Culpa nuestra

Capítulo 28

NOAH 
No voy a hacer mucha mención de ese pequeño encontronazo con Nick, 
porque no sé qué me dolió más, que fuera a besarme o que me prometiera que no 
iba a volver a hacerlo. 
Me gustó haber tenido el autocontrol como para ponerle fin antes de que 
pasara alguna cosa, más que nada porque sabía lo mucho que me había costado 
volver a recuperarme después de habernos acostado las pasadas vacaciones. 
Nicholas era así, un hombre de impulsos, un hombre que hacía lo que quería 
sin pensar en las consecuencias. Si quería sexo, que lo buscara con Sophia… 
¡Puaj! 
Solo de pensarlo me entraban ganas de arrancarme todos los pelos de la 
cabeza, pero no pensaba ser esa chica, no, no pensaba ser la chica a la que la deja 
el novio y cada vez que a él le apetece se van a la cama; no, ni hablar. 
Por eso mismo me centré en la persona que sí quería algo más que llevarme a 
la cama, el que me había invitado a la fiesta inaugural de LRB. Estaba un poco 
nerviosa por la fiesta, sobre todo porque Nicholas llevaría a Sophia y no estaba 
muy segura de poder soportarlo. 
Cuando llegó el día me puse un vestido de color azul con pequeñas 
incrustaciones, corto y ajustado al cuerpo, que no me había podido poner desde 
hacía un año, justamente por haberme quedado demasiado delgada, hasta el 
punto de tenerme que meter algo de relleno en el sujetador para que el escote 
quedara bien. Al contemplarme en el espejo sonreí, pues ya volvía a 
reconocerme en el reflejo: sí, ahí estaban mis pechos, aquellos que unos meses 
antes habían desaparecido y que, por suerte, habían decidido regresar. 
Me calcé unos tacones que me había dejado Jenna la semana anterior, unos 
Louboutin de color cereza, que hacían juego con un bolsito del mismo color, con 
pedrería. Cogí mi abrigo negro, largo y elegante, regalo de Navidad de mi 
madre, y salí fuera cuando escuché el claxon del coche de Simon. 
Cuando salí fuera, Simon se bajó enseguida del vehículo para acompañarme 
hasta él. 
—Estás espectacular —comentó colocando sus manos en mi cintura y 
atrayéndome hacia su boca. 
Ay, Dios, ¿por qué no dejaba de sentirme incómoda cuando hacía eso…?

