimas que aún caían por sus mejillas.
—No...—dijo ella sacudiendo la cabeza—Necesito olvidar...
necesito olvidar lo que ocurrió... has que olvide Nick...has que...— Y
entonces acercó su rostro al mío y me beso. Un beso húmedo por
las lágrimas y lleno de tristeza y terror.
Le cogí los hombros y la aparté.
—¿Noah que te ocurre?—le dije abrazándola contra mi costado
y acariciando su mejilla una y otra vez.
—Estaba rota por dentro Nick... y ahora me han vuelto a romper.
La llevé hasta mi coche en cuanto dejo de llorar. Ahora estaba
callada y melancólica, inmersa en sus pensamientos, unos
pensamientos que seguramente eran igual de intensos y horribles
que los que la habían hecho morirse de miedo en aquel armario.
No le quité los brazos de encima. La tenía sujeta contra mi
costado con todas mis fuerzas y le acariciaba el hombro mientras conducía con una sola mano. Ella no me apartó si no que se
acurrucó contra mí como si yo fuera su salva vidas. Yo me contenía
por dentro de las ganas que tenía de partirles la cara a cada uno de
los que habían estado en aquella estúpida fiesta pero antes debía
asegurarme de que Noah estaba bien.
En cuanto llegamos a casa la llevé directamente hasta mi
habitación. Ella no parecía tener ánimos para discutir conmigo por lo
que encendí la luz y le cogí el rostro entre mis manos.
—Hoy me has asustado de verdad—le dije mirándola con
intensidad.
—Lo siento—dijo y vi que sus ojos volvían a llenarse de
lágrimas.
—No lo sientas Noah...—le dije abrazándola contra mi pecho—
Pero tienes que contarme qué te ocurrió... porque no saberlo me
está matando y quiero protegerte de cualquier cosa que te de
miedo.
Ella negó con la cabeza.
—No quiero hablar de eso—me dijo contra mi camisa.
—Está bien, te traeré una camiseta, hoy duermes conmigo.
No se quejó, ni siquiera cuando la ayudé a quitarse la camiseta y
la cubrí con una de las mías. Ella se quitó los pantalones y se
acercó hasta donde yo la esperaba. Le abrí mi cama y se metió
dentro. Yo hice lo mismo y la atraje contra mi pecho, igual que había
estado deseando desde hacía muchísimo tiempo. Había luchado
contra mis sentimientos, incluso me había engañado a mí mismo al
intentar sustituir lo que sentía por ella con royos de una noche o
evitándola, con miedo a que lo que me estaba pasando creciera
tanto como para sentirme indefenso si no llegaba a salir bien.
Pero no aguantaba más, estaba enamorado de ella, no podía
evitar sentir lo que sentía, no podía nadar contra corriente. Decidí
decírselo, arriesgarme, y abrir mi corazón después de doce largos
años.
— Te quiero, Noah—le dije apretándola contra mi costado—Te
quiero tanto que ahora mismo estoy haciéndome de todo mi autocontrol para no cometer un homicidio contra todos esos
imbéciles que te encerraron en ese armario.
Ella levantó la mirada y la clavó en mis ojos.
—Gracias Nick—me dijo y un segundo después cerró los ojos y
se durmió.
A mitad de la noche me despertó un movimiento. Alguien me
movía con cuidado y sin hacer ruido, pero la falta del calor corporal
de ese cuerpo tan exquisito la notaría incluso estando
profundamente dormido. Abrí los ojos y la vi intentado levantarse.
—¿A dónde vas?—le dije cogiéndole la muñeca.
Ella se sobresaltó y se giró para mirarme. Ya no se la veía
derrumbada sino decidida.
—A mi habitación—me contesto intentando soltarse.
Me incorporé y tire de ella hasta que pude colocarme sobre su
cuerpo.
—¿Por qué te vas?—le pregunté indeciso y molesto. Aquel
muro, ese que se había derrumbado la pasada noche se había
vuelto a levantar entorno a ambos.
—No puedo estar aquí, Nick—me dijo aunque vi la duda en su
mirada.
—¿Estás apartándome otra vez?—le dije con incredulidad. Eso
no podía estar pasando.
—Solo quiero irme a mi cuarto—me dijo revolviéndose pero sin
ninguna posibilidad de desembarazarse de mí.
Suspiré frustrado y la presioné contra la cama. Le cogí la mano y
la puse contra mi pecho, justo donde estaba mi corazón.
—¿Lo notas?—le pregunté viendo como se quedaba callada y
me miraba con los ojos muy abiertos.—Nunca había latido así por
nadie, solo lo hace cuando tú estás cerca.
Cerró los ojos y se quedó quieta.
—Cada vez que te veo me muero por besarte, cada vez que te
toco solo sé que quiero estar haciéndolo durante toda la noche,
Noah... estoy enamorado de ti y tú lo estás de mí... por favor deja ya
de apartarte de mi lado, solo nos haces daño a los dos.