Me aparté de él un segundo después y me cerré el abrigo, ya que fuera hacía 
bastante viento. El coche de Simon era un bonito Porsche clásico, de color gris, 
y no pude evitar recordar el día en el que conseguí que Nick perdiese su 
Ferrari… 
Aún no sabía cómo pudo perdonarme, pero sí que por aquel entonces 
estábamos enamorándonos. 
¿Qué haría Simon si chocaba o arañaba su preciado coche? 
Me abrió la puerta como un auténtico caballero y, juntos, salimos en 
dirección a donde se celebraba la fiesta. 
El sitio era enorme, de esos con los techos altos y bonitos dibujos pintados. 
Me sorprendió ver a tanta gente pues la empresa era nueva, aunque claro, 
solo era una de las muchas de la corporación. Reconocí a unos cuantos que me 
saludaron y me preguntaron por mi madre y Will. Ahora que Nick era el jefe, 
William había optado por dar un paso atrás y dejarlo a su aire; además, bastante 
liado estaba ya con ser padre de una niña pequeña a su edad. Miré alrededor de 
forma distraída mientras Simon cogía dos copas de champán y me tendía una. 
—¿Buscas a alguien? 
Mierda. 
Fijé mis ojos en él y me llevé la copa a los labios mientras negaba con la 
cabeza. 
—Solo admiraba el lugar… es bonito —contesté mientras le daba otro trago 
largo a mi copa. 
Como Simon ostentaba un cargo importante en la empresa, tenía la 
obligación de saludar a casi todo el mundo. Al principio me arrastró con él, pero 
al cabo de casi una hora decidí que ya había tenido suficiente y me dirigí a la 
barra con la excusa de que me dolían un poco los pies. Justo cuando una 
camarera me cambiaba la copa vacía por otra de champán rosado frío y 
burbujeante, mis ojos se desviaron casi como atraídos por un imán hacia la 
puerta de entrada. 
Bueno… ahí estaban: el rey y la reina del baile. 
Sophia estaba espléndida, con un elegante vestido de noche, largo y de color 
beige. Llevaba el pelo recogido a un lado, que caía por su hombro en ondas 
oscuras. Su rostro, por otra parte, relucía a la luz de la estancia. 
Él estaba… soberbio, sí, soberbio era la palabra. Traje gris oscuro, camisa 
blanca, corbata en color celeste, y esa cara que llamaba al pecado y a hacer cosas 
malas, peligrosas y prohibidas. 
Por suerte las luces se atenuaron de repente para dar comienzo a la cena y 
Simon apareció para acompañarme a nuestra mesa. Me dedicó toda su atención; 
charlamos, comimos, nos reímos y poco después del postre me sacó a bailar a la pista donde ya lo hacían el resto de los invitados y compañeros de trabajo. 
A pesar de haber ido juntos, queríamos ser discretos ante los asistentes a la 
fiesta y no llamar mucho la atención sobre nuestra incipiente relación, así que 
nos comportamos como si fuéramos amigos. Mentiría, eso sí, si dijese que no 
disfruté al ver que a Nicholas no le hacía ninguna gracia. 
En un momento dado me encontré sola, tomándome una copa, la quinta ya 
en lo que llevaba de noche, y fue entonces cuando Nick por fin decidió 
acercarse. 
No vi a Sophia por ninguna parte, pero sentí su presencia, como si estuviese 
observándonos. Simon había desaparecido y no tenía idea de dónde se 
encontraba, pero yo estaba feliz con la compañía de mi amigo el barman. 
—¿Llegaste bien anoche? —me preguntó Nick colocándose a mi lado en el 
bar y mirándome con el ceño fruncido. 
—Llegué perfectamente, gracias. La rueda iba sobre ruedas —respondí sin 
poder evitar reírme de mi propia broma—. Deberías dedicarte a eso —agregué 
dándole otro trago a mi copa. 
—¿A cambiar ruedas? —dijo mirándome divertido—. Menos mal que no 
pongo mi futuro en tus manos… 
Le sonreí por cortesía y llevé de nuevo la copa a mis labios, algo que 
Nicholas contempló nervioso. 
—Has venido con Simon —afirmó más que preguntó. 
—Muy agudo… ¿Lo has deducido porque estábamos sentados juntos o 
porque no me he separado de él en toda la noche? 
—Lo deduje desde el primer momento en que os vi en la oficina. Creía que 
no había nada entre vosotros… Podría haber despidos por eso. 
Levanté los ojos hacia él y me fijé en que estaba mucho más tenso de lo que 
intentaba aparentar a simple vista. 
—¿A él o a mí, de quién te gustaría librarte primero? 
—Sabes perfectamente la respuesta —sentenció fijando sus ojos en mis 
labios. Yo hice lo mismo con los suyos, pero luego busqué sus ojos. Tenía que 
centrarme. 
—Solo sé que ahora mismo estoy empezando un capítulo nuevo en mi vida 
— comenté sin apartar la mirada de la suya—. Igual que tú hiciste hace cosa de 
un año. Por cierto, me alegro mucho por ti, Nick, me encanta ver que te has 
vuelto a enamorar, que eres feliz, que has conseguido a la chica de la que te 
enamoraste nada más verla. —Mis palabras salieron con tanto veneno que le 
agradecí a los ángeles que Simon apareciera justo en ese instante, porque no 
tenía ni idea de las cosas que podían seguir saliendo de mi boca. Había perdido 
el filtro y eso podía resultar peligroso.




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